Andar tranquila y sosegadamente por las callejuelas de la ciudad antigua me encanta, porque encuentro en ellas la paz que no soy capaz de conseguir en la gran ciudad. Y Cáceres tiene dos visitas muy distintas: Una de día, para poder contemplar las calles, las plazas, las iglesias, los palacios, los museos… pero tiene una visita de noche, que es una maravilla por el embrujo que tiene recorrerla bajo la luz artificial, que ha conseguido premios internacionales. ¡Hágame caso, no deje de recorrer esta preciosa ciudad al atardecer y en plena noche!
Casi siempre hago el mismo recorrido. Entro por el Arco de la Estrella, donde los Reyes Católicos tuvieron que jurar los fueros de la ciudad; el arco está como torcido, se cuenta, para que el coche del obispo Galarza pudiera entrar en el palacio episcopal. Hay una placa a la entrada, que recuerda al viajero que Cáceres es ciudad Patrimonio de la Humanidad, y a fe que es algo único poder ver en una ciudad del siglo XXI, el urbanismo de una ciudad encerrada en las murallas almohades y llena de palacios renacentistas.
Este periodista consiguió en Dubrovnik, a los pocos meses de acabar la guerra serbo-croata en 1995, la Manzana de Oro, el máximo galardón que conceden los periodistas de turismo de todo el mundo, hoy en el despacho de la Alcaldía de la ciudad. El galardón fue entregado en 1996 coincidiendo con el décimo aniversario de la declaración de la UNESCO como ciudad Patrimonio de la Humanidad.
Y en este mismo enclave del Arco de la Estrella, guardo un magnífico recuerdo personal: un miércoles Santo, cuando veo llegar tras una esquila, acompañado de hermanos con hachones de fuego al Cristo Negro que sale cada Semana Santa de la Con-Catedral de Santa María. Una procesión que recorre lenta y pausadamente los adarves de la vieja ciudad interior.
Y allí, cerca el Palacio de Moctezuma, que recuerda lejanamente a los conquistadores extremeños, aquellos personajes que consiguieron para España todo un continente para su imperio, mezclando la familia de los Toledo y de los Moctezuma. Hoy es el archivo provincial, una maravilla para los estudiosos de la historia de esta interesante región.
La plaza de Santa María
La primera gran plaza es la de Santa María, donde este que escribe tuvo una vez un incidente cinematográfico con Alain Delon, cuando rodó por aquí la película “El Tulipán Negro” con Virna Lisi y Adolfo Marsillach; un niño que salía del Instituto El Brocense, instalado en lo que había sido Colegio de los Jesuitas en Cáceres, cruzó sin mirar y corriendo la plaza, estropeando la filmación de la película. A pesar de este incidente, alguien le sugirió si quería trabajar en ella como monaguillo, pero la abuela del muchacho dijo que no. Otro jovencito se llevó el mérito.
En esta plaza se halla el precioso templo de Santa María, de estilo románico con transición gótica. Desde 1957 es Con-Catedral con la de Coria, desde donde trasladó su sede el obispo Manuel Llopis Ibarra; junto al templo se halla la estatua del patrón de la diócesis, San Pedro de Alcántara, que también lo es de Brasil por el cariño que le tenían los reyes portugueses; algunos de ellos fue Pedro I de Alcántara, emperador de Brasil; por ello en esa nación se le tiene gran estima en la ciudad de Petrópolis. La estatua de Cáceres es obra de Enrique Pérez Comendador, escultor de Hervás, donde posee un museo. Tenía tanta estima Pérez Comendador a San Pedro, que le colocó su propia cara para realzar la estatua de este santo franciscano.
Y seguimos avanzando hacia la parte alta de la ciudad. Hacia San Mateo, la antigua sinagoga, donde trabajaron prestigiosos arquitectos como Pedro de Ibarra o Rodrigo Gil de Ontañón; es un templo donde se hallan, entre otras, las tumbas de la familia Golfines, Ulloa y Ovando. A éste última perteneció Nicolás de Ovando, que nació en la cercana villa de Las Brozas y fue nombrado por los Reyes Católicos primer gobernador en la isla de la Hispaniola (República Dominicana y Haití). Nicolás de Ovando había sido uno de los diez gentilhombres que fue preceptor del príncipe Juan, primer Príncipe de Asturias.
En la Plaza de San Mateo se encuentra el Palacio de las Cigüeñas o del capitán Diego de Cáceres Ovando, padre del citado gobernador. Un poco más allá, el Palacio de las Veletas, que alberga el Museo. Lo más interesante de allí es el aljibe musulmán del siglo XI. Y el monasterio de San Pablo, donde las clarisas nos ofrecen sus mejores dulces.
Para deleitar el paladar…
Y hablando de comer, allí, en esa plaza se halla el restaurante Torre de Sande, y ofrece una excelente cocina con toques extremeños. Los más exigentes podrán ir a la ciudad moderna, junto al Parque de Cánovas, donde se halla “Atrio”, el mejor restaurante de Extremadura, con dos estrellas Michelin y la mejor carta de vinos del mundo.
Y por último… dónde dormir…
Para dormir otros tres lugares: El hotel Palacio de los Arenales, el primer cinco estrellas de la ciudad, en la carretera de Cáceres a Alcántara; dentro de la ciudad, el NH Palacio de Oquendo, junto a las murallas almohades y en la parte cercana a la carretera de Madrid, junto a la Universidad, AHC Hoteles, el primer hotel low cost de Extremadura.
Más información: Portal Oficial de Turismo de Cáceres