Resulta sencillo entender porque los Incas tomaron al lago Titicaca como sagrado, origen de la antigua leyenda que lo considera la cuna de nacimiento del sol.
Describir un lugar tan místico como el Lago Titicaca no es un trabajo simple. Su solo nombre nos llega envuelto en una innegable energía y lo que la vista encuentra al posarse sobre su horizonte, sencillamente, lo deja a uno sin aliento. No es difícil creer que los Incas tomaran a este sitio como sagrado, ni que la antigua leyenda lo considerara la cuna de nacimiento del sol.
Situado en la meseta del Collao, en los Andes Centrales, este espejo de agua se ubica a una altura promedio de 3,812 msnm. Con una extensión total de más de 8,500 km2, su superficie se halla repartida entre Bolivia y Perú, correspondiéndole al primer país 44% y 56% restante al segundo. Uno de los paseos más importantes para conocer esta maravilla natural es la visita a la legendaria Isla del Sol, ubicada en el área boliviana del lago.
Navegar cerca del cielo
El punto de partida para embarcarse rumbo a la Isla del Sol es la colorida ciudad de Copacabana, famosa por su catedral y sus vistas memorables. De abril a noviembre, estación seca, varias embarcaciones reposan a la espera. Cuando el barco está completo el viaje comienza y con él una singular experiencia. La proximidad entre las nubes y el color zafiro del lago callan las voces de los turistas que apenas atinan a gatillar sus cámaras. Están perplejos. Porque una cosa es saber que es el lago navegable más el más alto del mundo y otra muy distinta es sentir el desplazamiento de la embarcación, que de tan suave pareciera ir pidiendo permiso. Lo que uno escucha acerca de este espejo es tan diverso como incierto: que no tiene fondo alguno, que es la puerta a un mundo paralelo y hasta que alberga ciudades de oro y plata en sus profundidades.
Historias interesantes, pero no tanto como el hecho de que aquí haya nacido la civilización más trascendental de Sudamérica, esa cuyos rastros todos hemos venido a buscar. Atrás van quedando los coloridos balcones de la ciudad de Copacabana para darle paso a las terrazas de cultivo de la Isla del Sol. Algunos siguen hipnotizados con el azul profundo, otros no quitan la vista de esa pequeña montaña que emerge y que parece ir creciendo a medida que nuestra lancha se acerca sigilosa. No estamos llegando una isla cualquiera.
Esta formación, que supo albergar a las vírgenes incas elegidas parael dios del sol, contiene hoy varias ruinas arqueológicas que dan cuenta de la complejidad de aquél imperio. En la actualidad sus descendientes continúan habitando el lugar, y aunque sus tareas siguen siendo el cultivo en aquellas mismas terrazas, así como el pastoreo, el turismo se ha convertido en una fuente importante de ingreso, transformando la economía del lugar. Si lo que se busca es una experiencia auténtica, tal vez el aluvión de foráneos que la visitan a diario logre romper un poco la fantasía: es difícil mantener la originalidad de un sitio que ha sido expuesto al turismo masivo. Sin embargo alcanza simplemente con tomar un poco de distancia para experimentar el silencio y sentir en carne propia la energía circundante.
Hacia la Escalera del Inca
A menos que uno viaje con facilidades extremas y tenga la posibilidad de rentar un bote exclusivo, el desembarco en Isla del Sol suele ser un tanto apresurado. El misticismo y las ansias se mezclan con miles de voces infantiles que harán lo que sea para cargar nuestro equipaje hasta la cima – o hasta cualquiera de los descansos previos – por tan solo unos pocos pesos bolivianos. El aturdimiento es abrupto y por mucho que nuestro cuerpo se haya habituado a la altura, en esta parada el peso de la atmósfera se siente. Pero todo queda atrás cuando, frente a nuestros ojos, como una tentadora invitación se nos presenta ni más ni menos que las escalinatas de Yumani, o Escaleras del Inca. Estos macizos peldaños de roca no son una simple ruina, sino un vestigio funcional: arquitectura inca guiándose a sí misma. Los escalones desembocan en una fuente que presume de beneficios rejuvenecedores. De ahí en más, caminos lisos siempre cuesta arriba. El rumor popular asegura que un sorbo de esta vertiente garantizará no sólo longevidad sino un pronto regreso. Nadie cree ni deja de beber… La ascensión comienza de manera lenta, y mientas cada peldaño es un paso más hacia el cielo, la vista de la lejanía se presenta como una buena recompensa.
Hacia la cima del pasado
A lo largo del ascenso varias hosterías de diversos presupuestos tientan a los viajeros a dejarse llevar por la flaqueza y relajarse en alguna de las terrazas. Sin embargo, como si de un tesoro al final del arcoíris se tratase, el premio mayor está arriba, en ese punto tan difícil de alcanzar. Quienes lleguen allí podrán gozar del privilegio de una vista completa de la isla, así como del espectáculo que es ver el sol ya sea asomarse o esconderse sobre el lago. Desde este punto se inicia el acceso hasta los diversos sitios arqueológicos esparcidos a lo largo del camino. El paseo se hace sencillo al estar bien delineado, pero el sol incesante y la gran altura pueden jugar una mala pasada si no se está preparado. Es indispensable aprovisionarse con una buena cantidad de agua, protección y algo de alimento. Entre los principales atractivos se destacan el complejo de Chikana, una suerte de laberinto destinado a la iniciación de los sacerdotes, cuyas paredes han resistido al paso del tiempo. Junto a éste, la roca sagrada en donde el legendario Manco Capac y Mama Ocllo, primeros incas, hicieron sus apariciones para dar origen a la histórica civilización del Tahuantisuyo.
Si bien un día completo es suficiente para explorar todos estos atractivos, de seguro quienes dispongan de tiempo desearán pasar más de una noche en esta fantástica isla. Porque una vez aquí es difícil apurar el tiempo e imposible no dejarse atrapar por esa inexplicable atracción hacia estas mágicas coordenadas.
Precauciones de salud
La altura no es un dato menor y no afecta a todos de la misma forma. Se aconseja realizar un chequeo médico previo al viaje. En destino, beber abundante agua mineral y no realizar grandes esfuerzos físicos. El té de coca es el clásico remedio, aunque no siempre da resultados.
Dónde hospedarse
La Isla no cuenta con hoteles de alto rango, pero sí con alternativas sencillas y sustentables, dirigidas por sus habitantes.
Más información: https://www.peru.travel/pe