¿Qué es lo primero que uno piensa cuando escucha la palabra «Alaska«? La mente se pone en blanco y la primera imagen que surge es la de una inmensa masa de hielo con esquimales y osos polares. Sin embargo, «la última frontera» -tal como llaman al estado número 49 de los Estados Unidos– no es tan inhóspita como se cree.
Basta recorrer la legendaria Alaska para descubrir un caleidoscopio de paisajes, ciudades modernas y pequeños pueblos con historias y costumbres que revelan el encuentro entre culturas aborígenes, europeas, americanas y también asiáticas.
La palabra Alaska proviene del vocablo aleutiano Alyeska, que significa «tierra grande», y ciertamente lo es, ya que toda su superficie equivale a un poco más de la mitad de Argentina. Cubre casi un millón 500 mil kilómetros cuadrados; cuenta con 55 mil kilómetros de costa; tiene mil 800 islas; en su interior hay más de 50 mil glaciares, 3 mil ríos y 3 millones de lagos; tiene además 17 de los 20 picos más altos de Estados Unidos, entre ellos el monte Denali de 6 mil 194 metros. Sin embargo, sólo viven allí cerca de 630,000 personas y la densidad de población es menor a un habitante por kilómetro cuadrado, siendo uno de los lugares menos poblados de la tierra. Contradiciendo el mito popular, los esquimales no son los únicos nativos, sino que existen seis grandes grupos de aborígenes bien diferenciados.
Es un encuentro verdadero con la naturaleza y a la vez un enfrentamiento con la más moderna civilización. Su capital, Juneau, nos ofrece una gama infinita de opciones para unas vacaciones de verdadera aventura, pero si el ecoturismo no es lo tuyo, Alaska tiene los mejores cruceros para el turismo Premium, además de esquí, pesca, deportes, cultura y sobre todo mucha diversión.
La planicie interior de Alaska sufre temperaturas continentales extremas, con veranos sorprendentemente cálidos (38ºC) e inviernos ferozmente fríos (-48ºC). Sus días de verano son muy largos y pueden llegar a durar hasta 22 horas, mientras que en invierno sus noches son extensas, dando lugar al bello espectáculo natural conocido como la Aurora Boreal. De ahí que sea auto denominada como “la tierra del sol de media noche”.
La historia de Alaska
Constituye desde el 5 de enero de 1959, el estado número 49 de los Estados Unidos de América. Tiene frontera con Canadá, Rusia -por el estrecho de Bering– y con los océanos Pacífico y Ártico.
Su primer registro data del año 1648, cuando el ruso Semen Dezhnec visitó esas tierras. Años más tarde varios exploradores europeos acudieron a ellas. En 1906 Alaska se convirtió en un territorio dependiente del gobierno estadounidense pero con su propio gobierno. Como capital se designó a la localidad de Juneau.
En el siglo XIX, cuando se desató la fiebre del oro, un grupo de buscadores que se instaló en la zona terminó fundando en 1881 la actual capital, cuyo nombre fue elegido en honor al minero Joseph Juneau. Después de que las pepitas de oro desaparecieron de los ríos y arroyos, comenzaron a excavarse grandes minas subterráneas. La explotación de estas minas se mantuvo hasta principios de la Segunda Guerra Mundial. Actualmente se pueden ver los restos de una mina en la montaña en las cercanías de la pequeña ciudad.
Debido a las continuas batallas durante la Segunda Guerra Mundial, era prioritario construir la infraestructura que garantizara su protección; por ello, se construyó en 1942 la Autopista Alcan.
Juneau
Es la actual capital de Alaska. Al estar rodeada de montañas y glaciares, sólo se puede llegar a esta ciudad en ferry o en avión, debido a su ubicación en el archipiélago Alexander. En general, la geografía de Alaska imposibilita la construcción de carreteras, y por esa razón la mejor manera de acceder a determinados lugares es usando los hidroaviones, un medio de transporte muy popular en estas regiones.
Juneau ofrece la visión de los glaciares del fiordo de Tracy y de Mendenhall, del Juneau Icefield y del parque nacional de la bahía del glaciar, donde puedes practicar kayak, bicicleta, o bien ir de excursión a un glaciar, sitio ideal para gozar del snowboarding o practicar heliesquí, aprovechando el declive y subiendo tu adrenalina al máximo. De igual forma puedes acudir con toda tu familia o amigos y realizar el típico dogsledding o trineo de perros.
La pesca abundante de salmón y de halibut está también disponible a tan sólo minutos del centro de la ciudad. Las cabinas del yermo y las casas de campo son suficientes para los pescadores que desean aislarse en la paz de la montaña. Por su parte, las excursiones de flightseeing (vista aérea) en Juneau, ofrecen un paisaje espectacular.
La fauna en y alrededor de Juneau puede presumir de contar con una de las concentraciones más grandes de oso marrón en el mundo, en Juneau, basta alejarse un poco del centro para ver a una osa negra y sus crías en la ladera de la montaña. Mientras que en el lado del mar, brinda la oportunidad única de mirar a las ballenas jorobadas. En el centro de la ciudad puedes viajar por el tranvía.
Si tu conexión es por cuestión de negocios, Alaska cuenta con el Centro de Convenciones Salón Centenario, situado al centro de la ciudad capital. La Oficina de Visitantes siempre está disponible para prestar ayuda en la realización de estos eventos, ofreciendo incluso sedes como el canal de Gastineau o el lago Auke.
Anchorage
Si la capital del estado es todo un reto, Anchorage es ideal para la aventura. Ahí puedes ver osos negro, marrón y grizzlies; 150 especies de pájaros, ballenas, nutrias, alces, ovejas de dall y más. La mayoría de ellos en estado salvaje, por lo que se recomienda guardar la distancia.
El puerto de Anchorage está situado en el estuario de Cook, en la parte central de Alaska, a 61° de latitud norte (la misma que Estocolmo) y es la ciudad más poblada del estado. Aquí es muy peculiar el movimiento de las mareas: entre la pleamar y la bajamar puede llegar a haber más de 10 m de diferencia. Además, en las cercanías de Anchorage se da un fenómeno pavoroso. Cuando baja la marea se descubre una enorme y atractiva playa… de arenas movedizas. Cuentan los lugareños que hubo quienes al caminar por ahí quedaron inmovilizados en esa trampa mortal y al subir la marea murieron congelados.
Los naturales de Alaska representan a muchos idiomas, credos y filosofías. Cuentan con canciones, danzas y arte, costumbres y tradiciones diversas, y viven rodeados de un conocimiento que ha sobrevivido por generaciones. Conocer a la gente de Alaska es fácil, ya que no son recelosos en compartir su charla. Incluso, cuentan con sus propias Olimpiadas juveniles. En estos juegos, las últimas generaciones de los naturales de Alaska muestran sus destrezas al probar sus habilidades para la caza y la supervivencia, para aumentar su fuerza, resistencia, agilidad, y el equilibrio de mente y cuerpo.
Dos de los grandes atractivos de Anchorage son, primero el parque de estado de Chugach, el tercero más grande de la nación, con un diseño que resulta imponente al paisaje. Ideal para practicar excursiones y snowmobiling, acampar, viajar en balsa y observar a la fauna. El segundo atractivo es el parque nacional de Denali, que aparte de ofrecer los atractivos del anterior, suma actividades como el ciclismo de montaña y el ya mencionado flightseeing.
La ubicación de Anchorage distingue de forma singular la Aurora Boreal. El fenómeno se describe como ondas impactantes y brillantes, su color más común es verde amarillo brillante, que en ocasiones puede producir patrones rojos, azules y púrpuras.
Su explicación es que aparece cuando las partículas eléctricamente cargadas del sol, impulsadas con el viento solar, reaccionan con el campo magnético de la tierra. La mejor fecha para apreciarla es el invierno.
La ciudad es un buen sitio para adquirir souvenirs elaborados fielmente por los habitantes.
Fairbanks
Fairbanks es la segunda ciudad más grande de Alaska, después de Anchorage, con alrededor de 80 mil residentes. Localizada cerca de la confluencia de los ríos de Tanana y Chena, fue fundada en 1900. La ciudad desempeña un papel importante por su proximidad con la región ártica y los yacimientos de petróleo del norte.
Cuenta con aeropuerto internacional y con atractivos centros comerciales. Entre las actividades turísticas destacan la travesía en barca por el río Chena, la visita al museo en la universidad y los viajes que exploran la historia de la minería del lugar. Su ubicación al norte, coloca a la ciudad como un importante punto de partida para los viajes a través del Círculo Polar Ártico y a los campos de la esencia de laurel de Prudhoe.
La ciudad también está conectada por ferrocarril con Anchorage, y cada mañana da servicio con destino al parque nacional y a Talkeetna.
Sitka
Por su parte, la pequeña Sitka -fundada en 1799- fue la capital de Alaska durante la dominación de la Rusia de los zares. Esta encantadora ciudad se encuentra al sur de Juneau, en la isla Baranof (dentro del archipiélago Alexander) y está custodiada por el volcán Edgecumbe.
En Sitka la historia se siente en el aire. Corría el año 1725 y el zar Pedro el Grande había decidido explorar el Pacífico Norte, pero la muerte lo sorprendió antes de poder cumplir su misión. Tres años después, su esposa, Catalina I, designó al danés Vitus Bering como jefe de la expedición. El navegante no pudo tocar tierra, pero sí logró un gran descubrimiento: Asia y América eran dos masas de tierra separadas por un estrecho de agua que luego llevaría su nombre.
Años más tarde, en 1741, una segunda expedición consiguió desembarcar en la isla Príncipe de Gales (al sur del actual Sitka), pero recién a partir de 1799 el gobierno ruso organizó asentamientos en el nuevo territorio para proteger el beneficioso comercio de pieles. Pero alrededor de 1860 el negocio dejó de ser rentable y el mantenimiento de las colonias significaba un gran gasto para los rusos. Luego de varias negociaciones, Estados Unidos compró Alaska en 1867 por apenas 7.2 millones de dólares. Muestra de ese pasado es la Casa del Obispo, que data de 1842. Es la construcción rusa más antigua y funcionaba como residencia del líder de la Iglesia Ortodoxa Rusa.
Pero no todo es historia rusa en Sitka. El Parque de los Tótem es una visita obligada si uno quiere ver el magnífico legado de los Tlingit, nativos de la zona que eran excelentes artistas de la madera. Éste parque nacional (el más pequeño y antiguo de Alaska) conservó una hermosísima colección de tótem construidos por los aborígenes para recordar los diferentes momentos en la vida de una persona fallecida.
Alaska y su gente
Alaska está escasamente poblada, con menos de una persona por milla cuadrada. La mayor parte de la población está concentrada en las ciudades y pueblos de la costa. La población nativa incluye los Inuit, que viven principalmente sobre la costa del Mar Ártico de Bering; los Aleutas, que viven en las islas del brazo occidental, y los Americanos Nativos que viven en su mayoría en el brazo oriental. La población actual incluye inmigrantes de los 48 estados bajos, Europa y Asia.
En Juneau, como en otros lugares de Alaska, la marea influye en la vida diaria de sus habitantes. Todos planean sus actividades en función de la bajamar y nadie sale de su casa sin el calendario de mareas. Algunos tienen su cabaña de vacaciones a 15 km de la ciudad y a orillas de la playa pero sólo se puede acceder a ella cuando la marea esta baja. Sin embargo, una de las cosas más hermosas de este lugar es la increíble metamorfosis diaria del paisaje, producto del cambio de mareas. A la mañana se puede caminar por una amplia playa cubierta de algas. En cambio, a la tarde se puede ir a pescar en un bote por un extenso lago de agua salada que se ha formado en sólo un par de horas. Además, no en cualquier lugar del mundo se puede pescar con focas merodeando y salmones saltando alrededor de la embarcación. Y, entre tanto, las águilas calvas (ave emblema de Estados Unidos) sobrevuelan el cielo.
Excursión a Alaska
La vía más usual para llegar a este mítico territorio es volar desde Seattle por la excelente compañía Alaska Airlines. Lo primero que se ve al sobrevolar Alaska es una majestuosa cadena montañosa, sutilmente salpicada de nieve, tan imponente como los Andes. Luego de tres horas de vuelo se aterriza en Anchorage. También existe una alternativa más económica: los ferries de la Inland Marine Highway. Salen desde Bellingham, al norte de Seattle, y lo llevan hasta Sitka, Juneau, Skagway y Haines. Si bien el viaje es mucho más lento y dura tres días también es un paseo explorando lugares vírgenes en medio de ballenas y delfines.
A las islas y pueblos del brazo sudeste pueden se puede acceder fácilmente, por avión. Se puede ir en auto hasta Skagway o hasta Haines, si se toma la autopista Alaska. El sistema de Ferries Alaska Marine Highway va desde Bellingham, Washington, o Prince Rupert, Canadá, hasta Sitka, Juneau y Haines, con numerosas paradas en muchas de las comunidades costeras. Estos ferries son una vía de transporte muy conveniente entre los pueblos junto al mar.
Aunque Juneau es la capital, la mayoría de los vuelos salen y llegan a Fairbanks o Anchorage, ya que son ciudades más grandes. Hay vuelos directos todos los días desde las ciudades principales de los 48 estados bajos. Dentro de Alaska, hay vuelos frecuentes entre ciudades y vuelos en helicópteros y pequeños aviones que te ofrecen transporte hacia las regiones más remotas.
Varias líneas comerciales de cruceros ofrecen maravillosas excursiones de 4 a 7 días desde Seattle, o Vancouver, Canadá, bordeando la costa hasta los canales de Prince William y de regreso, con recorridos por glaciares, observación de ballenas y paradas en Sitka y Skagway. Las excursiones combinadas de tierra y agua a menudo incluyen una visita a Denali. Los cruceros pueden ser caros, pero son una opción cómoda para recorrer Alaska.
Una alternativa más económica es probar los ferries de la Inland Marine Highway. Salen todas las semanas desde Bellingham, al norte de Seattle, y te llevan hasta Sitka, Juneau, Skagway y Haines, con paradas en el camino en muchos pueblos costeros. El viaje dura 3 días. La Alaska Highway es una opción de viaje con paisajes muy hermosos.
No hay una línea de ferrocarril directa que conecte los 48 estados bajos con Alaska. Una vez que haya llegado al estado, hay 470 millas de ferrocarril desde Seward hasta Fairbanks. Los trenes son muy cómodos, con grandes ventanas y techos de observación para ver el paisaje. Este ferrocarril está en funcionamiento todo el año.
Los más valientes pueden ir por la Alaska Highway. Sale de Dawson Creek, en British Columbia y termina unas mil 422 millas al norte, en Delta Junction, en Alaska. La ruta fue construida durante la Segunda Guerra Mundial y se mantuvo sin pavimentar en la mayor parte de su longitud. Ahora está en buenas condiciones y la usan miles de viajeros. De Seattle a Fairbanks son 2 mil 300 millas.
Generalmente lleva unos cuatro o cinco días de manejo para recorrer el largo total de la Alaska Highway.
Te sorprenderás al observar que Alaska cuenta con una vida normal, llena de actividades culturales, artísticas y deportivas que transcurren a diario, aunque sin dejar de ser novedosas; mejor aún, son un atractivo extra para el visitante, que convencionalmente ve en Alaska sólo un paisaje de hielo, cuando detrás hay mucho más.
Más información: Travel Alaska