Santa Ana de los Cuatro Ríos de Cuenca, una ciudad que se levanta al Sur del centro del mundo, Ecuador.
Transitar por Cuenca es ver el paso de cuatro épocas, en que la Luna Cañari fue conquistada por el Sol Inca, apagado luego en tiempos de colonización española y finalmente, ver nacer a un pueblo mestizo que convirtió a Cuenca en una ciudad republicana independiente, cuya riqueza histórica le ha otorgado el honor de ser nombrada “Patrimonio Cultural de la Humanidad”.
Las calles adoquinadas que trazan su centro histórico, conservan aún la estructura propia de las ciudades fundadas por españoles, y constituyen la base de embellecidas iglesias y casas de arquitectura que oscila entre el arte barroco, romántico, renacentista y neogótico. Entre esta variedad arquitectónica, está la Catedral de la Inmaculada Concepción, un ícono de la ciudad que se levanta imponente revelando la importancia que tiene la religión para sus habitantes, por ello, “tan alta como la fe de los cuencanos”.
Bajo el sol que cubre ciertos días a la ciudad, resulta atractivo ver a cholos y cholas cuencanas con sus trajes típicos acompañados de un elegante sombrero de paja toquilla, conocido en el mundo como “Panamá Hat”, pero que en realidad es elaborado por manos de estas tierras.
No se puede su gastronomía, que ocupa un lugar importante a nivel nacional, por la elaboración del cuy asado, chancho hornado y el mote que no puede faltar en la mesa de todo buen cuencano. Mientras en el mes de junio Cuenca se viste de sabores durante siete días para celebrar las fiestas del Corpus Cristi entre dulces como suspiros, kuskingas, pañuelos, rosquillas y más.
Si hay algo que Cuenca sabe ofrecer, es una calidez que te hace sentir en casa, logrando que propios y extraños encuentren en ella, su paraíso personal para vivir.
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