Al sur de la India, en la quinta urbe más poblada del país, Bangalore, se cruzan diariamente las vidas de seis millones de almas. En sus calles la tradición convive con la modernidad, por lo que no es extraño que las mujeres cambien los típicos sharis por vaqueros y camisetas o que un grupo de obreros trabaje en un moderno edificio de oficinas encaramados sobre un andamio de bambú. Los coloridos templos hindúes, los carteles de Bollywood, las vacas y los acelerados ricksaws comparten el espacio formando un bullicioso y ordenado caos.
Es Bangalore, nombre inglés de la ciudad de Bengaluru, capital del estado de Karnataka. También se la conoce como el Silicon Valley de la India, por la gran cantidad de personas que trabajan en el sector de las nuevas tecnologías de la información y por sus construcciones de acero y cristal, que albergan las oficinas de empresas como IBM, Intel o Microsoft. Sin ir más lejos, Sabeer Bhatia, co-fundador de Hotmail, es originario de esta región.
Adentrándonos en los templos
Conocer con exactitud cuántos templos se reparten a lo largo de esta interminable calle es tarea imposible. Da la impresión de que todas las confesiones presentes en la India tienen el suyo: hindúes levantados en honor de varias divinidades, musulmanes, krishnas, cristianos… Así es Bull Temple Road, donde se localiza uno de los más célebres. Es el famoso Templo del Toro, donde se encuentra la estatua sagrada del toro Nandi, del siglo XVI, que da nombre a esta calle y que fue tallada en una pieza de granito negro de casi 5 metros de altura y 6 de ancho. Pese a que Shiva, el dios destructor, cabalgaba a sus lomos, el toro es frecuentemente visitado por mujeres que le ofrecen flores y rezos en busca de la fertilidad.
La mejor y más rápida manera de moverse por la ciudad es utilizando un ricksaw, una motocicleta cubierta de tres ruedas y de precio siempre variable. Si el viajero tiene paciencia para negociar el costo del trayecto, comprobará de primera mano la increíble habilidad automovilística de sus choferes. Conviene destacar, que aunque la mayoría de estos vehículos dispongan de un taxímetro para calcular el costo del trayecto, éste no se utiliza casi nunca.
En la India, la gente toca el claxon en los cruces, cuando quiere adelantar, cuando se dispone a girar o a sortear una vaca… Los conductores circulan a escasos centímetros del resto de vehículos que se agolpan en la carretera. Por eso resulta increíble que sea poco frecuente observar accidentes de tráfico. Pequeños utilitarios, enormes autobuses y camiones, cientos de motos y los ricksaws pasean por las saturadas calles de Bangalore desde que sale el sol y hasta horas después del ocaso.
El mercado de las mil flores
Las calles que enfilan hacia el mercado tradicional de Krishnarajendra aparecen envueltas en una actividad frenética. Separados por gremios, los vendedores se amontonan en las aceras y ofrecen prácticamente cualquier cosa: desde viejas computadoras deshuesadas en ordenadas piezas -como si de una extraña carnicería tecnológica se tratase- hasta las tradicionales ollas y sartenes. Al llegar a la puerta del mercado los productos cambian y se imponen los olores a hierbabuena, especias o frutas exóticas. En la entrada abundan los pequeños puestos que convierten en un lugar singular al popularmente conocido como City Market, de cien años de antigüedad. Los extranjeros no suelen transitar por él, y aunque son muy frecuentes las miradas curiosas, el trato de los vendedores es siempre amable y atento.
Conviene aclarar que los lugareños hacen un gesto contrario al de Occidente: para decir que sí, mueven la cabeza hacia los lados como si fuera un no, lo que seguro originará más de un malentendido. El propio edificio acoge el mercado de flores, que presenta una vista privilegiada desde el último piso del patio central. Apiladas en montones circulares de distintos tonos y especies, los vendedores ofrecen las flores a los paseantes dando lugar a todo un espectáculo de color.
Muy cerca del mercado de Krishnarajendra se encuentra el Palacio del sultán Tipu. Este pequeño palacio de madera de teca, que fue la residencia del sultán Tipu hasta su muerte, a manos de los ingleses, es visita obligada para cualquier turista, que debe saber que no sólo debe pagar la entrada, sino abonar un suplemento en caso de utilizar cámara de foto o video. En 1791, justo un año después de que concluyera la construcción del edificio, todo lo que quedaba de Bangalore Fort era el palacio mismo y el arsenal. Hoy en día, los visitantes acceden a través de la Puerta de Delhi, la única parte de la fortaleza que aún existe.
Separado tan sólo por un muro de hierba del Palacio del sultán Tipu, se encuentra un templo hindú del siglo XVI dedicado al dios Venkateshwara. Una anciana mujer es su cuidadora, quien se afana por barrerlo y limpiarlo diariamente. En perfecto estado tras su reconstrucción, merece la pena visitarlo. Como en todos los templos hindúes hay que dejar las zapatillas en la entrada y pasar descalzo.
Variada gastronomía
Es muy frecuente encontrar gran cantidad de puestos de comida callejera en cada esquina. Es una manera muy barata de saborear la comida local y de compartir un momento con la gente del lugar. Las shamosas, una especie de empanadillas rellenas de pollo, cebolla o pescado con curry, son muy comunes. También es posible encontrar gran cantidad de zumos, muchos de ellos mezclados con agua, lo cual debe tenerse en cuenta a la hora de consumirlos.
Asimismo, la fruta de los puestos, previamente cortada, está constantemente regada con agua para que tenga un aspecto más fresco y apetitoso; sin embargo, puede llevar horas así.
Pero sin duda, el alimento estrella es el masala dosa, una típica comida del sur de la India. Se trata de una gran crepa salada, con cebolla, patata y especias en su interior. Su sabor recuerda al de una especie de tortilla de papa, pero no es muy picante y suele servirse como desayuno. En Bangalore, además, suele ir acompañado de chatni de color rojo, una variedad de especias dulces y picantes.
Otros platos como el palak panner (un tipo de sopa de espinacas con trozos de queso) o el sencillo chiken tikka (pollo a la brasa) también son recomendables, siempre acompañados por sabrosos panes como: chapati, puri, roti, paratha, naan, dosa… Algunos, como el roti y el chapati se cuecen sobre una plancha de hierro fundido. Otros como el puri y el bhatura se fríen. Las variedades dependen del tipo de grano usado para prepararlo o del relleno que llevan en su interior.
Una isla verde dentro de la ciudad
El Jardín Botánico Lal Bagh es un pequeño oasis natural que está situado en la parte meridional de la ciudad. Hyder Ali financió la construcción del jardín en 1760, pero su hijo, el sultán de Tipu, lo terminó y añadió gran cantidad de plantas tropicales a lo largo de sus 100 hectáreas. La tranquilidad del parque por donde las ardillas campan a sus anchas contrasta con el bullicio habitual de las calles. Enormes árboles centenarios, parejas tumbadas en la hierba, un palacio de cristal y un gran lago central bien valen una visita mañanera. Una de las zonas del parque está ambientada en Japón y posee una colección de centenares de árboles bonsai. Los domingos, si se acude temprano, la banda de música de la policía de Bangalore acude a tocar.
Datos de interés:
- A pesar de tener taxímetro, los precios de los ricksaws se negocian la mayoría de ocasiones.
- Hay que tener especial precaución con los puestos de comida callejera. Puede dar un disgusto, no todos los estómagos reaccionan igual.
- Brigade Road es la calle comercial donde se hacen las compras de marcas como Nike, Reebok o United Colors of Beneton.
- Para compras más tradicionales como los punjabis, inciensos o bisuteria, la céntrica Commercial Street es el lugar, donde los precios variaran según las habilidades de regateo.
Más información: Ministerio de Turismo de la India | Discover Bangalore