Esta ciudad poseía fama de gris e industrial, sin embargo, en la actualidad es considerada una urbe radiante y vital. Cada año aumenta el número de visitantes que se acercan hasta ella. Muchos de ellos van directos al Guggenheim.
Desde comienzos de la era industrial, la ciudad vasca de Bilbao no ha sufrido una transformación semejante y tan favorable como la que ha supuesto la creación del Museo Guggenheim.
Defensores y detractores
Hace más de dos décadas surgió la idea de crear una sede de la Colección Guggenheim en Bilbao. Entonces un gran revuelo dividió a la sociedad vasca entre detractores y defensores de la propuesta. Los que se oponían criticaban que el lugar elegido para su situarlo era una de las zonas más degradadas de Bilbao, y además era necesaria una ingente cantidad de dinero para construirlo. Mientras, los que apoyaban la iniciativa soñaban que en la ciudad vasca habría una infraestructura cultural de rango internacional, emparentada con otras ciudades con museos Guggenheim como Nueva York o Venecia, teniendo además entre sus calles un edificio obra del prestigioso arquitecto Frank Gehry.
Tras años de negociaciones, proyectos y obras, finalmente en octubre de 1995 abrió sus puertas el Museo Guggenheim de Bilbao. Ahora, se puede hacer balance de aquel proyecto y la realidad.
El recuento es muy positivo desde diversos puntos de vista. Comenzando por el propio museo, hoy emblema de la ciudad. Su edificio aparece en cualquier libro de arquitectura contemporánea gracias a su singular diseño, donde dominan las curvas realizadas con más de 30 mil láminas de titanio, sobre las que el sol juega con luces, sombras y reflejos, haciendo que cada día el edificio parezca distinto.
El Guggenheim es como una colosal escultura. Pero una escultura que aloja en su interior un magnífico centro cultural, escenario de exposiciones, conciertos, actos culturales y eventos varios, a los que acude no sólo la población vasca, sino desde cualquier rincón del globo.
Meca turística
Bilbao poseía fama de ciudad gris e industrial, sin embargo en la actualidad es considerada una urbe radiante y vital. Cada año aumenta el número de visitantes que se acercan hasta ella. Muchos de ellos van directos al Guggenheim, pero al salir del museo se sorprenden y descubren otros atractivos de la ciudad. Empezando por el entorno del museo. Lo que fue una zona en decadencia, hoy es una de las áreas más pujantes de Bilbao en la que destaca la afamada Universidad Privada de Deusto y los 165 metros de altura de la Torre Iberdrola, concluida en 2011.
Cerca se halla el Museo de Bellas Artes. Aquí se exponen obras que abarcan desde el siglo XII hasta la actualidad. Hace unos años apenas acudía gente, pero desde la apertura del impresionante museo, el número de visitas ha crecido, a la vez que el recinto oferta interesantes programas expositivos. Lo que confirma que si la oferta cultural es atractiva, el público responde.
Ocio e historia
Pero para buscar la esencia de Bilbao hay que ir al Casco Viejo, conocido como Las Siete Calles. Ahí están los negocios más añejos, los bares y restaurantes más populares, sus monumentos más antiguos y se respira la personalidad de la ciudad.
Estas calles fueron el germen de la urbe, donde se asentó una aldea marinera que alcanzó el rango de villa en el 1300, año en el que Diego López de Haro logró este título y privilegios fiscales para sus vecinos. A este personaje se le considera el fundador de Bilbao y se le dedicó una altiva estatua en la Plaza Circular, en las inmediaciones del Casco Viejo.
Dentro de Las Siete Calles disfrutarás del Teatro Arriaga con su fachada repleta de esculturas. También acércate a la Catedral de Santiago, recorre las plazas de Unamuno o la Plaza Nueva donde es bueno refrescarse con un zurito (cerveza) y un pintxo, la típica tapa vasca, a veces muy novedosos, y otras tan tradicionales como el bacalao rebozado.
Clásico y moderno
Esta es una cualidad de Bilbao, la convivencia entre las costumbres y la vanguardia. Los bilbaínos lo mismo toman el ferrocarril de vía estrecha en la decimonónica Estación de La Concordia que se adentran en las bocas de metro diseño de Norman Foster. Pueden escuchar música clásica en el Teatro Arriaga o reírse con un cómico irreverente en el Teatro Campos Elíseos. Contemplan provocadoras obras en el Guggenheim o arte religioso en el Museo de Bellas Artes. Caminan por el tradicional Arenal o pasean por el barrio de Abando viendo tiendas de moda, y no es raro ver a gente ataviada con modelos de temporada junto a señores con la clásica boina (txapela).
Diálogo entre modernidad y tradición, entre lo llegado de fuera y lo más enraizado de las costumbres. Cada cual con su tendencia. Pero hay un elemento que une a la mayoría, su club de fútbol: el Athletic de Bilbao. Su estadio de San Mamés se conoce como La Catedral, su afición es admirada en España y en Europa por su pasión. Y cualquier foráneo verá banderas del equipo colgando de ventanas y balcones cualquier día del año. Junto al Guggenheim, el Athletic es un gran embajador de Bilbao.
Dónde hospedarse: El Hotel Abando. Una buena elección para pernoctar en Bilbao, tanto por su ubicación muy céntrica, como por su excelente relación calidad-precio y por el buen trato que recibirás.
Dónde comer: De pintxos. Son famosas las excelencias de la gastronomía vasca, si bien una buena forma de contactar con ella es probando sus tapas o pintxos. Y para eso, sugerimos dos opciones:
Café Iruña, por la belleza del local fundado en 1903 y el saber hacer del experimentado personal.
Cafetería Lepanto, por degustar las delicias de la casa y por su rincón solidario que promueve iniciativas de colaboración con los más desfavorecidos.
Dos museo, dos webs:
www.guggenheim-bilbao.es Contiene información sobre el edificio, su historia, sus propuestas culturales, sus instalaciones y sus exposiciones, entre las que destaca hasta comienzos de 2013 la dedicada al maestro austriaco del expresionismo, Egon Schiele.
www.museobilbao.com Da una amplia visión de su colección, sus actividades, sus programas educativos y también de sus muestras temporales, ahora protagonizadas por el colombiano Fernando Botero.
Más información: Turismo en Bilbao