En el sureste del estado de Sonora, al norte de México, al pié de una sierra decretada desde 1996 como Área Protegida, se encuentra Álamos, un poblado típico de calles oscilantes de empedrada superficie, que por las tardes ve ponerse el sol escaso reflejado en sus techumbres; Pueblo Mágico por designio.
Al entrar a este Pueblo Mágico el paisaje maravilla por sus calles empedradas, arquitectura colonial, callejones, arcos y portales que ornamentan bellamente la ciudad, debido a la presencia de éstos se le ha llamado también «La Ciudad de los Portales».
El origen de esta población norteña data del descubrimiento de su riqueza platera, principalmente en las minas de Promontorios, La Aduana, Las Cabras y La Quintera. De ahí que se poblara rápidamente y viniera su fundación, el 8 de diciembre de 1682, por Don Domingo Terán de los Ríos. Llamada originalmente Real de la Limpia Concepción de los Álamos y también Real de los Frailes, la ciudad comenzó -en base a esta actividad- a adquirir un desarrollo continuo, que la llevó en 1827 a ser la capital del entonces Estado de occidente, primera en lograr este rango hasta que en 1831 se da la separación de Sonora y Sinaloa, perteneciendo a esta última provincia, aunque por petición propia, pasó a ser parte del estado más norteño.
Hoy día la Minería está tratando de resurgir en la localidad, para ser junto con la Agricultura, la Ganadería y el Turismo una de las actividades preponderantes para su crecimiento; dentro de ellas, es precisamente el turismo quien ha marcado la pauta y colaborado al crecimiento social, lo que se explica por la gran cantidad de atractivos de la ciudad y la calidez de su gente.
Para visitar, perdiéndose en el tiempo a través de este poblado en verdad mágico, podríamos destacar su iglesia, lo que es común en las edificaciones coloniales de todo el país, y aquí cabe hacer mención de su importancia arquitectónica; Álamos es un lienzo trazado con deseos ardientes de gustar y perdurar, y lo denota en todas sus líneas constructivas; en cuanto a la Parroquia de la Purísima Concepción decíamos que resalta por sus tres naves y su portada de elementos clásicos y barrocos, testigo de la minería y su auge, de la guerra de Independencia, de la Reforma, de la muerte en 1865 del llamado general-poeta Antonio Rosales, defendiendo la República y de la derrota que los «macheteros» del General Ángel Martínez le propinaron a las tropas imperialistas; hoy sigue erguida, majestuosa, ofreciendo un bello atractivo para sus visitantes.
No puede dejar de verse al llegar a la ciudad la Plaza de Armas, de imponente arquería que cautivan a la vez sus calles estrechas y empedradas; de balcones enrejados y los zaguanes parecen asomarse encrinoladas señoritas que invitan a sus pretendientes a los bellos jardines de los patios de ensueño, colmados de mangos, dátiles y granadas; todo se congela en un momento, para bien de la gente local, plasmando un cuadro, imperturbable.
La curtiduría, la talabartería, los trapiches y los aserraderos son por sí mismos otro atractivo de esta mística ciudad, como lo son también el Museo costumbrista , el Paseo del Chalatón, el homónimo de Guanajuato Callejón del Beso y para quien gusta de la naturaleza, el Arroyo Cuchujaqui, muestra de ecosistemas únicos en el mundo.
Otros sitios que seguramente te atraerán son el Parián, la Parroquia de Zapopan, el Palacio Municipal y la Cárcel Pública con su mirador hacia la ciudad.
Las artesanías son otro motivo para visitar Álamos, lo que no debe asombrarnos, ya que en la zona existen comunidades como La Mesa Colorada, Guajaray, Bavícora, El Paso y Basiroa, con presencia de indígenas Guarijios y Mayos, reconocidos por su calidad artesanal.
Entre su obra, podemos apreciar muebles rústicos en maderas regionales, artículos de palma, latón, vidrio, platería, hierro forjado, instrumentos musicales, cerda tejida o cobijas de lana.
Hay también una exótica curiosidad, igualmente divertida y amena para los chiquillos como para los grandes; se trata de los «frijoles saltarines», tradición local consistente en unas semillas parecidas a los frijoles, dentro de las cuales, en cierta temporada del año, crece una larva que se va desarrollando hasta adulta, momento en el que quiere salir y, ante el calor que se le puede aplicar con un cerillo, se mueven inquietamente haciendo parecer que los frijoles «saltan». Un rasgo local de simplicidad y sencillez provinciana.
Estas graciosas habichuelas se pueden conseguir durante algunas de las muchas fiestas que se llevan a cabo en Álamos y que son otra de sus características más atractivas; entre ellas, la más famosa es el Festival Anual Dr. Alfonso Ortiz Tirado, el conocido «tenor de América», oriundo de esas tierras para orgullo de los sonorenses en general y de los Alavenses, en particular. Otras festividades son las Fiestas de La Virgen de La Balvanera o las Fiestas Patronales de La Inmaculada Concepción.
Seguimos caminando por los entreveros de Álamos, sorprendiéndonos en cada callejuela con alguna fachada del neoclásico o alguna casa donde se vende miel, salsas o se elabora caseramente cajeta de membrillo o de guayaba, conservas de limón, uvalama o tempisque. Así nos encontramos con el Rastro Municipal, de estilo moro, que contrasta con otras construcciones por su arquitectura y a la vez, resalta por idénticas razones.
Álamos tiene de todo y sus atractivos van desde la simpleza de las ya mencionadas gramíneas brincadoras hasta el sonido de la que fue la primera imprenta instalada en el noroeste de México, en 1828, y que para sorpresa de muchos aún trabaja, o la Hacienda Universitaria, que antes era Casa de gobierno, y que comenzó a operar desde 1690 y terminó en 1940 como una fábrica de vino.
Y si eso no fuera suficientemente sorprendente, platiquemos ahora de una de las más queridas hijas de Álamos, La Doña, María Félix, que heredó de esa tierra su carácter recio y su nobleza, o del otrora Presidente de la República don Félix Zuloaga, también oriundo de esas tierras.
Culturalmente hablando es una ciudad con mucha riqueza, en ella se lleva a cabo uno de los festivales más importantes del norte de México, el Festival Internacional Alfonso Ortiz Tirado. Música y canto convergen en este evento cultural atrayendo a muchos turistas del país y de otros lugares cercanos.
Sus tradiciones culinarias se deben a su ubicación geográfica, cortes de res al estilo norteamericano con tortillas de harina, platillos elaborados con machaca, picadillo, tamales de elote, menudo y puchero son los platillos recomendados para los visitantes del lugar. No dejes de probar los buñuelos, las empanadas de guayaba o su champurrado tradicional.
El ecoturismo y el turismo de aventura también son excelentes actividades que se pueden practicar, ya que esta parte de la sierra sonorense permite disfrutarlas al máximo, debido a que posee un Área Natural Protegida, Sierra de Álamos, nuestra recomendación es visitar esta región y disfrutar de una buena caminata gozando del canto de los pájaros.
Por su parte, el arroyo Cuchijaqui y la presa Mocúzari, son bellos lugares para la pesca de lobina, bagre y mojarra. Balnearios como El Camuco, complementa la oferta turística.
Alrededor de Álamos se pueden visitar algunas localidades como las de San Bernardo, Los Tanques, El Chinal, Providencia, Los Camotes y Tapizuelas, de las cuales es cabecera municipal.
Puedes visitar Álamos por amor a la sierra y a sus olores de bosque; puedes ir por la curiosidad de ver la casa de la gran diva del cine mexicano; puede asistir a sus festividades; o puedes simplemente viajar en el tiempo, transportarte a la Colonia provinciana y vivir hoy, enmarcado en un ambiente mágico que tiene el ayer grabado en sus paredes de piedra y en la sonrisa plácida de su gente.