Aunque el tulipán es sin duda el símbolo floral holandés, hace unos años celebró oficialmente sus cuatro primeros siglos de vida, y desde siempre ha sido fuente de inspiración para artistas y poetas.
Al margen de calendarios, no puede decirse que la primavera ha llegado a Europa hasta que Keukenhof, a 20 kilómetros de Amsterdam, abre sus puertas a fines de marzo, y permanece abierto sólo hasta fines de mayo. Apenas dos meses para visitar este paraíso, considerado por los expertos como el jardín más bello del mundo.
Tulipanes y esculturas por doquier
Este gigantesco jardín holandés de 32 hectáreas muestra más de siete millones de flores, especialmente tulipanes en todas su variedades -se calcula que hay más de 5 mil diferentes-, pero también narcisos, jacintos y otras flores de bulbo en un paisaje fascinante, en el que se intercalan árboles centenarios, lagos, arbustos, plantas perennes y grandes extensiones de césped.
Tampoco faltan las estatuas, senderos, fuentes, terrazas, escaleras, puentes, invernaderos y… naturalmente, un tradicional molino holandés, que sirve para mostrar cómo se elaboraba la harina y desde el que se obtiene una preciosa perspectiva sobre todo Keukenhof y los interminables y floridos campos de plantaciones.
El parque primaveral más bonito del mundo ha sido visitado por más de 50 millones de visitantes en este tiempo. Pero pese a su edad, está más joven que nunca, con la primavera mostrándose en todo su esplendor de flores y colores. Además de los millones de bulbos en flor y las fantásticas exhibiciones de flores, Keukenhof tiene el mayor jardín de esculturas de los Países Bajos y es el lugar más fotografiado del mundo. Conocidos como los “Jardines de Europa”, son seguramente de los más hermosos que existen. Inconfundibles por sus brillantes colores, su variedad de flores y sus paisajes naturales con más de 15 kilómetros de senderos por los que pasear contemplando los conjuntos florales.
En los diversos pabellones de Keukenhof pueden admirarse variadas exhibiciones de flores. En el pabellón Beatrix se presenta una inusitada exhibición de orquídeas y el pabellón Oranje Nassau sorprende cada semana con una nueva maravilla floral. Se pueden ver más de 30 mil lirios de 300 variedades durante la mayor exhibición de lirios del mundo en el pabellón Willem Alexander.
Una larga historia
Keukenhof, junto a la pequeña ciudad de Lisse, a sólo 20 kilómetros de Amsterdam, nació en 1949 como escaparate de los productores holandeses de bulbos que querían mostrar la calidad de sus flores a los posibles clientes. Los diez activos floricultores que tomaron la iniciativa consiguieron que les cediesen este parque centenario que, según los historiadores, había pertenecido a la duquesa Jacoba de Baviera en la primera mitad del siglo XV, quien lo utilizaba para descansar, cazar y recoger plantas que luego se utilizaban para cocinar en el castillo, de donde vino el nombre de Keukenhof (jardín de la cocina). Hacia 1830, se encomendó al arquitecto paisajista Zocher el diseño de unos jardines. Inspirándose en los paisajes ingleses, Zocher trazó los rasgos generales del actual Keukenhof.
Pero lo que empezó siendo casi una íntima muestra comercial se ha convertido, más de sesenta años más tarde, en uno de los lugares más espectaculares de Europa y el principal atractivo turístico de Holanda en primavera, al que acude cada año más de un millón de personas.
Los visitantes pueden recorrer sus más de quince kilómetros de paseos y senderos bordeados de flores y plantas, detenerse ante los diferentes jardines temáticos: aromático, abstracto, multicolor, de estilo renacentista, acuático…, contemplar la deliciosa exposición permanente de orquídeas o tomar ideas de los jardines en miniatura para trasladarlas a su jardín particular.
De hecho, el aspecto pedagógico de Keukenhof es muy importante. A lo largo del parque hay diferentes puestos de información que proporcionan material de documentación sobre la forma correcta de usar el agua, el modo y profundidad de plantar los bulbos, los cuidados en invierno, etc. También hay diferentes tiendas que venden bulbos, semillas, libros especializados, pequeñas herramientas para el jardín, abonos…
Hay algunos aficionados que acuden anualmente, como un rito, a Keukenhof, y cada año tienen una nueva sorpresa. Y es que el enorme jardín ofrece cada vez un aspecto diferente. Cuando cierra sus puertas, los especialistas comienzan a diseñar el jardín del año siguiente. Se dibujan nuevos parterres y macizos de flores, se modifican las combinaciones de colores, se añaden otras formas… Cada año Keukenhof trata de superar al Keukenhof del año anterior. Y casi siempre lo consigue.
Un gran negocio
Aunque el tulipán es sin duda el símbolo floral holandés, – hace unos años celebró oficialmente sus cuatro primeros siglos de vida, y desde siempre ha sido fuente de inspiración para artistas y poetas-, las flores, en general, son, además, su gran industria. La producción holandesa, que incluye flores cortadas, plantas, bulbos y productos de floricultura, ronda los 4 mil millones de euros y su cuota entre los países exportadores supera el 60 por ciento.
Para obtener una idea de lo que el mundo de las flores representa para Holanda, vale la pena visitar Aalsmeer, a pocos kilómetros de Keukenhof, donde cinco veces por semana tienen lugar subastas de flores que son vendidas a todo el mundo. Cada día pasan ante los expertos ojos de los compradores 14 millones de flores y un millón y medio de plantas, y se realizan más de 50 mil transacciones a un ritmo frenético. Dos mil camiones se preparan para salir cada día del gigantesco edificio y llevar su carga por todo el mundo.
Curiosamente, entre los más de 10 mil millones de flores que se venden cada año, tres especies superan al tulipán: rosa, crisantemo y clavel; pero ninguna de ellas logrará jamás desplazar al símbolo holandés por excelencia.
Cómo llegar: Lo más práctico es volar a Ámsterdam. Para llegar a Keukenhof, puede optarse por contratar una excursión organizada en cualquiera de los muchos puntos de venta que hay en la ciudad, que suelen incluir otras visitas, como el centro de subastas de Aalsmeer, o tomar el tren hasta la cercana localidad de Leiden y desde ahí un autobús expreso a Keukenhof. Hay entradas combinadas denominadas Rail Idee, en las estaciones de tren holandesas. Sin duda una de las mejores formas de llegar a Keukenhof y disfrutar de los campos de flores, llenos de colorido, que lo rodean es hacer una preciosa ruta de 25 kilómetros en bicicleta por estos campos de jacintos, narcisos y tulipanes.
Más información: Oficina de Turismo de Holanda y www.keukenhof.nl