Hablar de Chihuahua es hablar de la grandeza de su gente, de su territorio, de montañas y desiertos; es quedar embrujado con su atmósfera limpia y clara.
Muestra de ello son las Barrancas del Cobre, uno de los sistemas orográficos más espectaculares de América del Norte, en donde se encuentra la cascada más alta de México y en cuyas laderas se desarrollo una de las culturas más enigmáticas del norte del país: los Rarámuris.
La riqueza guardada en sus entrañas atrajo a numerosos conquistadores a estas tierras, que siglos antes fueron pobladas por nativos de casi 200 tribus, entre las que destacaban los Tarahumaras, quienes se han llamado asimismo Rarámuri, que en su lengua significa «hombres a pie», etnia de inclinaciones espirituales muy ricas, admirada y estudiada hasta nuestros días por la fuerza que han tenido para resistirse al aculturamiento del «hombre blanco».
Algunos Rarámuri que ya han asimilado cierto grado de «civilización» se agrupan en cuatro o cinco familias y forman lo que podría llamarse una ranchería. En ciertos casos levantan una modesta vivienda cerca de una de las 20 misiones católicas diseminadas por la Sierra Tarahumara.
La Sierra Tarahumara, sus barrancas y misiones
Una de las regiones más espectaculares – y más conocidas – son las maravillosas barrancas de la Sierra Tarahumara. Aquí, los amantes del ecoturismo pueden disfrutar al máximo la montaña, mientras escalan y cruzan zonas agrestes, para luego descansar en los verdes valles y refrescarse con el agua cristalina de los arroyos.
A la par con la historia forjadora de grandes hombres, se levantó la obra de ingeniería más escénica de México: el Ferrocarril del Pacífico, que serpenteando por las escarpadas cumbres de la Sierra Madre, da la oportunidad al viajero de admirar y dejarse embelesar por su famoso Cañón del Cobre, lugar donde confluyen siete barrancas. La zona ofrece múltiples posibilidades, tanto al turista convencional como al de aventura, al contar con instalaciones hoteleras y servicios en Creel, Divisadero, Bahuichivo y Témoris, principalmente.
Creel es la puerta de entrada a la Sierra Tarahumara y sus majestuosas barrancas, y se puede llegar por el tradicional ferrocarril, carretera o vía aérea. Esta población es considerada centro de enlace entre las diferentes culturas indígenas y punto de partida hacia la Barranca del Cobre.
Las formaciones más notorias son La Sinforosa, cercana al río verde; la de Urique y la del Cobre, aunque también destaca la Barranca de Batopilas, antiguo pueblo minero en la época de la Colonia.
La temporada más propicia para el turismo de montaña es de enero a mayo, es decir, cuando el clima es frío y seco templado. Aquí, los propios lugareños son guías experimentados que conducen a los excursionistas a través de la Sierra.
Uno de los lugares de interés turístico más bellos de la región es el Lago Arareco, situado en el ejido del mismo nombre, el cual es operado por los Rarámuri, quienes ofrecen al visitante caminatas, paseos en bicicleta, balsa, caballo, hospedaje y área para acampar. Dentro de esta comunidad -situada a ocho kilómetros al sur de Creel-, se localiza la antigua Misión de San Ignacio y el Valle de Hongos, llamado así por las caprichosas formas que se aprecian en las rocas del lugar.
A trece kilómetros al sur de Arareco se encuentra Cusárare, donde se puede visitar la Misión Cusárare del siglo XVIII, cuyo interior fue decorado por los tarahumaras, con su original estilo. En los alrededores de Creel, existen otras comunidades y albergues indígenas importantes, como la Misión de Sisoguichi que data de fines del siglo XVII, donde los sacerdotes jesuitas han desarrollado una labor incansable para la educación de los Rarámuri.
A 17 kilómetros al sur de la estación Divisadero-Posada Barrancas se llega a la antigua Misión de San Francisco Javier de Cerocahui, fundada en 1681 por Juan María Salvatierra, mientras que en Batopilas puede visitar la Misión de Savetó. En la ciudad de Chihuahua se ubica la Misión de Guadalupe, que data del año 1659 y que hasta la fecha conserva su viguería original.
A cinco horas de la capital del estado -344 kilómetros por carretera y a hora y media vía aérea- se localiza la Barranca de Sinforosa, con una longitud aproximada de 120 kilómetros y que se localiza a 16 kilómetros del poblado de Guachochi.
En su mirador más espectacular, Cumbres de Sinforosa, tiene mil 400 metros de profundidad, y en el punto más profundo se encuentra el mirador Cumbres de Guérachi con mil 830 metros.
En la zona de miradores, que es la parte más alta de la barranca, existe un bosque con varias especies de pino y encino principalmente.
El clima es templado y fresco en el verano y muy frío durante el invierno. Aquí los amantes de la naturaleza practican el campismo y la caminata, para lo cual se recomienda vestir ropa cómoda al igual que el calzado, ya que el descenso al fondo de la barranca suele durar dos días. La temporada más recomendable para descender es en el mes de diciembre o primavera, pues el verano suele ser muy caliente en el fondo.
La Barranca del Cobre es uno de los atractivos turísticos más espectaculares de Chihuahua, la cual se puede admirar desde la Estación Divisadero o de Areponapuchi, a la cual se llega por carretera desde la capital del estado en cerca de cinco horas, y en 50 minutos en avioneta, mismas que aterrizan en la pista que existe para este tipo de aeronaves, aunque la forma más tradicional es vía Ferrocarril Chihuahua-Pacífico, tomando el tren en la ciudad de Chihuahua o en Los Mochis, Sinaloa.
Esta barranca es la más profunda de toda la Sierra Tarahumara, tiene mil 870 metros de profundidad y 50 kilómetros de longitud, lugar que incluso, se dice, supera al famoso Cañón de Colorado. En las partes altas se admiran impresionantes acantilados y la belleza del bosque, cuyo aroma a pino impregna el lugar. En los miradores no hay restricciones de horario, así que sí es fanático de la fotografía podrá esperar las mejores horas para conseguir excelentes impresiones del bellísimo paisaje.
El descenso a las barrancas suele durar dos días, así que si le gusta el campismo, esta es una inmejorable oportunidad de disfrutar la naturaleza; para los que gustan del turismo de Aventura, está el río Urique, el cual se puede recorrer en balsas, siempre y cuando sea un especialista en este deporte, o bien, por la rivera del mismo a caballo.
Para los descensos al fondo de las barrancas se requiere de buena condición física, así como ropa adecuada a la temporada. Para observar la barranca desde los miradores, cualquier fecha es buena, aunque se recomienda especialmente los meses de verano y otoño, por los coloridos propios de estas temporadas.
La majestuosa y bella Barranca de Urique, que en tarahumara significa «lugar de barranca», aunque hay quienes piensan que significa «tierra baja o caliente»; se encuentra situada a unos escasos metros de Areponápuchi o El Divisadero, la cual tiene como cabecera municipal a Urique. Para llegar a este lugar es necesario descender por un camino de terracería, que baja de dos mil metros de altitud hasta los 600 metros aproximadamente. Se pueden contratar los servicios de transportación terrestre que se ofrecen en Creel, aunque es importante hacer hincapié en que el camino de terracería que pasa de Cuiteco a Bahuichivo no es transitable en temporada de lluvias. Tiene una profundidad de mil 300 metros. En este paradisíaco atractivo, se pueden practicar varios deportes como el excursionismo, el campismo y el ciclismo de montaña, todos los días del año.
Huellas del pasado en Chihuahua
A seis kilómetros al suroeste de Nuevo Casas Grandes se localiza Casas Grandes, importante sitio arqueológico e histórico, donde se alza la Misión (franciscana) de San Antonio de Padua de Casas Grandes.
Al noreste del estado, como mudo testigo de abolengo, se encuentran las ruinas de Paquimé, ciudad dormida en la llanura, que presume de ser la zona arqueológica más importante que se ha descubierto no sólo en el estado de Chihuahua, sino también en el norte del país, con una antigüedad calculada entre 600 a 900 años; asiento de una de las principales ramas descendientes de la Era Mogollón.
Esta civilización construyó sus edificios y monumentos con tierra arcillosa, a partir de un sistema de lodo precolado y apisonado. Dueños de un urbanismo muy adelantado, demuestran el gran avance tecnológico que lograron desarrollar sus habitantes.
También a 55 kilómetros al suroeste de la ciudad está la Cueva de la Olla, del mismo origen cultural y arqueológico que Paquimé, que debe su nombre a que en el interior de una cueva del cerro se encuentra un enorme granero en forma de olla, cuya dimensión es de dos metros de alto por 2.5 de diámetro; mientras que el Arroyo de los Monos, es una zona arqueológica donde existen pinturas rupestres y petrograbados al aire libre.
Recorrer las zonas arqueológicas de Madera es remontarse a otro tiempo, al imaginar la vida cotidiana de la gente que habitó esta zona hace 900 años, las cuales se encuentran a una distancia relativamente corta de esta ciudad, que se ubica a 276 kilómetros al noroeste de la capital. Muy cerca de la población está la Misión de San Pedro de Nahuerachi.
La más importante es la conocida como «Cuarenta Casas», cuyo nombre se refiere a un número indeterminado, aludiendo a cuarenta casas por decir muchas, pertenecientes a la Era Mogollón y que fueron descubiertas dentro de grandes acantilados, y que al igual que Paquimé, las construcciones están hechas a base de lodo precolado.
A 66 kilómetros hacia el este, y a dos kilómetros después del puente de Huápoca, luego de un recorrido de profundos barrancos y hermosos paisajes se llega a la Cueva Grande, en cuya entrada se encuentra una cascada que da la bienvenida a una cámara de 50 metros de profundidad, donde se puede admirar pequeñas casitas, así como vestigios de una gran civilización.
Otro de los sitios arqueológicos es el denominado Conjunto Anzasi, a 46 kilómetros al este de Madera. Al bajar entre dos grandes riscos se encuentra una gran cueva que perfora la montaña de este a oeste, dentro de la cual se encuentran 14 complejas construcciones.
La cueva o «Nido Águila» está en un acantilado. La casita que sigue en pie y que no muestra signo alguno de deterioro, parece suspendida en el espacio y el tiempo…
Las Barrancas del Cobre son un sistema montañoso que resguardan en su interior, infinidad de tesoros arqueológicos, culturales, pero sobre todo naturales. Recorrer cada una de sus formaciones, ríos, misiones o poblados, a caballo, bicicleta, balsa o pie, es toda una aventura para la cual se debe estar bien preparado.
Estamos seguros que al final del día, el esfuerzo habrá valido la pena.
Más información: Visita Chihuahua.