México es un enorme tamiz de cultura, y en ella hay muchos pueblos indígenas que subsisten en base a sus tradiciones, que guardan un algo de magia y misterio en torno a muchas de sus herencias ancestrales. Por ejemplo, es un rito la llegada de un nuevo hijo, o lo puede ser también la llegada de la primavera, las fiestas de los santos patronos en los pueblos y hasta la misma muerte, todos estos acontecimientos son un ejemplo de cómo estas etnias muestran su sentir. La celebración de Día de Muertos o K’Santo en San Juan Chamula es un ejemplo impresionante.
En esta población del estado mexicano de Chiapas, la celebración a los Fieles Difuntos adquiere una cosmovisión muy diferente del mundo, dado que este pueblo tiene una concepción muy peculiar sobre la relación entre los vivos y los muertos. El «K’Santo o Fiesta de Todos los Santos», es la forma en que los chamulas invitan a los muertos a celebrar, para luego regresarlos al «lugar de los huesos ardientes».
Fiesta chamula del K’Santo
En este lugar, la Fiesta de todos los Santos es una tradición milenaria heredada por los mayas que perdura hasta nuestros días, debido a que la población tzotzil que habita aquí, defiende y cuida con gran celo las enseñanzas de sus ancestros.
La celebración del Día de Muertos en Chamula implica dolor y alegría a la vez y se acompaña de todo un ritual: los chamulas van a la iglesia, rezan por las almas y hablan con los dioses, porque aquí la concepción politeísta de la cultura maya no se ha perdido
En esta comunidad, enclavada en el altiplano central del estado, los chamulas celebran el «K’Santo» o «K’Anima» en sus casas, iglesia y panteón. El primero de noviembre de cada año, llaman a sus difuntos y los invitan a disfrutar de una fiesta terrenal en su honor, para al final despedirlos y que regresen al lugar de las almas, el K’atin Bak o «lugar de los huesos ardientes».
K’Santo, recibiendo a las almas
Al acercarse la celebración del K´Anima, la gente empieza a preocuparse por la adquisición de lo necesario para esta fecha, por lo que los preparativos comienzan a mediados de octubre. Lo primero que hacen es comprar varios kilos de carne de res que se cuelga sobre el fuego para ahumarla poco a poco y luego prepararla en caldo, que servirá como ofrenda el Día de Muertos.
Entre los tzotziles, las almas se vuelven seres divinos, mensajeros de los Dioses y cunado se les ofrenda en sus tumbas se les pide que intercedan por los vivos
También adquieren repollo, frijol, botil tierno, maíz, pan, azúcar, tortillas, chayotes, en fin, todo lo que en vida consumieron sus familiares ya fallecidos. Los ponen en los altares y en las tumbas de los muertos para que las almas lleguen y puedan alimentarse. Disponen además velas y flores de muerto o nichim ánima.
Tres días antes de la llegada de las almas, la gente comienza a preparar la comida: atole agrio y tamales de fríjol, y en la tarde del último día de octubre, lavan la carne ahumada y la cuecen con repollo y verduras. Todo tiene que estar listo el 1 de noviembre, ya que ese día regresan las almas a recoger la comida que les dejan en sus casas y tumbas, los hijos o familiares que siguen viviendo en la tierra.
Días antes de la ceremonia la gente acude a los panteones a limpiar la sepultura de sus seres queridos, a poner juncia y adornar las cruces, de manera que las almas vengan felices a visitar la vida terrenal que antes tuvieron. Y como una forma de guiar a las almas a los hogares en donde se les espera, colocan frente a la casa una cruz adornada con juncia y flores de muerto (potzilnichim) para que ahí se persignen y pidan perdón a Dios, así como permiso para entrar a la casa.
Una característica en San Juan Chamula es que si el Día de Muertos cae en sábado, la fiesta se prolonga hasta el lunes porque el domingo no pueden regresar las almas por ser día festivo. Por tanto, tienen que esperar a que se abran las puertas del lugar de las almas K’atin Bak (lugar de los huesos ardientes) para ir a dejarlas, porque así como se les llamó, así también hay que regresarlas diciéndoles: «ya pasó tu fiesta, ya pasó tu celebración, ya te traje a tu casa».
Llamando a los muertos
Al amanecer del 1 de noviembre, los habitantes de este lugar colocan la comida en orden y de acuerdo al número de difuntos que esperan, para posteriormente, dirigirse al panteón a visitar a sus almas; haciendo antes una escala en la iglesia para tocar la campana de la iglesia del Santo Patrón San Juan si se vive en el pueblo, mientras que quienes viven en las comunidades más lejanas, se dirigen directamente al panteón de su paraje.
Para los chamulas, el Día de Muertos es el 1 de noviembre y el regreso de las almas el día dos; además de que no diferencian entre difuntos adultos y niños, ya que para ellos la familia es una sola. Tienen la creencia de que hay familias enteras ya fallecidas que vienen de visita ese día, de ahí que la unidad subsiste entre los tzotziles, aún después de la muerte.
En este acto, los «oficiales» chamulas toman parte, ya que son los encargados de vigilar el atrio de la iglesia y de poner lazos en las campanas para que las personas las toquen. El significado del repique de la campana es un llamado para que las almas despierten y se dirijan a visitar las casas de sus parientes, y así poder disfrutar de la comida que ha sido preparada en su honor con sacrificios, luego de que hay quienes hasta se endeudan con tal de conseguir todo lo necesario para tan especial ocasión.
Después de tocar la campana, la gente pide perdón al señor y a los difuntos, y se dirige al cementerio con flores, frutas y velas de cebo especiales para esta celebración. Ahí rezan y lloran por el recuerdo de sus seres queridos que ahora yacen bajo las entrañas de la madre tierra. Ahí descansan un buen rato y luego regresan a sus casas. Entre los tzotziles, las almas se vuelven seres divinos, mensajeros de los Dioses y cuando se les ofrenda en sus tumbas se les pide que intercedan por los vivos.
Para alegrar el corazón
Para la comida, los familiares cercanos se invitan mutuamente, tocan música con arpa y guitarra para alegrar el corazón de los difuntos y para que estén tranquilos en la visita con sus familiares. Es decir, todo sucede como si el alma fuera un ser vivo que disfruta de las alegrías y tristezas de la vida terrestre.
En la noche del 1º de noviembre, se encienden velas para que las almas vean su camino durante su regreso a su supuesto lugar de descanso eterno.
Al siguiente día, los chamulas aún acuden al panteón para despedir al alma de los muertos. Aquí también llegan los mayordomos encargados de cuidar la imagen de San Miguel Arcángel, y dan tres vueltas alrededor del cementerio para honrar y despedir a las santas almas.
También hay quienes llaman al sacristán para que bendiga la tumba con agua bendita, ya que es el único que puede hacerlo al no haber sacerdote disponible. Ya para retirarse a sus casas, los visitantes encienden velas sobre las tumbas de sus familiares para que sus almas caminen con claridad.
Por su parte, los mayordomos tienen que esperar a que los sacristanes terminen sus compromisos con la gente, para luego dividirse en dos grupos, uno que se va al panteón del barrio de San Sebastián y otro al barrio de San Juan. Las demás personas regresan a sus casas a levantar la comida que pusieron para sus difuntos; comen y beben junto a sus familiares para pasar bien el Día de Todos los Santos.
En San Juan Chamula se tiene la creencia que si los familiares no cumplen con esta ceremonia, los difuntos se pueden enojar -al no encontrar nada preparado en su casa- y quejarse con San Miguel Arcángel. Si esto sucede, dicen, algún miembro de la familia del difunto puede llegar a enfermarse gravemente. No es raro que todos los chamulas cumplan con las obligaciones de sus muertos.
Datos de interés
Si visita el estado de Chiapas, puede llegar a este municipio vía terrestre viajando por la ruta 195, a solo unos minutos al norte de San Cristóbal de las Casas. Aquí encontrará una gran variedad de artículos artesanales como suéteres de lana burda, así como hamacas y blusas confeccionadas a mano.
Al visitar el Templo de San Juan Chamula se recomienda ser extremadamente respetuoso de las ceremonias ancestrales que con vehemencia práctica esta población, quien prohibe la utilización de cámara al interior de la iglesia, así como fotografiar a sus autoridades.
En San Juan Chamula -situada a 10 kilómetros al noroeste de San Cristóbal de las Casas– la población se dedica al cultivo de hortalizas y frutos, al aprovechamiento de madera resinosa llamada ocote y a la cría de borregos.
Los domingos se instala un mercado en donde se puede adquirir artesanías, textiles de lana y algodón, sombreros de palma, artículos de cerámica, ixtle y madera e instrumentos musicales.
San Cristóbal de las Casas
Pueblo Mágico rodeado de comunidades tzeltzales y tzotziles, en la región denominada como Los Altos de Chiapas se localiza San Cristóbal de las Casas, a 82 kilómetros de Tuxtla Gutiérrez. Sin lugar a dudas se trata de la ciudad más hermosa de Chiapas. Estando aquí no se puede perder la oportunidad de visitar la Catedral y el Templo de Santo Domingo, así como el Mercado de Artesanías Indígenas, el Museo Na Bolom (Casa del Jaguar) y el Museo del Ámbar.
En la cercanía
Aprovechando el viaje, se puede visitar Zinacantán, un poblado tzotzil que también se ubica a 10 kilómetros de San Cristóbal, en donde destaca la iglesia de San Lorenzo y las capillas de Esquipulas y San Sebastián.
El museo comunitario de «Ik´alojov», es una casa tradicional de paja y bajo donde se sintetiza la riqueza cultural zinanteca, mientras que en el museo «Antzetic ta jteclum» se exhiben y venden textiles.
Los zinantecos tienen su principal fuente de ingresos en el cultivo de flores: alcatraces, claveles, rosas y crisantemos, entre otras.
Más información: Día de Muertos con el K’Anima | Travel Report