Guimaraes, una de las urbes lusas que atesora un riquísimo patrimonio histórico-artístico y una larguísima tradición como referente cultural en ese país.
Testigo del tiempo
De hecho, la ciudad de Guimaraes es uno de esos lugares de visita inexcusable si se llega a tierras portuguesas. Con sus apenas 50 mil habitantes, su reducido casco urbano guarda sorpresas en forma de monumentos claves para conocer el devenir histórico de Portugal.
Para empezar, fue aquí donde nació el primer rey de la monarquía lusa, hacia el año 1109. Recibió el nombre de Alfonso Henriques y concretamente vino al mundo en una de las alcobas del castillo de Guimaraes, que todavía hoy se yergue poderoso, cobijando a sus pies el núcleo de la población.
Prácticamente todos los escolares lusos acuden hasta este castillo para conocer los remotos orígenes de su país. El Castelo, como se le conoce, posee una magnífica torre del homenaje en el centro y está rodeada de otras torres menores y murallas, que en otro tiempo alcanzaron una longitud de dos kilómetros.
Estas murallas se recorren por el antiguo camino de ronda por el que vigilaban el territorio en otro tiempo, y hoy sirven para disfrutar de una espléndida panorámica del entorno. Lo primero que se ve es la sobria iglesia románica de San Miguel. Un magnífico ejemplo de la arquitectura románica del siglo XII.
Palacios y fortalezas
Y muy cerca de la iglesia se halla el esplendoroso Palacio de los Duques de Bragança. Al admirarlo desde el exterior, surge la duda. ¿Es un palacio fortificado o una fortaleza palaciega? Combina en su arquitectura los rasgos señoriales de una residencia aristocrática y al mismo tiempo posee el aspecto robusto de un gran fortín.
Una vez adentrados en sus estancias se aprecia toda su riqueza, ya que se ha salvaguardado gran parte del mobiliario de época, y durante el paseo por sus salas se admiran objetos y muebles de diferentes procedencias: porcelanas chinas, pinturas italianas y holandesas, alfombras persas, tapices, relojes, armamento… No es de extrañar que este palacio tan bello y bien conservado haya sido el escenario elegido para ambientar diversas películas que nos remiten a los tiempos de su esplendor, los siglos XV y XVI.
Desde el palacio, la rua de Santa María desciende hasta el corazón de la población. El paseo es muy corto y animado, ya que se camina entre casonas históricas repletas de detalles labrados en piedra y forjas de hierro. De esta manera, en un momento se llega hasta la plaza de Santiago y la de Oliveira.
El conjunto posee un encanto particular, con las casas tradicionales apiñadas una contra otra y elevadas sobre soportales. Precisamente un soportal une ambas plazas. Se trata de los bajos del antiguo Ayuntamiento construido en el siglo XVI, con muchas características del estilo artístico más emblemático y único del arte portugués: el estilo manuelino.
Y frente del antiguo ayuntamiento se encuentra la Colegiata de Nuestra Señora de Oliveira, originada en un convento construido en el siglo X, pero que con el paso de las centurias ha cambiado mucho su aspecto. Así se convierte en una especie de tratado de la historia del arte de la ciudad, desde el estilo románico hasta el barroco.
Como curiosidad, ante la iglesia se levanta un templete gótico que conmemora la Batalla de Salado, donde las tropas portuguesas y españolas vencieron al ejército musulmán en el año 1340. Cuenta la leyenda que cuando se acabó de construir este monumento, un olivo que crecía muy próximo se pobló inmediatamente de hojas. Es la razón por la que la iglesia se conoce como Nuestra Señora de Oliveira. En la actualidad, sigue habiendo un olivo ahí, pero es otro, replantado y mucho más joven que el original.
Estos son, a grandes rasgos, los atractivos más interesantes de Guimaraes. Hay otros como la plaza de Toural con su empedrado y sus casas abuhardilladas, o la iglesia de San Francisco construida en el siglo XV y modificada en el XVIII o el teleférico que lleva al Monte Pena, sobrevolando un estupendo bosque de pinos, eucaliptos y mimosas.
En definitiva, Guimaraes es un destino interesante en cualquier época, pero sin duda este es un momento idóneo para disfrutarlo y empaparse de su patrimonio, conocer a sus amables habitantes y de paso, conocer la cultura europea más actual y vigente.
Dónde hospedarse:
La mejor opción para el alojamiento en la zona es la de la red de hoteles y pousadas que ofrece el Grupo Pestana-Pousadas. En la región Norte de Portugal, hay 11 pousadas de distinto tipo: históricas, con encanto, de naturaleza… todas ellas muy recomendables.
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