Localizada al norte de la ciudad de Mérida, en el estado de Yucatán, encontramos la ciudad maya de Dzibilchaltún, que literalmente significa “el lugar donde hay escritura en piedra”.
Fue una ciudad que alcanzó su mayor esplendor entre los años 600 y 900 de nuestra era, contando con 20,000 habitantes, caracterizada por la producción de artículos terrestres y marinos, entre los que sobresalieron la sal y las herramientas de caracol, además de la siembra de maíz, principal alimento de los pueblos mesoamericanos.
Dzibilchaltún es considerada una de las ciudades mayas más antiguas y es un buen lugar para observar la evolución de esta cultura en lo científico, lo político y por supuesto en lo religioso. Así tenemos que el sitio cuenta con 8,400 construcciones encontradas hasta la fecha (hay que recordar que los trabajos de investigación continúan).
Entre las atracciones que nos ofrece Dzibilchaltún se encuentran El Reloj y El Templo de las Siete Muñecas, que es la estructura principal. Consta de una subestructura cuadrangular en donde se pueden contemplar los equinoccios, donde los antiguos mayas creían que el dios del Sol se asomaba con su colorido plumaje por las puertas.
El fenómeno arqueoastronómico del equinoccio ocurre cuando la puerta del Templo de las Siete Muñecas es iluminado por los rayos del sol y es tal la perfección matemática que alcanzaron los mayas, que lograron que la luz del astro pudiera permanecer en el centro de la puerta, jugando con las sombras que se crean en la fachada poniente ofreciendo un espectro de luz y sombra que refleja el mascarón del Dios Chac o Señor de la lluvia.
Conforme se eleva el sol, las imágenes descienden hasta concluir con su contraparte, ese es el momento en que el astro rey queda en el horizonte de quienes utilizaban el edificio como reloj para determinar el cambio de estación.
Este fenómeno marca el camino del sol en los solsticios y se puede apreciar en diferentes etapas del año que, como ya mencionamos, son los equinoccios de primavera y otoño.
Como un dato curioso, este fenómeno de luz y sombra pasó desapercibido para los investigadores por largo tiempo, si consideramos que las primeras investigaciones arqueológicas en el sitio fueron en los años de 1956 a 1964 y el descubrimiento de la “puerta del sol” fue en 1982, a cargo del arqueólogo Víctor Segovia. Hablamos de 26 años en que nadie se había percatado de él.
Tal vez, estimado lector, se preguntará el por qué del nombre del Templo de las Siete Muñecas; pues bien, ésto es debido a que en las primeras exploraciones se localizó una ofrenda de siete muñecas de barro, lo más seguro es que fueran representaciones de los gobernantes o clases dirigentes de Dzibilchaltún.
Lo anterior cobra fuerza con los descubrimientos recientes hechos por el INAH, ya que en dichos trabajos se encontró el posible nombre de uno de los gobernantes, conocido como Kalom Uk’uw.
Otro edificio importante es lo que parece ser una pirámide -la primera localizada en la zona- denominada Estructura 36, que se ubica en la Gran Plaza, en donde también sobresalen las “estelas”, piedras talladas donde se inmortalizaban los grandes sucesos de la política y la sociedad. Así tenemos que en algunas se narra la victoria de la ciudad en una guerra o la subida al trono de un nuevo kinich ahau o gobernante. Algunas son consideradas verdaderas obras de arte de Mesoamérica, gracias a lo magnifico de sus trazos; como ejemplo está la estela 19.
Una característica más que ponderar de Dzibilchaltún es su mampostería, que son piedras unidas con argamasa y cuñas, y la utilización de bóvedas construidas con el sistema de piedras saledizas.
Los sacbé, que significa camino blanco, son caminos que conectaban varios lugares o plazas; en Dzibilcahaltún hay mínimo siete. Uno de ellos conduce a otro atractivo turístico de la zona arqueológica: el cenote conocido como: Xlacah (Pueblo Viejo) uno de los más grandes y profundos encontrados en Yucatán.
De él se han logrado rescatar varios objetos arqueológicos, en su mayoría vasijas que nos dejan ver un poco más sobre la historia del pueblo maya. Recordemos que Dzibilchaltún fue habitado desde los primeros años de esta cultura sorprendente, hasta la conquista.
Para el turista, es posible bañarse en el cenote. Además, en el sitio encontramos el Museo del Pueblo Maya, proyecto recién terminado, en donde se conjunta la historia con la ecología del lugar.
Otra de la edificaciones que sobresalen no tiene nada que ver con los mayas, es la capilla construida por los españoles durante la conquista de Yucatán, que nos brinda una maravillosa posibilidad de contemplar la unión de dos civilizaciones que son el origen de los actuales mexicanos.
Como podemos observar, los trabajos de investigación y exploración continúan en diversas zonas arqueológicas, lo que nos dará, sin lugar duda, que en muy poco tiempo podamos hablar de nuevos descubrimientos en Dzibalchaltún.
La región donde se desarrolló Dzibilchaltún gozaba de exuberante vegetación selvática que al mismo tiempo era hábitat de gran diversidad animal, así que la caza era una actividad muy común entre los mayas, quienes aprovechaban los huesos para hacer flautas y agujas, además de utilizar sus pieles para vestidos, tapetes y escudos, por mencionar algunos usos.
La caza y la tala aunada a otras actividades desarrolladas con la llegada de los españoles ocasionaron un desequilibrio ecológico y hasta después de 400 años, se designó a esta área como protegida, con el propósito de restaurar los recursos naturales y culturales, decretándose Parque Nacional en 1987.
La zona arqueológica se localiza a 15 kilómetros de la ciudad de Mérida y para llegar a ella se debe de tomar la carretera federal número 261 con dirección a la costa norte hasta llegar a la desviación a Chablekal, los días de visita son de lunes a domingo con un horario de 8:00 a 16:00 horas. Los niños menores de 13 años, las personas de la tercera edad, maestros y estudiantes con credencial vigente entran gratis mostrando su credencial.
Más información: SIC México