Siguiendo con el legado gráfico del dibujante, fotógrafo, arquitecto y explorador inglés Frederick Catherwood, quien dio a conocer al mundo entero la existencia de las ciudades mayas, sus pirámides y sus esculturas monumentales, a través de tres importantes libros, ahora citaremos la hermosa litografía del Arco de Labná, ejecutada en 1841 por el famoso mayista.
La citada joya bibliográfica totalmente agotada tiene como personaje central a este grandioso arco que por cierto, tiene dos fachadas distintas. Aquí vemos la del lado suroeste, cuando aún se conservaban en pie los edificios laterales, que ahora están totalmente derrumbados, pero cuyo complejo continúa gozando de un grandioso y exuberante paisaje, propio del antiguo centro ceremonial de Labná, formando parte de la denominada Zona Puuc.
Este sitio, cuyo nombre en legua maya significa «casa vieja o abandonada”, ha sido motivo de atención mundial justo por el notable arco, de perfecta y fina ornamentación. Tiene una anchura de 3 metros y una altura de 6 metros. Los relieves están en excelentes condiciones. Al lado del Arco se erije El Mirador, que es un templo construido sobre un pirámide. La zona es relativamente pequeña, se estima que la ciudad tuvo una extensión de 2.2 km2 y se ha calculado que pudo alojar una población de 3 mil habitantes o quizá un poco más. Su apogeo data de entre los años 600 – 900 d. C.