Este es un lugar donde el tiempo no se detiene, sino que nos envuelve en su ritmo, para llegar a donde las manecillas del reloj hacen un alto, donde cada minuto se disfruta y los sentidos retoman el por qué de su creación.
Un viaje que seguramente no tiene paralelo en la vida de un ecoturista que sienta admiración por nuestro país y su maravillosa riqueza natural, es adentrarse en el corazón de la selva Lacandona, en Chiapas.
La experiencia no puede compararse con ningún otro viaje; es aventurado, quizá hasta riesgoso; es encantador, seguramente hasta mágico; es una enseñanza y en momentos pareciera un sueño, pero más que nada es vivir, tan sólo por unos días, alejados -y no exagero en el término, a más de mil kilómetros de recorrido-, de la civilización.
Se trata de un lugar donde el tiempo no se detiene, sino que nos envuelve en su ritmo, para llegar a donde las manecillas del reloj hacen un alto, donde cada minuto se disfruta y los sentidos retoman el por qué de su creación: el oído se inunda de la algarabía de los pájaros, caídas de agua y vientos; el ojo no da crédito a la policromía dominantemente verdusca que ante él aparece; el olfato, ante la repentina apertura de las fosas nasales se ve enriquecido con aromas a hierbas, almizcle y tierra húmeda; el tacto revive al sentir la corteza de los árboles, la humedad en las hojas y la tibieza de los ríos; el gusto, por su parte, se ve deleitado por platillos como el cochito comiteco o los tamales de azafrán o chipilín, y entonces nos damos cuenta de que estamos inmersos en un mundo diferente y lleno de contrastes, dentro de un marco escénico de belleza indescriptible.
A orillas del río Lacantún
En esta zona, partiendo de Palenque, se toma la carretera fronteriza del sur hacia Benemérito de las Américas, para tomar un desvío en Boca Lacantún y recorrer 30 kilómetros pavimentados hasta Zamora Pico de Oro y de ahí, veinte minutos después o 13 kilómetros de terracería, se llega al Centro Ecoturístico Las Guacamayas o Ara Macao -nombre científico de la guacamaya roja-, desarrollo que en un esfuerzo singular lleva a cabo la comunidad de Reforma Agraria.
El centro se encuentra dentro de la Reserva de la Biosfera Montes Azules, área protegida de gran importancia por el ecosistema que conserva y su enorme biodiversidad.
En este lugar, construido en armonía total con la naturaleza, a orillas del río Lacantún, las posibilidades para hospedarse son diversas: hay tres cabañas ecológicas para cuatro personas, con terraza y vista al río, cuatro cabañas tipo duplex con similares características, una cabaña familiar y dos con doble suite, además de un área de hamacas y literas y una zona para acampar, todas con servicios de baño y acceso al restaurante que, con la vista del amanecer reflejada en el río, invita a probar los platillos típicos, preparados por mujeres de la comunidad y servidos con notable amabilidad y un trato tan cálido como el ambiente mismo.
Además de disfrutar del centro caminando a través de sus andadores de madera, rodeados de selva virgen y especies que se acercan curiosas y confiadas a la vez, como adivinando que quien ahí llega lleva un compromiso de respeto a la naturaleza que les garantiza su bienestar. Es posible llevar a cabo múltiples actividades ecoturísticas como senderismo por la orilla del río, dejándose envolver por el ambiente húmedo y la mezcla de graznidos, aullidos de saraguatos y aleteo de grandes aves; otra opción es el recorrido en lancha por el río Lacantún, entrando a la zona donde los monos aulladores tienen su hogar, pudiendo ver iguanas, monos araña, cocodrilos y algunos mamíferos que se acercan a las orillas a beber agua.
Conservación de la belleza
La visita al programa de conservación de la guacamaya roja es obligada, pudiendo observar como en los nidos protegidos, los polluelos reciben alimento de sus madres, cuidados de los técnicos para evitar la presencia de depredadores naturales o cazadores furtivos, lo que está garantizando la preservación de esta especie; también es muy recomendable visitar el aviario y el orquidiario del centro, así como conocer su programa de protección del venado cola blanca.
El centro en sí es toda una atracción, que quizá se pueda vivir solamente una vez, pero está enriquecida por la relativa cercanía de Yaxchilán, zona arqueológica del período clásico tardío de la cultura maya, enclavada en la selva a orillas del Usumacinta.
También cercana, por el río Lacantún, se encuentra la estación Chajúl, donde se ubica la Estación de Biología Tropical del mismo nombre, el albergue del Instituto Nacional de Antropología e Historia en Bonampak y varias casetas de vigilancia. Se puede nadar y llevar a cabo otras actividades de esparcimiento.
La zona donde se ubica Las Guacamayas, es poblada por el grupo étnico chinanteco, otra razón para visitarla y entrar en contacto con esta comunidad ajena absolutamente a las costumbres urbanas, herederos de una tradición milenaria oaxaqueña y que conservan su forma de vida, fiestas y costumbres como un tesoro resguardados por la selva y los jaguares.
Al acercarse a Las Guacamayas, aún desde Palenque y algunos kilómetros atrás, ya se siente el clima cálido y sumamente húmedo de la región, donde en verano las lluvias son constantes y a veces un alivio para el calor, por lo que es recomendable llevar ropa ligera y repelente para insectos.
Para disfrutar al máximo de este viaje hay que tener atenta la mirada y la mente, dejarse impregnar por todo lo que este mundo ofrece y captar en la memoria las imborrables imágenes que deja el paso por este centro y sus alrededores, así como lo hace todo Chiapas con sus visitantes.
Más información: Centro Ecoturístico Las Guacamayas