Las expediciones que Frederick Catherwood y John L. Stephens emprendieron a las regiones de Yucatán, Chiapas, Guatemala y Honduras, descubriendo y documentando los monumentos de la fastuosa e incomparable cultura maya, como lo es la ciudad de Kabáh, constituyen hoy por hoy un legado gráfico de enorme valía histórica.
Entre las construcciones captadas por el artista inglés, destaca también la extraordinaria ciudad de Kabáh, metrópoli maya, ubicada en la Península de Yucatán, al sur de Uxmal.
Corría el mes de enero de 1841, cuando Catherwood dejó plasmada esta composición litográfica en la que se observa, a la izquierda, el famoso arco blanco de Kabáh, cubierto de arbustos, el cual marca la entrada a la ciudad. La loma que aparece junto al arco es una pirámide cubierta completamente por los matorrales.
En la misma escena, indígenas transportan jambas por el sakbeh (término maya para designar una “vía blanca”), un camino que conectaba a Kabáh con Uxmal y Nohpat. Un hombre de camisa azul, que bien podría tratarse de John Stephens, supervisa los trabajos. En el fondo se aprecian tres edificios decorados con diseños Puuc, un estilo arquitectónico maya bastante común en Kabáh.
La técnica que utilizó Catherwood tanto en el manejo de luz como de la oscuridad sugiere un contraste entre la elegancia de la ciudad distante y el trabajo riguroso al que debían someterse los peones del primer plano. En este caso la oscuridad transmite un aire de monotonía y fatiga, y no de misterio como es el caso de otras litografías de Catherwood.