Debido a las profecías mayas que anuncian el inicio de una nueva era, esta cultura ha cobrado significación. Dicha época, se afirma, dará a la Humanidad, la oportunidad de reflexionar sobre su existencia y desempeño frente a la naturaleza.
Junto con tales profecías, el nombre y trabajo del escritor y fotógrafo inglés Frederick Catherwood, también ha cobrado fuerza. Su colección de litografías muestran al mundo, desde 1841, las costumbres y la suprema arquitectura de esta enorme civilización, cuyos aportes son comparables a los vertidos por los chinos y egipcios.
En esta gráfica, por ejemplo, se muestra los vestigios de Copán, con un ídolo victimado que busca reivindicación.
Yaciendo sobre el reflejo de las aguas, frente a un trasfondo tumultuoso, aparece la escultura dramáticamente alumbrada. La serenidad en la expresión del ídolo y la aparente inmovilidad de las estructuras de piedra contrastan drásticamente con el caos que las rodea.
La influencia del Romanticismo en Catherwood se expresa en el ambiente que creó en este grabado de la estela partida.. Las emociones y los colores dramáticos son característicos de este periodo y estilo plástico.
Cabe citar que Catherwood estudió arquitectura en la Academia Real de Londres; también viajó a Roma, Grecia, y Egipto dibujando ruinas bien conocidas en el mundo Occidental. Stephens, el compañero de expediciones de Catherwood dijo de esta estela “Es igual que cualquiera de las mejores reliquias de arte egipcio.”
Para el tiempo en que Stephens y Catherwood re-descubrieron a los mayas, estos valiosos vestigios habían sufrido daños y estaban cubiertos por la vegetación salvaje, creando un paralelo consistente con el carácter vibrante de la cultura Maya en el mundo antiguo.