Sede de mandatarios mexicas y punto de encuentro entre el conquistador español Hernán Cortés y el supremo Tlatoani, Motecuhzoma II, el Templo Mayor ha sido mudo testigo de importantes acontecimientos, desde el florecimiento de todo un imperio hasta la caída del mismo, en cuyas ruinas se cimentó el México colonial y moderno, que da identidad a lo que ahora es el pueblo mexicano.
En la Ciudad de México, tenemos la posibilidad de contemplar diferentes edificaciones de todos los tiempos: el edificio de correos, propio de la época porfiriana o la catedral metropolitana, símbolo de la unidad religiosa y que tardó trescientos años en construirse. Pero tenemos una estructura arquitectónica que estuvo “escondida” durante muchos siglos, y fue hasta la década de los 70s del siglo pasado que volvió a ver la luz. Nos referimos al Templo Mayor, la más grande imagen de la grandeza y el poderío del imperio mexica.
Pero hagamos un poco de historia y viajemos en el tiempo hacia el año de 1325, época de la fundación de la capital de lo que sería el imperio más grande de América del Norte, el imperio mexica, México Tenochtitlán.
Siguiendo la narración que nos habla de la peregrinación de los aztecas, ésta nos dice que ellos salieron de un lugar llamado Aztlán, y que tras largos años de viajar llegaron al valle de México, que se encontraba dominado por dos pueblos, los tepanecas en Azcapotzalco y los colhuas en Culhuacan. Así los mexicas sirvieron a las dos potencias locales como siervos y mercenarios, y es de Culhuacan de donde comienzan a surgir sus primeros gobernantes, el Huey Tlatoani.
Del señor de Azcapotzalco consiguieron el permiso para asentarse en un islote, donde comenzaron a construir su capital, logrando ganarle terrero al lago por medio de chinampas. Según el mito, el dios tutelar de los mexicas, Huitzilopochtli, les dio la señal por la que reconocerían la tierra que él les había prometido, consistente en un águila parada sobre un nopal devorando una serpiente.
Es precisamente en ese lugar donde se construye el adoratorio para el dios, la primera etapa del Templo Mayor que después se convertiría en la mayor estructura de la ciudad, ubicada en el centro ceremonial.
En su mayor época de esplendor era un templo doble, formado por la característica pirámide trunca propia de Mesoamérica; tenía unos 60 metros de alto coronados en su cima por dos templos o “cues” -como los llamaron los españoles- dedicados, el primero, a Tláloc, dios de la lluvia, localizado al norte y pintado de color azul, y el otro en honor a Huitzilopochtli, dios tutelar y de la guerra, ubicado al sur y pintado de rojo.
El descubrimiento del centro ceremonial fue, como la mayoría de los hallazgos más importantes en la historia de la humidad, casual. El 21 de febrero de 1978 un grupo de trabajadores de la Compañía de Luz realizaban trabajos de excavación en el primer cuadro y uno de ellos golpeó una piedra muy grande, se comunicaron a la estación de la Compañía ubicada en San Lázaro y comunicaron lo sucedido, de inmediato se habló a la gente del Instituto Nacional de Antropología e Historia, que mandaron a una arqueóloga y así se supo que la piedra era en realidad un monolito que representaba a la diosa Coyolxauhqui, hermana de Hutzilopochtli y deidad de la Luna; de esta manera comenzó el hallazgo del Templo Mayor.
La zona arqueológica del Templo Mayor de México-Tenochtitlán fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987.
El Templo Mayor tuvo varias etapas constructivas; de la primera no quedan rastros en la actualidad; de la segunda se sabe que es anterior a 1428 y que pertenecientes a ella son el chac-mool que se encuentra enfrente del templo de Tláloc y la pintura mural alusiva al este dios.
La tercera etapa es de 1431, durante el reinado de Itzcóatl, y se conserva la escalinata y parte del pavimento; de la cuarta, sabemos que se amplió la parte delantera con una plataforma adornada con serpientes ondulantes, así como braseros con atribuciones de los principales dioses del templo, esta etapa data de 1454, ya con Moctezuma I como tlatoani.
De las últimas tres solo tenemos pequeños vestigios: la quinta, que data de 1470 nos dejó la plataforma estucada; la sexta, fechada por 1500, la fachada principal con un muro con tres cabezas de serpiente, y finalmente, de la séptima, estimada entre1500 y 1521 sólo conservamos las lajas. Esta etapa es la que contemplaron los conquistadores españoles a su llegada al Valle de Anáhuac.
Pero los descubrimientos no han parado ahí. En marzo del 2007 se localizó un monolito con la representación de la diosa Tlaltecuhtli, deidad relacionada con la tierra. Además se han encontrado nueve ofrendas que tienen chillos de pedernal, cuentas de piedra verdes y esqueletos de aves como águilas, ibis, un lobo y semillas de algodón, calabaza y chía.
Además, en el espacio donde se localizó el monolito se hallaron barras de copal, punzones de hueso que se utilizaban para el auto sacrifico, plumas carbonizadas y pencas de maguey. Es muy posible que esta ofrenda se haya puesto en ese lugar como un ritual para poner la pared que encerró el monolito, y probablemente haya habido sacrificios y ofrendas de sangre.
Según comentan los investigadores del Proyecto Templo Mayor, desde el año de su afortunado encuentro, se han recuperado 147 ofrendas en el Templo que equivalen a más de 600 objetos relacionados con la cultura mexica.
El Caracol del tiempo
Para iniciar tu recorrido, que mejor tomar como introducción al museo, un recorrido por la gran pirámide, con los templos de Tláloc y Huitzilopochtli, Tezcatlipóca, Quetzalcoatl, el área del Juego de Pelota y Tzompantli, todo ello con el fin de conjuntar el escenario, los objetos hallados y tu imaginación, para regresar al pasado.
El museo se muestra en forma de caracol: una vez que entras, no puedes regresar, ya que su diseño hace que sigas el camino de una sala a otra sin perderte ninguna exhibición. Podrás utilizar los servicios educativos que aquí se ofrecen como visitas guiadas, folletos, audioguías en francés e inglés.
La Sala 1 está dedicada a los Antecedentes. En ella se muestra un panorama del desarrollo que han tenido las investigaciones acerca de la cultura mexica, una maqueta del primer cuadro de la ciudad donde aparecen las excavaciones del Templo Mayor, los grandes monolitos y la ubicación donde aparecieron la Cuatlicue, la Piedra del Sol, la de Tizoc y Moctezuma, todas ellas en el Museo de Antropología.
Posteriormente, se observan los objetos encontrados en las primeras investigaciones que se realizaron en el Templo Mayor a principios del siglo XX, hasta llegar al Proyecto Templo Mayor que inicia con el descubrimiento de la escultura de la diosa Coyolxauhqui.
Aquí encontrarás descripciones de los arqueólogos Leopoldo Batres, Alexander von Humboldt y Manuel Gamio, gracias a las cuales se inició la búsqueda de evidencias sobre nuestro pasado.
La Sala 2 corresponde a las ofrendas. Entre los principales hallazgos realizados en esta etapa, se encuentran más de 100 ofrendas, que fueron enterradas en los pisos de las diferentes etapas constructivas del edificio. Se han encontrado tres tipos de ofrenda de acuerdo a como fueron depositadas: ofrendas de relleno, ofrendas de cesta y ofrendas de caja; figurillas, objetos marinos, animales, cráneos, cuchillos, vasijas, máscaras y piedras preciosas las componen. Los investigadores interpretan a éstas como un lenguaje simbólico para proteger al Templo Mayor y como regalos para sus dioses, a cambio de buenas cosechas y victorias en las guerras.
Hace algunos años, se descubrió abajo de la Capilla de Ánima de la Catedral Metropolitana, una ofrenda de instrumentos musicales y otra con vasijas policromadas, que representan al dios del viento, el dios Viejo, en unos objetos de concha.
La Sala 3 está dedicada al tributo y comercio. El sistema económico, político y militar de los mexicas ante los demás pueblos mesoamericanos, se manifestaba a través del tributo y el control de las principales rutas de comercio.
La actividad comercial era de vital importancia para los mexicas, ya que a través de sus comerciantes o pochtecas, realizaban conjuntamente actividades de intercambio y espionaje sobre los pueblos que querían conquistar. Entre los materiales obtenidos en las excavaciones del Templo Mayor, se encuentran diversas materias primas y productos elaborados que proceden de lugares lejanos a Tenochtitlan y que manifiestan la presencia de estas dos actividades.
La Sala 4 presenta a Huitzilopochtli. Los mexicas en poco tiempo lograron conquistar grandes territorios y su supremacía guerrera se representa en los dos guerreros águilas que se encontraron en el lado norte del Templo Mayor, en la Casa de las Águilas, hechos en barro y los cuales miden 1.60 metros de altura; se encontraron junto con 171 guerreros en recesión (cuando un niño nacía se decidía si iba a ser guerrero).
En esta sala se encuentran algunas piezas relacionadas con Huitzilopochtli, como porta-estandartes reclinados en la escalinata, que representan a los hermanos de Huitzilopochtli, conocidos como los Centzohuitzanhua; Huehuetéotl, Dios del Fuego, que habita en el centro del universo y Mayahuel, Diosa del Maguey y el Pulque, que era una bebida ceremonial.
La Sala 5 pertenece a Tláloc. El sector norte del Templo Mayor de Tenochtitlan estaba dedicado a Tláloc, Señor del Agua y de la Fertilidad. Aquí, el dios nos recibe en forma de olla azul, símbolo de fertilidad, ya que contiene agua, elemento vital para una sociedad dedicada a la agricultura, de ahí la abundancia de recipientes con el rostro de esta deidad.
Pero la Coyolxauhqui representa la atracción de esta sala; como primera impresión, se muestra una fotografía tal y como se encontró cuando cayó del cerro de zacatepetl. Según el mito, esta Diosa, cuyo nombre significa “La de los cascabeles en las mejillas”, yace decapitada y desmembrada en la base del edificio del templo Mayor, después de que su hermano Huitzilopochtli, la arrojara por las escalinatas del templo. Por ello, se observan gotas de sangre que brotan de sus heridas y la cabeza del fémur que aflora de sus muslos.
Esta escultura tallada en una piedra volcánica llamada traquiandesita, mide 3.25 de diámetro y pesa 8 toneladas.
La Sala 6 es dedicada a la Flora y Fauna. Estos elementos fueron importantes en la vida de los pueblos mesoamericanos. De 120 ofrendas excavadas hasta la fecha, se han registrado restos de animales en 58 de ellas, siendo más de 200 especies reconocidas. La ofrenda 23 nos muestra diversos elementos de fauna, tanto terrestre como marina.
La museografía de este espacio permite relacionar algunas de las especies animales y vegetales, colocadas en la parte superior de la vitrina, con los restos arqueológicos de las diferentes ofrendas ubicados en la parte inferior.
La sala culmina con la reproducción del tianguis o mercado de Tlatelolco, en donde se observan los productos agrícolas que se vendían o intercambiaban.
La Sala 7 comprende la arqueología histórica. Aquí se narra la llegada de los españoles, quienes en 1521 consumaron la conquista de Tenochtitlan y la destrucción de la cultura mexica. Muestra de ello, son los restos de una escultura de la diosa Coyolxauhqui.
También se pueden observar las bases de columnas y escudos que pertenecieron a las casas españolas, que se construyeron sobre ruinas del Templo Mayor, diferentes objetos traídos de Europa y Asia durante la colonia, así como objetos manufacturados en México, copiando los estilos europeos, como las vajillas y figuritas para el nacimiento.
La Sala 8 nos lleva camino al Mictlan. En ella, encontrarás un en pequeño espacio donde se encuentran dos impresionantes figuras de barro, de tamaño natural, que representan a Mictlantecuhtli, Dios de la Muerte y Señor del Mictlan, lugar donde van los muertos. Todas estas piezas, tal como se encuentran presentadas, se localizaron en 1994, a la entrada de la habitación norte de la Casa de las Águilas.
Trabajo continuo
Desde 1991, el museo tiene un proyecto llamado Programa de Arqueología Urbana, el cual es encabezado por 10 investigadores y tiene como fin rescatar zonas arqueológicas cercanas al Templo Mayor, interviniendo algunos predios en los que están realizando excavaciones.
Ejemplo de ello es la ofrenda 102, encontrada en el edificio de las Ajaracas (frente al recinto sagrado), que contenía una figurilla del Dios Tláloc, dando como resultado una interesante producción científica y nuevas publicaciones, como el libro “10 años del Templo Mayor” editado por el INAH.
A más de 30 años de la apertura del Museo del Templo Mayor (inaugurado en 1987), ahora se tiene un amplio panorama de la importancia que tenía el que fuera el espacio sagrado más importante de la ciudad de Tenochtitlan… y aún se siguen descubriendo vestigios.
Si tienes la oportunidad de visitar esta zona arqueológica, no la dejes pasar, con la seguridad que de una manera u otra compartirás el mismo espacio en donde se dio la unió de dos mundos, el indígena y el español y así el nacimiento de nuestra cultura actual.
Más información del Templo Mayor
- Ubicación: El Museo del Templo Mayor se encuentra en la calle de Seminario 8 Col. Centro, colindante con la estación Zócalo-Tenochtitlan de la línea 2 del metro.
- Horario: Martes a domingo de 9 a 17 hrs.
- Costo: $85 pesos por persona. Los estudiantes, maestros y personas de la tercera edad con credencial vigente no pagan entrada.
- Sistema de Información Cultural-Secretaría de Cultura