Plasmado en frágiles paredes, con el color de los pigmentos del caolín, la obsidiana, la cal y otros minerales de la región, la historia de Cacaxtla fundada por una cultura costera, nos sorprende con su arte, que cuenta historias de mar, batallas y de la grandeza milenaria de este sitio ancestral…
La estratégica zona arqueológica de Cacaxtla, es un conjunto arquitectónico integrado por cinco cuerpos sobrepuestos (aun no estudiados del todo) situado en una loma que domina un valle dentro del municipio de Nativitas, a 19 km. al suroeste de la ciudad de Tlaxcala.
Cacaxtla fue uno de los más importantes hallazgos arqueológicos del siglo XX por sus testimonios de confluencias mayas, teotihuacanas, mixtecas, zapotecas y nahuatlacas, además de su impresionante conjunto mural, uno de los más extensos y en mejor estado de conservación de toda Mesoamérica.
Cacaxtla deviene del náhuatl cacaxtli, que significa “instrumento utilizado para cargar mercancías” (especie de canasto entretejido de raíces y varas donde los comerciantes y tamemes llevaban las mercaderías a sus espaldas). Esto se representa claramente en el mural del Templo Rojo, al verse a un hombrecillo con caparazón de tortuga y su cargamento llamado «cacaxtli»; de ahí el nombre de esta zona arqueológica.
Cacaxtla, una historia plasmada de magia
Las condiciones naturales del valle poblano-tlaxcalteca, fueron desde siempre propicias para el asentamiento y desarrollo de grupos humanos que desde los inicios de la agricultura la han habitado.
Durante mucho tiempo, se ha creído que fueron los olmeca-xicalancas sus fundadores, pero estudios más recientes invitan a reconsiderar que fue en realidad una cultura paleo-olmeca la que la fundó, ya que fue construida en el año 300 aC y sus murales pintados entre los años 640 y 800 dC; además, los olmecas-xicalancas llegaron a esa región en el año 800, precisamente; pero ya para el año 1200 dC, Cacaxtla estuvo ya en total abandono.
Cacaxtla resplandeció entre los años 650 y 900 DNE, después de la decadencia de Teotihuacán en el período Epiclásico, coincidiendo con la aparición de Tajín y Xochicalco, el auge de Cholula y la llegada de los olmecas-xicalancas.
Para el año de 600 d.C. los habitantes de Cacaxtla tuvieron que ver con la caída de otra ciudad importante, Cholula localizada en Puebla y de esta forma afianzarse como la dominante en el valle de Puebla-Tlaxcala.
Debido al poderío que tuvo la ciudad, sufrió transformaciones arquitectónicas como lo muestran los fosos defensivos muy amplios y profundos, así como las murallas de tierra colocadas estratégicamente para la defensa de la ciudad.
La ciudad se convirtió en el poder hegemónico de esta parte del valle de Puebla-Tlaxcala. Su ascendencia llegó a su fin alrededor del año 900 y ya por el año 1000, la ciudad fue abandonada.
En cualquier caso, sus antiguos habitantes, fueran los olmecas-xicalancas o sus predecesores paleo-olmecas, confirman un intenso intercambio cultural prehispánico.
Pero el sitio fue redescubierto en 1975 por campesinos del pueblo de San Miguel del Milagro, quienes labrando la tierra, encuentran un muro plasmado con el rostro de un personaje, hoy conocido como el «Hombre Ave», y después dieron aviso a las autoridades del hallazgo, iniciando así, el redescubrimiento de Cacaxtla. El descubrimiento rápidamente llamó la atención de los arqueólogos en ese mismo año.
En Cacaxtla se observan extraordinarios murales de figuras mayas y glifos en náhuatl, ideas y formas de dos áreas muy distantes y distintas que se fundieron en una extraordinaria creación pictórica y de gran riqueza simbólica, un reto para los arqueólogos y un motivo más de regocijo para todo aquel turista que la visita.
Un centro urbano de notable diseño arquitectónico
Actualmente sólo se ha excavado la zona del palacio, mismo que consta de laberintos con cuartos, pórticos y pasadizos construidos alrededor de la plaza principal orientadas en un eje norte-sur. Hoy en día, la zona cuenta con una extensión visible de 200 metros de ancho por 100 de largo, alcanzando una altura de 25 metros.
La urbe prehispánica, estaba formada por una serie de adoratorios, plataformas, templos, terrazas, plazas, calles y pirámides.
Gracias al sistema que soporta el conjunto arquitectónico que actualmente puede verse y que está integrado por cinco cuerpos sobrepuestos uno sobre otro, hemos visto preservado tanto las ofrendas rituales, los utensilios y por supuesto, las pinturas murales hasta nuestros días.
El Gran Basamento de Cacaxtla, estructura central y eje de su historia
El llamado Gran Basamento es un grupo de edificios de adobe que en cierto momento fueron demolidas en parte, rellenándose el interior de los cuartos y patios, construyendo sobre la plataforma así creada un nuevo grupo de edificios hechos de los mismos materiales. Este proceso se repitió varias veces hasta que el Gran Basamento alcanzó su altura actual.
Contiene tres pórticos que resguardan los murales que le han dado fama mundial, destacando al norte el Mural de la Batalla, que representa el combate y victoria de los antiguos Cacaxtlis, representados por los ricamente ataviados y armados Guerreros Jaguar sobre los Guerreros Ave o Águila, de origen maya, que están desnudos y sin armas, en posición de sumisión, esto le da el nombre a la pintura ya que es la representación de una escena bélica..
Este mural de 25 m2 de superficie y 22 metros de largo, es el más extenso del México antiguo. se encuentra plasmado en un muro con una ligera inclinación y dividido por una escalera. Los personajes jaguares se encuentran ataviados con vestidos ricamente adornados y con lanzas, escudos y cuchillos de obsidiana, mientras que los contrarios se encuentran desnudos y en posición de sumisión, sólo sobresalen dos personajes, uno está ataviado con su capa, plumas sobre los brazos y un quechquémetl bellamente trabajado con xicalcolliuquis, las manos están sobre su pecho, frente a éste se halla un individuo de fiera expresión en cuyo tocado destaca el glifo del año.
La segunda parte de la historia nos narra los sacrificios y podemos observar como un guerrero jaguar hunde su cuchillo de obsidiana en el pecho de un personaje-ave y nuevamente el hombre de fiera mirada, que frente a su rostro destaca el glifo de Tláloc y debajo de sus colmillos escurre la sangre, encontramos un personaje-ave mutilado de sus extremidades inferiores y cerca hay un guerrero más que se arranca una flecha enterrada en la pierna y con su otra mano sostiene las vísceras expuestas a consecuencia de la mortal herida; nuevamente el señor principal de las aves, pero ahora con una flecha enterrada en uno de sus pómulos, trata de quitársela con una mano, de esta manera las escenas de sacrificio continúan.
Dejando atrás esta obra de arte de la cultura de Cacaxtla, se encuentra un cuarto que alberga otra maravilla pictórica, el recinto donde se ubican las pinturas del personaje-ave y personaje-jaguar antecediendo el acceso al recinto principal; en primer término tenemos a un individuo con la piel pintada de negro, se encuentra parado sobre una serpiente emplumada la cual parece descender y sobre su cabeza tiene un tocado de ave, en los brazos lleva plumas a manera de alas y en lugar de pies las garras del ave. La escena está enmarcada por una banda acuática donde se contemplan tortugas, cangrejos, víboras y diferentes especies de caracoles; este individuo sostiene sobre sus brazos un tubo bicéfalo.
El Mural del Hombre Jaguar, representa a un personaje con piel felina, con un atado de lanzas del que brotan gotas de agua que caen sobre una cabeza de serpiente con piel de jaguar, rodeados de motivos acuáticos zoomorfos sobre un fondo rojo; otro hombre jaguar, se observa ricamente ataviado, danzando con un caracol marino y otro personaje de vestimenta felina aún más rica y penacho de plumas, se advierte sosteniendo en una mano una serpiente de la que brotan flores amarillas y en la otra mano abraza un recipiente con el rostro de Tláloc, del cual por supuesto, brota agua.
Los majestuosos murales hasta ahora descubiertos datan del período de 650 al 950 aC, siendo más antiguos que los de Teotihuacán o Bonampak. En lo tocante a la arqueoastronomia del Gran Basamento se le ha considerado como el único edificio orientado hacia la salida del sol durante los solsticios de marzo y septiembre y sus murales, que fueron descubiertos en 1975 replantean varios supuestos de nuestro pasado prehispánico para descifrar toda su simbología, principalmente astronómica.
Otro elemento arquitectónico de interés cultural y turístico es El Palacio, cuya arquitectura residencial incorporó mucho del estilo del tablero de talud de Teotihuacán y su plan de tierra del de los palacios mayas como en Palenque; conteniendo varias habitaciones rectangulares de diversos tamaños.
Digno de admirarse es también El Patio de los Altares, llamado así porque contiene los residuos de dos pequeños momoxtlis o altares. Otro más es el Pórtico F, que destaca por la belleza de sus taludes y tableros, El Cuarto de la Escalera, que debe su nombre a la escalera que separa la pared del acceso principal; contiene restos de pintura mural con aplanados de lodo y enlucidos de cal-arena.
En el Templo de Venus, se observa en sus murales un personaje femenino con un faldellín de piel de jaguar complementado por un elemento similar a un caracol recortado, parada sobre una banda con animales acuáticos; también se observa un personaje masculino con máscara azul portando un maxtlatl de piel de jaguar; sale de sus glúteos la cola de un alacrán y está parado también sobre una banda de motivos acuáticos. Los personajes se asocian con Venus, el autosacrificio, la guerra, la muerte y la vida; la banda acuática se asocia con el dios de la lluvia, Tláloc.
El Templo Rojo u adoratorio prehispánico, presenta pinturas alusivas a la fertilidad de la tierra, el agua y la muerte, entre otros temas. En su mural más largo hay un anciano con estrabismo, con un sólo diente y cabellera muy larga, está ataviado con un tocado de jaguar y en sus manos y pies, a manera de manoplas, están dispuestas patas del felino. Porta también un faldellín de piel de jaguar amarrado por un ceñidor y su cuerpo está pintado de rojo; en la mano derecha sostiene un bastón que se entierra sobre la serpiente emplumada, tiene en este brazo cuatro círculos alineados verticalmente y sobre ellos la cabeza de un perro, por lo que se ha identificado como el Señor Cuatro Perro.
El Pórtico A es un cuarto donde se ubican las pinturas de un personaje-ave y un personaje-jaguar antecediendo el acceso al recinto principal; se ve ahí un muro en mal estado, ya que sólo se observan las piernas de cuatro personajes que caminan en parejas hacia el centro del inmueble.
En el Patio Hundido y el Edificio “Y” se miran “las periqueras”, pequeño espacio en el cual se adaptaron cajones con tapa de adobe con un pequeño orificio al frente donde probablemente descansaban estas aves.
El Edificio “B” describe dos facciones de guerreros envueltos en rituales de combate y el tema central es el cazador contra la presa, usando los ejecutores capas de piel de jaguar y la victima desarmada una vestimenta de pájaro tipo quetzal.
Fue precisamente tras este hallazgo, que los arqueólogos y especialistas decidieron techar el sitio, para que con ello, la luz del sol y el agua de lluvia, no dañaran las nuevas pinturas descubiertas.
Esta singular y famosa zona arqueológica, por estar totalmente cubierta por una estructura metálica, a manera de techo, muestra a sus visitantes los restos arquitectónicos de lo que en realidad fueran varios edificios superpuestos, decorados con importantes vestigios de la pintura mural con que en tiempos antiguos eran engalanados los aposentos de las clases dirigentes.
El museo de sitio, complemento obligado
Una forma de complementar la visita y entender más de Cacaxtla, es visitar su Museo de Sitio, ya que en él se resguardan piezas recuperadas de las diferentes temporadas de campo. Cuenta actualmente con 240 piezas en exposición (cerámica, concha, hueso, piedra verde, obsidiana y sílex), una colección de cráneos con deformaciones; una serie de caracoles marinos, fragmentos de pintura mural y diversas figuras de barro y una copia a escala del mural del Templo Rojo, realizada por el artista Pedro Cahuantzi Hernández.
Cacaxtla ofrece al turista la emoción de recorrerla para sentir el contacto con nuestro pasado prehispánico y dar a vuelo a la imaginación mientras recorremos la zona creándonos visiones subconscientes de cómo pudo haber sido ese magno centro ceremonial, quizá mercado o zona habitacional en sus diferentes etapas. Cacaxtla y la zona arqueológica adyacente, Xochitepec, a tan sólo 2 Km. de distancia, es un agradable contacto con la naturaleza y la historia que puede despertar en el turista y sus acompañantes vocaciones profesionales o hasta poéticas incluso.
Más cerca de lo que te imaginas
Para los habitantes de la CDMX es muy fácil llegar. Se toma la autopista federal de cuota R150 México-Puebla hasta la caseta de peaje de San Martín Texmelucan y de ahí se desvía hacia Tlaxcala, pasando por los poblados de Villa Alta y San Mateo Ayecac, hasta virar a la izquierda hacia San Miguel del Milagro, y dos kilómetros antes de Santa María Nativitas, se localiza a la izquierda el acceso que conduce al sitio, que puede ser visitado de lunes a domingo de 09:00 hr. a 18:00 hr. Están exentos de pago los niños, estudiantes, maestros y personas mayores (INSEN) con credencial vigente, presentándola en la entrada. Los domingos y días festivos la entrada es gratuita al público nacional, presentando credencial del IFE.
Por cierto muy recomendable también es aprovechar la estancia en las inmediaciones de Cacaxtla y probar la sabrosa barbacoa acompañada de un rico pulque en jícara; es imperdonable no hacer esta parada gastronómica.
Más información: Lugares INAH: Cacaxtla Xochitécatl