En Tlaxcala (que en lengua náhuatl significa “lugar de pan o maíz y tortilla”), la festividad del Día de Muertos es una gran tradición mestiza que los tlaxcaltecas viven con un gran respeto y religiosidad católica.
“Desde el punto de vista histórico, el Día de Muertos es un fenómeno sincrético de profunda religiosidad popular, que tiene determinadas características de acuerdo a las zonas geográficas y culturales”.
Así lo asegura Desiderio Hernández Xochitiotzin, cronista del estado.
Culto por 40 días
En la época Prehispánica, los tlaxcaltecas se regían por el calendario náhuatl, llamado Tonalamatl, el cual se dividía en 18 meses de 20 días cada uno, dando un total de 360, que sumados a los cinco días de fin de año, incluidos los años bisiestos, sumaban los 365 días que rigen nuestro calendario actual.
“De ahí que un mes, es decir 20 días, eran dedicados a la fiesta de los niños llamada Miccailhuipzintli, que de acuerdo al calendario actual corresponde al noveno mes, del 9 al 28 de agosto.
La conmemoración a los difuntos mayores conocida como Hueymiccailhui, iniciaba del 29 de agosto al 17 de septiembre, correspondiendo al décimo mes”.
Hernández Xochitiotzin explicó que debido a que en Tlaxcala -la entidad más pequeña de la República Mexicana-, se tiene presencia de tres grandes étnias: otomí, náhuatl y olmeca-chichimeca, con particulares raíces civiles, religiosas y políticas, “existen por lo menos tres maneras de celebrar a los muertos, que se funden con las creencias que se tiene en los estados circunvecinos como Puebla, Veracruz y las sierras cercanas, lo que viene a multiplicar el culto a los fieles difuntos”.
Refirió que “los antiguos tlaxcaltecas creían que cuando una persona moría en esta vida, nacía a la inmortalidad como dios, mientras que en el catolicismo se cree que cuando alguien fallece se va al cielo o al infierno, según haya sido su comportamiento en el mundo terrenal, además de que no se rinde culto a la muerte porque no hay dioses para ella”.
El también pintor, indicó que el Día de Muertos en Tlaxcala se festeja con profunda religiosidad y respeto, sobre todo entre la población autóctona y los otomíes, cuyas costumbres están más arraigadas.
Un ejemplo de ello es San Juan Ixtenco, un poblado muy cercano a Huamantla, cuyas ofrendas tanto en la casa como en el panteón, se caracterizan por su riqueza tradicional indígena.
“Las cruces que se colocan son naturales, porque son cortadas de las ramas de un árbol siempre y cuando tengan la forma de un crucifijo, además de que las ofrendas son más ricas en presentes como panes, guisos y pulque”.
En San Juan Totolac, que se localiza a dos kilómetros al poniente de la ciudad de Tlaxcala por la carretera libre a la Ciudad de México, y cuya población es de origen náhuatl, “las ofrendas son abundantes en panes, por ser un lugar de panaderos, donde se elabora el tradicional pan de fiesta”. Se colocan verdaderos manojos de panes y una gran cantidad de veladoras en los altares.
En el panteón de la localidad no hay montículos, pero un día antes de la celebración de los Fieles Difuntos, la gente adorna la sepulturas con tierra blanca traída de Tizatlán -cuyo significado en náhuatl es “lugar de tiza o tierra blanca” y donde predicó Quetzalcoatl-, al igual que ornatos hechos a base de fruta en forma de capulincillo en color amarillo, verde y naranja, enriqueciéndolas con flores de zempatzúchitl. El día 2 de noviembre hacen una enorme fiesta en el panteón.
A tan sólo media hora de Tlaxcala, se encuentra Tepehitec, una población también de origen náhuatl que durante el Día de Muertos lleva a cabo una ceremonia nocturna, ya que se van al panteón a esperar a las ánimas y dejarles sus ofrendas luego de cenar con ellas.
En San Luis Teolocholco, cercana al Iztaccíhuatl, las ofrendas se caracterizan por tener menos abundancia de pan y más de comida hecha a base de maíz. Además de las imágenes religiosas, se pueden apreciar platillos como el chile-atole y el mole de guajolote (platillo prehispánico sagrado).
En suma, el cronista tlaxcalteco reiteró que en la entidad se funden elementos prehispánicos con católicos. En San Juan Ixtenco la presencia de ramas y flores guarda un estrecha relación con los dioses de los Montes y de las Flores, mientras que en San Juan Totolac, la tierra blanca obedece al color blanco que caracterizaba al dios Quetzalcóatl y en el Iztaccíhuatl, dios del Agua o de la Lluvia, conjuntamente con la presencia imágenes de la Virgen María o San Isidro Labrador.
La Feria de Todos los Santos en Tlaxcala
Con el paso de los años, la veneración a los muertos se ha venido modificando, al fundirse las raíces de la tradición prehispánica con la española, lo cual da motivo principal para la realización de la “Feria de Todos los Santos”.
Esta, es una de las más antiguas del país, cuyo origen data del año 1826 y que en su XLII edición se llevará a cabo del 15 de octubre al 7 de noviembre.
En contraste con las fechas en que se celebran estas fiestas, para los tlaxcaltecas deja de ser una época de dolor para convertirse en una muestra de folklore y colorido.
En Tlaxcala, las ferias y las fiestas populares constituyen una de las más ricas expresiones, en cuyas raíces se mezclan las tradiciones prehispánicas y españolas, siendo éstas, el reflejo de una valiosa herencia.
La Feria de Tlaxcala, “La Fiesta de todos los Santos” se caracteriza por ser una muestra del desarrollo económico del estado, con excelentes exposiciones artesanales, turísticas, industriales, agrícolas y ganaderas, además de ofrecer eventos deportivos, artísticos, culturales, corridas de toros, peleas de gallos, sin faltar la exquisita gastronomía y en especial la hospitalidad de su gente; garantizando con ello que los visitantes tengan diversión, esparcimiento, espacios suficientes y servicios eficientes.
En el ámbito religioso, los festejos inician el 28 de octubre, día dedicado a las ánimas de los accidentados o de los que murieron en desgracia. La celebración del Día de Muertos en Tlaxcala, no es de duelo sino más bien de festejo, de magia, de alegría, rezos, cantos, colores y sabores que se mezclan en espera del alma bendita que llegará a reunirse con los seres queridos.
Para chuparse los dedos
Al visitar esta Feria, por supuesto, no se puede perder la oportunidad de degustar la gastronomía tlaxcalteca, destacando los escamoles (hueva de hormiga), gusanos de maguey charales de origen prehispánico, que hasta nuestros días se siguen cocinando con las recetas originales, y que son de los más solicitados por los turistas nacionales y extranjeros.
Ahora que para saborear de una excelente comida típica, se recomienda la sopa de tortilla, de haba, las tlatlapas, como plato fuerte el pollo Tocatlan, lo mismo que el mixiote de carnero, la barbacoa de hoyo, el mole de guajolote, el pipian verde o rojo; de postre el requesón con piloncillo, los muéganos huamantlecos, las alegrías y los buñuelos, todo ello acompañado con ricas bebidas como el atole de amaranto, el pulque o los “curados”.
¿Cómo llegar a Tlaxcala?
Tlaxcala se localiza a una hora con 40 minutos de la Ciudad de México; se puede llegar por autobús, saliendo de la Terminal de Autobuses Poniente (TAPO), o por automóvil por la autopista México-Puebla, para luego tomar la desviación en San Martín Texmelucan y de ahí incorporarse a la autopista que llega a Tlaxcala.
Más información: Tlaxcala ¡Si existe!