La abundante arquitectura colonial de la ciudad de Guanajuato, testimonio de artistas y artesanos, refleja la riqueza que en su momento, produjeron la explotación de sus ricas vetas de oro y plata.
Uno de los primeros atractivos que reciben al visitante, son sus majestuosos túneles, construidos en un principio para encauzar las aguas del río que atravesaba la ciudad y que ahora reciben al visitante. A su paso, es posible admirar pequeños balcones, bóvedas, arcos y plazas.
Una vez en el centro de la ciudad de Guanajuato, se hace obligada una visita a la Alhóndiga de Granaditas, uno de los lugares más emblemáticos de la Independencia de México, en donde el “Pípila”, Juan José Martínez, consiguió prender fuego a la puerta de este sitio para que las tropas insurgentes se apoderaran de él. En sus paredes se pueden ver todavía las huellas de la batalla. Hoy, es el Museo Regional de Historia, donde se conservan documentos, así como artefactos de la época.
La Plaza de la Paz, es la parte más antigua de la ciudad y donde se encuentran algunos de los edificios más bellos, arquitectónicamente hablando, entre los que destacan la Basílica Colegiata de Nuestra Señora de Guanajuato, que consta de una nave con un crucero, una cúpula y dos campanarios. Sus fachadas se destacan por su riqueza barroca. Las torres están ricamente adornadas con ornamentaciones del mismo estilo.
Sobre el altar principal figura un arco triunfal que dice a la letra: “1696. El Papa Pío XII se dignó elevar al honor y dignidad de BASÍLICA MENOR esta iglesia parroquial”. El atrio que rodea el templo fue hecho entre los siglos XVIII y XIX, por lo que el estilo es neoclásico y no barroco como el resto del inmueble.
El Palacio de Gobierno Municipal, del siglo XIX; la Casa del Conde de Rul de fines del siglo XVIII, atribuida al arquitecto Francisco Eduardo Tresguerras, que posee una excelente fachada y un hermoso patio interior y el Palacio Legislativo, siguiendo el mismo estilo, son otros ejemplos de la época. Al centro, se encuentra un monumento que conmemora la guerra de independencia, el cual fue inaugurado por el Presidente Porfirio Díaz.
A pocos pasos de este lugar, se encuentra el Jardín Unión, punto de reunión para la sociedad guanajuatense y desde donde se puede apreciar el monumento al “Pípila” en el cerro de San Miguel. Edificado en 1939, esta enorme estatua de cantera porta una antorcha en la mano derecha. En la base del monumento se encuentra la siguiente inscripción: “…aún hay otras alhóndigas por incendiar”.
En la parte posterior se encuentra un acceso que lleva por una escalera a la parte superior del mismo. La obra muestra columnas adosadas sobre las que descansa un entablamento decorado con metopas y triglifos. Desde aquí se puede obtener una espléndida vista de 360 grados de la entidad.
En este lugar se ubica también el Funicular Panorámico Pípila, en el cual podrá realizar un espectacular recorrido panorámico para observar la ciudad desde una perspectiva diferente.
Desde este punto, se pueden recorrer sus callejones al compás de las alegres notas de una estudiantina, quienes también narrarán algunas de sus más famosas leyendas, como la del Callejón del Beso, célebre porque sólo mide 68 centímetros de ancho y sus balcones están casi pegados uno al otro, a la distancia de un beso. Se ubica en las faldas del cerro del Gallo, en una barriada que ya existía en el siglo XVIII.
Su nombre se debe a la leyenda de dos enamorados, a quienes sus familias les prohibían verse y quienes se citaban clandestinamente en esos balcones. El padre de Doña Ana, el nombre de la enamorada, descubrió a su hija en el momento de besarse con Don Carlos y ahí mismo la mató.
Se dice que las parejas que se dan un beso en el tercer escalón tienen garantizados siete años de felicidad. Este ritual es ya obligado para todas las parejas que visitan esta romántica ciudad.
Otro sitio al cual acudir es la Plaza del Baratillo. Oficialmente esta plazuela lleva el nombre de Joaquín González y González o General Manuel González. En este lugar existió un mercado que desapareció hacia 1893. El Baratillo sigue cumpliendo su función comercial, pues en ella se venden y compran flores, verduras y frutas.
La ciudad de Guanajuato es un lugar cultural. Muestra de ello, son sus museos, como el Iconográfico del Quijote; Casa de Diego Rivera; de arte Olga Costa-José Chávez Morado; del Pueblo; Gene Byron o la Hacienda del Cochero en donde se exhiben importantes colecciones.
Mención especial merece el afamado Museo de las Momias. San Sebastián fue el principal cementerio con que contaba la ciudad, para no hablar de los de San Cayetano y de San Agustín.
El crecimiento de su población hizo que el 30 de agosto de 1853 el ayuntamiento local solicitara del Gobierno del Estado licencia para construir un amplio y bien acondicionado cementerio en la falda sur del Cerro Trozado; dichas obras se terminaron hasta principios de 1861.
A la circunstancia de su buena orientación y topografía, el cementerio agrega la muy curiosa y significativa de favorecer la conservación de cadáveres, momificándolos. Se dice que la primera momia fue exhumada del nicho número 214 de la primera serie, cuerpo inhumado el 19 de junio de 1865.
Desde el año de 1870 se comenzaron a colocar las momias en una pieza de la administración y los extranjeros comenzaron a visitarlas hasta 1894. En la actualidad, hay momias cuyas características denotan el despertar horrible y desesperado en el estrecho recinto de la fosa del enterrado vivo. Pero en la mayoría de los casos a la muerte real precedieron instantes del marcado sello de serenidad, sin huellas de sufrimiento. De igual forma, se aprecian momias de los niños, que dan la impresión de muñecos en inquietud.
Aquí también hay un Salón Culto a la Muerte, el cual contiene restos momificados e instrumentos de tortura, atravesando el umbral entre la vida y la muerte, la luz y la oscuridad, lo real y lo sobrenatural.
Pero esta entidad esta también llena de innumerables leyendas, mismas que se pueden disfrutar en la Casa de las Leyendas, en donde por medio de animación, efectos visuales, luz y sonido, en reproducciones a escala y tamaño natural se da vida a estos relatos, mientras que en la Casa de la Tía Aura, antigua casona donde se muestran en sus habitaciones y sótanos, relatos de espíritus que se niegan a abandonar este mundo, personas enterradas en los muros, almas torturas en instrumentos de la inquisición, interpretados por medio de figuras animadas y efectos especiales.
Otros recintos son el Teatro Universitario, con conciertos, festividades; el Teatro Juárez, considerado uno de los más hermosos de México, pero sin duda, el evento más importante es el Festival Internacional Cervantino, el cual se realiza en el mes de octubre con la participación varios 36 países, representando ópera, teatro, danza, música y exposiciones, la mayoría de ellas, de carácter gratuito.
Si se quiere dar una idea de la importancia de la minería en este lugar, es necesario trasladarse a la periferia de la ciudad, a la Mina de Rayas, la primera de Guanajuato, a la Cata, en donde existe un hermoso templo del siglo XVII o a La Valenciana, la más rica de la ciudad y que aún sigue en operación y que en su momento producía dos terceras partes de la plata del lugar, misma que se exportaba a España y Asia.
Para llevar un recuerdo de su visita, nada mejor que el Mercado Hidalgo, cuya fachada de cantera rosa, muestra a los paseantes dulces típicos y artesanías de la región.
Dónde comer: Asimismo existen innumerables opciones para deleitar el paladar con los exquisitos antojitos de la región, como las enchiladas mineras y ricos dulces típicos de cajeta y fresas de Irapuato, hasta restaurantes de cocina internacional. El mercado Hidalgo –ubicado en avenida Juárez– te ofrece la posibilidad de la comida casera y de adquirir artesanías, entre otros artículos. En cuanto a restaurantes sugerimos visitar en Guanajuato: la Villa de María Cristina, El Jardín de los Milagros e Ik-Etznab; Andanzas y Dos Casas, en San Miguel de Allende; y Casa Poniente, en Celaya.