Gigantes del mundo animal, que no siempre fueron así, pues los restos fósiles indican que antaño tenían menor talla, estructura serpentiforme y pequeñas extremidades. Hoy, las ballenas habitan todas las aguas y la evolución las favoreció con adaptaciones para ocupar el ambiente marino.
Las ballenas han estado cerca de la extinción, más han encontrado en México gran protección en sus bahías, lagunas y costas, así como sitios de alimentación y reproducción. Son los mamíferos marinos más populares, pese a ser los menos visibles, porque permanecen mucho tiempo bajo el agua. Están clasificadas dentro del orden de los Cetáceos y dentro de él se subdividen: El grupo de Odontocetos es el más extenso y agrupa a los Cetáceos con dientes como delfines, orcas y vaquita marina. Los Misticetos, agrupan a los grandes Cetáceos sin dientes, con placas como barbas en la mandíbula superior para alimentarse; son las ballenas que todos conocemos.
La ballena gris Eschrichtius robustus pertenece al suborden Misticeti o ballena sin dientes como el rorcual y ballena franca; son diferentes a los Odontocetos o dentados como cachalotes, delfines y orcas. En 1946 se creó la Comisión Ballenera Internacional, con la finalidad de regular la explotación en el mundo, y en 1949, México se unió al organismo, formando parte del Comité Técnico y científico.
Desde tiempos remotos, por su aspecto físico, su estructura y costumbres, las ballenas fueron confundidas con peces; junto con cachalotes y delfines forman uno de los órdenes más sobresalientes de los mamíferos, pues su vida transcurre completamente en el agua y casi todos son marinos. Su cuerpo es fusiforme, sin cuello, por lo que se parecen más a los peces, y hasta sus miembros anteriores tienen forma de aleta. En la piel sólo presentan algunos pelos duros junto a la boca. Se mueven en el agua igual a los peces y ahí se alimentan de peces y crustáceos; aunque están adaptados para permanecer hasta 15 minutos sumergidas, deben salir a la superficie para respirar aire.
Las ballenas son mamíferos marinos de sangre caliente que respiran por pulmones, tienen el cuerpo alargado, y su cola es una aleta horizontal dividida en dos lóbulos que mueve de arriba a abajo para desplazarse. Ha desarrollado bien el olfato y oído, y se comunican entre sí mediante sonidos graves, similares a silbidos agudos que suman más de 200 vocalizaciones, a veces imperceptibles para el oído humano, y que las ayudan a orientarse. Entre sus rasgos distintivos tienen dos orificios en el dorso por donde exhalan una doble columna de partículas de agua, aceite y aire.
Ballena gris, mexicana por nacimiento
Cada año en invierno, estos cetáceos inician una peregrinación al percibir que los días se acortan y la temperatura baja; migran con su reserva energética: una gruesa capa de grasa de casi 30 cm. Viajan sin parar a velocidades de hasta 18 kms/hr, para completar el recorrido que empieza en las aguas del Ártico, y arribar a las bahías y lagunas del noroeste mexicano. La Ballena gris realiza esta travesía y en diciembre llegan solas o en grupos de hasta 20 individuos a Baja California Sur, para aparearse y procrear en las bahías y lagunas Guerrero Negro, Ojo de Liebre, San Ignacio, Magdalena, y otros sitios.
Desde la costa o en lanchas, es posible admirar a la Ballena gris, detectando su cuerpo, que mide entre 12 y 15 metros y pesa de 20 a 25 toneladas. Las hembras tienen una gestación de 13 meses y nadan en aguas bajas, donde dan a luz una cría que mide de 3 a 5 m y pesa casi media tonelada. En esos meses están junto a la madre, toman su nutritiva leche y se destetan 6 meses después. Antes de 10 años, alcanzarán la madurez sexual, cuando pesen hasta 35 toneladas como la madre. Ambas permanecen más de 3 meses en estas aguas para regresar al Ártico en marzo; las primeras en partir son las que se aparearon, las madres con cría aún disfrutan de las cálidas bahías protegidas, y para fines de mes parten; para entonces más de 4,000 ballenas habrán dejado nuestras costas.
La Gris, es una de las ballenas que ha estado más cerca de la extinción, por ello durante décadas México ha mantenido una política de conservación y protección, donde una medida eficaz fue decretar la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno en 1988. Esta área costera de Baja California Sur, es vital para perpetuar a estos amistosos animales. Estas costas junto con las bahías, lagunas y sitios de alimentación y reproducción de esta especie, han favorecido su recuperación, y hoy su población mundial se calcula en alrededor de 20 mil individuos.
Ballena jorobada, saltarina en Vallarta
Más al sur, en las aguas azules y profundas de la Bahía de Banderas, Jalisco, otra especie que visita nuestros mares también realiza un ciclo migratorio muy marcado, es la Ballena Jorobada, que se reproduce en aguas mexicanas, y aunque amenazada de extinción, su número va en aumento, aunque es afectada por la cacería, el turismo y la contaminación. Se han localizado tres zonas principales de agrupación de estas ballenas: la Bahía de Banderas, el Archipiélago de Revillagigedo y la costa oeste de Baja California. Los biólogos mexicanos han determinado que se reproducen al año entre 1,500 y 2,000 ballenas, muchas más que en otras regiones.
Este animal espectacular que visita nuestras costas, puede ser admirado cuando salta en las cercanías de Puerto Vallarta; para ello sólo debe contratar un tour con una agencia que realiza recorridos para Observación de ballenas. En verano, la temperatura del agua que se eleva, incrementa las concentraciones de camarones eufásidos, lo que crea un ciclo que influye en la migración de las ballenas. La distribución de estos Cetáceos está relacionada con la presencia de alimento como plancton y camarones, que forman densas concentraciones en la superficie del mar. Así, entre invierno y primavera, llegan temporalmente más ballenas para alimentarse, dar a luz y aparearse, lo que sólo es posible admirar en México.
Según estimaciones científicas recientes, las ballenas se han recuperado y alcanzan una población mundial que asegura su supervivencia. La diversidad de cetáceos en México es grande y gracias al esfuerzo de instituciones, autoridades y personas comunes, hoy, más de la mitad de las ballenas grises y otras especies son mexicanas.