Mezcla de infinitas formas y colores, de exquisito diseño, único y fantástico son los alebrijes que no se hacen con moldes y tampoco están hechos en serie. Son creaciones irrepetibles.
Son figuras que hay que rastrearlas en la imaginación de sus creadores, pues cada uno es producto de la práctica y experiencia artesanal. Son piezas de aspecto impar en amalgama de colores. En su mayoría tienen cuerpo de animales, con un exquisito toque de ficción. Cada figura empieza a gestarse al hacer el cuerpo y sobre la marcha se adorna con prolongaciones; sus formas son variadas, pueden medir desde 3 centímetros hasta 3 metros, y costar ya sea 30 pesos o llegar a 15 mil pesos o más, según lo detallado que sea el trabajo pues puede requerir de una semana a dos meses de elaboración. Los primeros alebrijes surgen con Pedro Linares en la Ciudad de México a finales de la década de los 40’s del siglo pasado, y hoy figuran como el producto más elaborado de la tradición y cultura popular.
Ramas de copal
Los originales e insustituibles alebrijes, ahora también son creados en el taller de las familias oaxaqueñas de San Martín Tilcajete y San Antonio Arrazola. Nacieron del tallado de las ramas del copal para dar forma a lo que los niños usaban como juguetes, y así con los años cobraron tradición y fama. El equipo y material que emplean es sencillo y consiste en cuchillos, pinzas, machetes, pegamento y pinturas. Es una obra individual y sólo quien lo crea decide que tan sencillo o complicado será; trabajan sin moldes o dibujos: las ideas fluyen poco a poco, y cada figura surge de la imaginación. Al final, el alebrije y su forma y color cautivan e impactan a quien los mira por primera vez, aunque algunos son raros o grotescos, nunca se consideran feos.
Hacer un alebrije, implica poner todo el empeño e imaginación de que se dispone. Sobre la mesa de trabajo, el artesano rodeado de ramas y troncos de madera de copal, tiene a la mano todo el material necesario para una nueva creación. Elabora cada figura sólo con sus manos y talento imaginativo. Al quedar moldeado el cuerpo se aplica una capa de pintura monocroma, básicamente de color blanco, después viene el pintado y diseño deseado, acompañado de una infinita paleta de colores. Finalmente se puede aplicar barniz sobre la última capa de pintura, para así proporcionar protección y brillantez a la figura. Cuando seca el barniz, un nuevo alebrije ha nacido.
San Martín Tilcajete
San Martín Tilcajete Es un poblado famoso por la elaboración de alebrijes. Uno de sus mejores artesanos es Reyna Peña Ramírez, la nieta de uno de los iniciadores de esta artesanía. Aprendió desde los 7 años, y menciona que lo primero que se debe tener son troncos y ramas de copal, una madera blanda y ligera, ideal para trabajarse como tallado. Primero se quita la corteza a la madera, después se moldea y luego viene el secado, luego se pone en gasolina para que dure y se le aplica una protección contra los insectos. Así recibe la primera aplicación de pintura, que puede ser de tres o más capas según los colores usados. Al final, cuando ya tiene el color base se decora con pinceles o espinas de maguey, para obtener mayor perfección en los trazos.
Cada diseño surge de la imaginación, y para algunos artesanos simbolizan en parte, tierra, agua, aire y fuego. Aquí los niños ayudan a pintar las piezas, y con la edad perfeccionan su técnica, juegan con los colores y experimentan sus propias expresiones según la observación de otros diseños. Por lo anterior, desde hace 3 años, se realiza a finales de octubre y principios de noviembre “La Feria del Alebrije”, evento que incluye actividades culturales, danzas, teatro y baile tradicional, enmarcada con la exhibición de estas creaciones artesanales. La feria tiene el nombre del Alebrije, porque es una figura representativa de Oaxaca, y en esta feria participan más de 100 expositores, entre artesanos de alebrijes, de textiles, bebidas representativas y exponentes de la rica y variada gastronomía de la entidad.
San Antonio Arrazola
Por otro lado, en San Antonio Arrazola, el tallado de madera proviene de una tradición ancestral zapoteca, que tiene su máxima expresión en estos alebrijes. Aquí, don Manuel Jiménez fue un artesano precursor en su elaboración, y lo siguieron varios artistas jóvenes y talentosos como Arsenio Morales, Andrés y Miguel Ramírez, quienes han expandido la creación de estas figuras extraídas de ramas y troncos de árboles de copal. Estos y muchos otros artesanos, realizan con su creatividad y con ayuda de machetes, cuchillos y navajas, figuras de animales como: leones, jaguares, iguanas, serpientes, perros, pájaros, cebras e infinitas figuras fantásticas, sus trabajos pueden requerir horas o días, según la complejidad del diseño y el acabado.
Las figuras de Arrazola son elaboradas artesanalmente, pintadas de diferentes colores y después decoradas con finos dibujos, estrellas, flores, líneas y tonos llamativos. El atractivo de las figuras en las que suelen mezclarse dos o más animales, representan a seres míticos, extraterrestres, ángeles, o animales estilizados como armadillos, tortugas, colibríes, iguanas y puerco espín. El único límite es la imaginación, donde los creadores dejan parte de su tiempo, trabajo y dedicación.
El proceso de creación de estas artesanías es complicado, y en este y otros pueblos oaxaqueños, pueden comprarse bellas piezas desde 50 pesos, incluso hay descuento si se compran varias piezas. Existen para todos los gustos, con formas y colores que sorprenden por su perfección.
Así, la fascinación y el asombro han llevado esta artesanía a las galerías de arte y tiendas exclusivas de la Ciudad de México, a los grandes centros turísticos y a diversas colecciones en el mundo. Cada vez más reconocida en el país y el extranjero, ha sido motivo de decenas de artículos, poemas, libros y videos.
Los alebrijes están en la frontera donde termina la artesanía y empieza el arte; aunque, más bien parecen existir para nuestro disfrute, formando parte indiscutible de nuestro acervo. Hoy estas singulares figuras representan el espíritu innovador del oaxaqueño, quien mediante la creación de estas obras de arte, talladas y pintadas de manera manual, constituyen un gran aporte a la cultura nacional y han revalorizado el arte popular mexicano.
Cómo llegar:
San Martín Tilcajete. Está ubicado a 25 km. al sur de la ciudad de Oaxaca. Por la carretera 175 Oaxaca-Puerto Ángel. Desviarse 1 km. a la derecha. Está ubicado junto al Cerro del Tigre de Monte Albán, a 8 km. de la ciudad de Oaxaca, por la carretera a Cuilapam y Zaachila.
Más información: www.oaxaca.gob.mx