Ubicado en el sur de México, Oaxaca es uno de los estados con mayor patrimonio histórico, natural y cultural de nuestro país, porque a lo largo de su territorio ofrece inimaginables paisajes y un clima muy agradable, donde se encuentra la más enorme diversidad de ambientes naturales. Así, el estado de Oaxaca es privilegiado por la infinita gama de atractivos turísticos que posee, además de un pasado majestuoso que también se puede admirar a través de sus pueblos típicos y riquezas naturales, como es el caso de dos atractivas cascadas petrificadas, conocidas con el nombre de Hierve el Agua, las cuales se formaron de manera natural a lo largo de miles de años, debido al escurrimiento de agua con un alto contenido de sales minerales.
Este atractivo está conformado por una amplia red de manantiales de aguas no termales, aunque si muy efervescentes, que simulan estar a punto de la ebullición en las superficies por las cuales descienden a través de rocosos acantilados de más de 50 metros de altura. Estas estructuras, localmente han sido llamadas “Cascadas de Sal”, ya que están compuestas por aguas sobresaturadas de carbonatos de calcio que emergen de pequeñas grietas o de fisuras que se han originado en los suelos calizos de la Formación Teposcolula, correspondiente al período Cretácico Superior, y que afloran en esta región, donde crean este espectáculo natural sin precedentes.
El área cuenta con ojos de agua y manantiales de aguas cálidas cuya temperatura oscila entre los 22°C y 27°C; esta escurre por una salida de más de 200 metros de profundidad, donde va formando enormes estalactitas parecidas a las que se desarrollan en las grutas y ambientes subterráneos; sólo que éstas son creadas en la superficie terrestre y se aprecian desde gran distancia. Tienen el aspecto de caídas de agua, aunque de brillante coloración blanquecina; al acercarnos a comprobar su textura, de inmediato apreciamos que es roca sólida, muy parecida a una piedra pintada con cal. Aquí tres manantiales aportan su agua a las albercas y uno de ellos, ubicado a 300 metros al sureste del Anfiteatro, es el que mantiene a la cascada petrificada.
En Hierve el agua, además de poder disfrutar estas cascadas pétreas o fosilizadas; además existe una gama de pequeñas pozas en una explanada que ocupa una superficie del tamaño de una cancha de futbol, mejor conocida como “El Anfiteatro”. Aquí, los habitantes y autoridades del municipio de Albarradas han construido dos albercas, donde el agua adquiere una llamativa coloración verdosa debido a la cantidad de sales que contiene.
En los alrededores se localizan cuatro manantiales que en temporada de lluvias rebosan por la enorme cantidad de agua. Por otro lado, en los meses de sequía a principios de año, el nivel del agua y de los escurrimientos reduce su nivel.
Para los investigadores, tanto biólogos y geólogos como arqueólogos, el área de Hierve el Agua reviste una enorme importancia, debido a que se han encontrado evidencias y vestigios antiguos acerca de que este sitio fue un espacio sagrado de los antiguos zapotecas.
El lugar cuenta con un complejo sistema de riego, que al parecer se construyó hace más de 2,500 años, según indican las numerosas investigaciones y estudios de campo realizadas por expertos de diferentes disciplinas científicas; sólo así es posible entender hasta nuestros días que todavía existen estas construcciones en formas de terrazas y de canales de riego.
Por lo anterior, algunos investigadores concluyen que el área pudo ser un santuario para los antiguos dioses Zapotecas.
El área de Hierve el Agua, se encuentra cerca del poblado de Roeguía, en el municipio de Albarradas, a escasos 80 kilómetros de la ciudad de Oaxaca, poco después de pasar por la zona arqueológica de Mitla. La carretera que conduce hasta el lugar es sinuosa, pero cuenta con bellos paisajes y está rodeada de escarpadas serranías.
Este bello lugar ubicado en tierras elevadas, ha sido rescatado del abandono, ha sorteado diversas problemáticas y actualmente cuenta con todos los servicios básicos, como cabañas para pernoctar, zonas de acampada, baños, vestidores y palapas; también cuenta con pequeños restaurantes con deliciosa comida regional.
La vegetación que rodea a la enorme “Cascada de Sal” está compuesta por diferentes especies de encinos, además de variadas cactáceas como tetechos, nopales y biznagas; además, aquí abundan los magueyes y los agaves espadín y tobalá, con los que los habitantes de las comunidades cercanas producen el más delicioso mezcal blanco. Son tierras que ocupan una sierra poco elevada, pero que presenta una evidente aridez, donde se dieron las condiciones propicias para que surgiera esta maravilla natural, que es un mosaico más dentro del amplio espectro de atractivos de este estado pujante, lleno de tradiciones, de magia y de una conformación natural única y de exuberante belleza.
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