El Museo Nacional de Antropología e HIstoria, localizado en la zona centro de la Ciudad de México, específicamente en Chapultepec, rinde un homenaje al México indígena en cuyo ejemplo reconoce características de su originalidad nacional, tal como lo dijera el día de su inauguración, el 17 de septiembre de 1964, el entonces presidente Adolfo López Mateos.
El Museo Nacional de Antropología e Historia nació en base a tres objetivos principales:
- La difusión de la cultura prehispánica y la de los pueblos indígenas actuales entre la población nacional e internacional, por medio de la exposición de las piezas de los acervos arqueológicos y etnográficos.
- La difusión, en forma accesible, de todo lo relativo a la antropología en México mediante las exhibiciones, conferencias, así como por las visitas guiadas.
- La conservación, registro y restauración de las colecciones arqueológicas y etnográficas, mismas que se encuentran entre las más valiosas de nuestro país y el mundo.
Un poco de historia…
Luego de un par de siglos de dominación española, nuestro país comenzó nuevamente a interesarse por su pasado prehispánico, gracias a que los documentos que formaban parte de la colección de Lorenzo Boturini fueron depositados, por orden del virrey de Bucareli, en la Real y Pontificia Universidad de México a finales del siglo XVIII, lugar donde también se encontraban ya las esculturas de la Coatlicue y la Piedra del Sol.
No sería sino hasta 1790 que fue inaugurado el primer Museo de Historia Natural y a partir de entonces, se originó la idea de constituir una junta de antigüedades con la finalidad de proteger monumentos históricos.
Durante el siglo XIX, atraídos por sus vestigios arqueológicos, visitaron México hombres ilustres de ciencia, como Alejandro de Humbolt, quienes se encargaron de difundir el valor artístico e histórico de los monumentos prehispánicos, de forma que en 1825, el presidente de la República, Guadalupe Victoria, asesorado por el historiador Lucas Alamán, funda el Museo Nacional Mexicano y en 1865, Maximiliano de Habsburgo ordenó se trasladara la colección al edificio donde había estado la Casa de Moneda.
Antes del Centenario de la Independencia de México, el Museo cerró sus puertas para sufrir una renovación, cambiando su nombre a Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, para ser reabierto el 9 de septiembre de 1910, en presencia del presidente Porfirio Díaz.
Para 1924, el acervo del Museo se había incrementado hasta 52 mil objetos, había recibido a más de 250 mil visitantes y era considerado uno de los más interesantes del mundo y gozaba de prestigio en el extranjero.
Es en 1963, dada la relevancia de los trabajos arqueológicos de las décadas anteriores, que el presidente Adolfo López Mateos ordena la construcción del Museo Nacional de Antropología e Historia, en el Bosque de Chapultepec, al arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, quien es asistido por los arquitectos Rafael Mijares y Jorge Campuzano, siendo inaugurado el nuevo y actual inmueble en 1964.
Misión museográfica
Con un espacio de 44 mil metros cuadrados cubiertos y 35 mil 700 metros cuadrados de áreas descubiertas, el Museo Nacional de Antropología e Historia es fácilmente identificable, gracias a la escultura de Tláloc que se encuentra dando la bienvenida a los visitantes desde el Paseo de la Reforma.
Una vez en su interior, lo primero que resalta a la vista en este guardián de buena parte del acervo arqueológico y etnográfico de México, son las obras y murales de diversos artistas plásticos que dan una visión del arte mexicano de los años 60.
A mitad del patio central, se aprecia la columna de bronce del “Paraguas”, de los hermanos José y Tomás Chávez Morado; el tapiz de Mathias Goeritz y el vitral de Carlos Mérida en la sala Gran Nayar, mientras que a lo largo del Museo, hay obras de Raúl Anguiano, Leonora Carrington, Rafael Coronel, Luis Covarrubias, Arturo Estrada, Manuel Felguérez, Arturo García Bustos, Jorge González Camarena, Iker Larrauri, Adolfo Mexiac, Nicolás Moreno, Pablo O’Higgins, Nadine Prado, Fanny Rabel, Regina Raull, Valeta Swann, Rufino Tamayo, Antonio Trejo y Alfredo Zalce.
Once interesantes salas del Museo Nacional de Antropología e Historia
La planta baja del Museo Nacional de Antropología, da cabida a 11 salas en donde se muestra el esplendor de las culturas que habitaron el territorio nacional antes de la llegada de los españoles.
La primera de ellas, Introducción a la Antropología, ofrece una perspectiva de cuatro disciplinas que conforman el trabajo antropológico, como son la antropología física, arqueología, lingüística y etnología, lo que permite conocer de manera probable, la forma en que vivieron los primeros homínidos y seres humanos, así como los animales de cientos de millones de años atrás, al tiempo que se da un completo panorama de la evolución en la Tierra.
En la siguiente sala, Poblamiento de América, se da cuenta de los hallazgos de los primeros homosapiens al noroeste de Asia y su paso por el estrecho de Bering, siguiendo su ingreso en América hasta su diferenciación como culturas arqueológicamente identificables, mismas que darán origen al periodo Preclásico.
Durante el Preclásico en el Altiplano Central, que va de los años 2300 años a.C. a 100 d.C., se sentaron las bases que darían lugar a las grandes civilizaciones mesoamericanas. En esta sala se presentan los vestigios dejados por esos primeros pueblos, mismos que hoy conocemos como la cultura Olmeca del sur de Veracruz y el norte de Tabasco.
Ejemplos de ello, son la elaboración de cerámica, figurillas de barro, el surgimiento de la escultura portátil y monumental, el desarrollo de la tecnología de piedra tallada y pulida, son otras características relevantes de este tiempo.
Mención aparte merece la sala dedicada a Teotihuacán el “Lugar donde los hombres se convierten en dioses”, una de las metrópolis del periodo Clásico y que ocupa un espacio propio por su relevancia histórica, ya que sería modelo para las culturas que habitaron la región los siglos siguientes.
De esta cultura, destacan la construcción de las pirámides del Sol y la Luna, un plan maestro de los gobernantes, que abarco no sólo los aspectos económicos sino también una temprana orientación y planificación de la ciudad, concebida como modelo del universo, así como excelentes muestras de esculturas monumentales… pero desgraciadamente entro en decadencia y sucumbió al olvido en el 750 d.C.
En la sala Los Toltecas y su época, se hace un recorrido por las diversas culturas que a la caída de los teotihuacanos, florecieron en el Altiplano Central, así como numerosos centros urbanos y ceremoniales: Xochicalco, Cacaxtla, Xochitécatl, Teotenango, la cultura de los Volcanes y Cholula, entre otras, conformando el llamado periodo Epiclásico (650-850 d.C.).
Una de las ciudades más importantes, por su importancia y por qué conjuntó elementos teotihuacanos con los de otras culturas, fue Tula, que a lo largo de 400 años, vivió diferentes cambios y transformaciones que la llevaron a consolidándose en un poderoso Estado, periodo que conformó el Posclásico temprano (850 y 1250 d.C).
Aquí se encuentra uno de los Atlantes que originalmente estaban en lo alto del templo ceremonial de Tula.
Luego de su abandono surgieron los Mexicas, quienes mostraron un florecimiento político y cultural excepcional. Se producen entonces numerosos testimonios de un ideal panmesoamericano, integrado esencialmente por mitos, deidades y cultos religiosos comunes. Los diversos señoríos que se consolidaron en aquel tiempo buscaron su identidad a través de estilos cuyo lenguaje visual les diera un reconocimiento comunitario. Este proceso se inició con el predominio de Culhuacán Tenayuca, al cual seguiría una sucesión de grupos conocidos en las crónicas históricas como de habla náhuatl o «tribus nahuatlacas», cuyo origen se dio en el mítico Aztlán-Chicomóztoc; se trataba de xochimilcas, tlahuicas, tlaxcaltecas, huexotzincas, tepanecas, alcohuas, y los matlazincas, que hablaban otra lengua, en un periodo conocido como el Posclásico tardío (1300-1521 d.C.).
Muestra de su grandeza, son la Piedra del Sol y la Coatlicue
La sala Culturas de Oaxaca, da testimonio del señorío donde vivieron «los hombres de las nubes», quienes dejaron un legado de gran riqueza arqueológica y una importante tradición cultural. Esta zona del Pacífico, Huaxyacac, fue fundada en 1486 como guarnición militar por Moctezuma II, destacando dos grupos dominantes culturalmente: los zapotecos, fundadores de la ciudad de Monte Albán y los mixtecos.
La Máscara del Dios Murciélago es prueba del grado que en las artes alcanzaron estos pueblos.
La Sala de las Culturas del Golfo es el resultado de una serie de datos actuales que han surgido de los recientes trabajos arqueológicos en la región, que comprende el área arqueológica conocida como Costa del Golfo que son los actuales estados de Veracruz, Tabasco, parte de Tamaulipas, San Luis Potosí, Puebla, Hidalgo y Querétaro, en donde se da fe de la existencia de grupos como los huaxtecas, otomíes, nahuas, totonacas, tepehuas, popolocas, zoques-mixes, mixtecos, quienes a pesar de hablar lenguas distintas compartían una misma base cultural y tuvieron un mismo desarrollo sociopolítico y religioso.
Los Mayas, una de las más brillantes culturas mesoamericanas que destacaron en la ciencia y el arte; construyeron grandes centros cívico-ceremoniales y ciudades, con pirámides y templos alrededor de patios y plazas en los que colocaban estelas y altares, políticamente organizados en estados independientes y con fama de poderosos guerreros, creadores de una escritura jeroglífica propia y un sistema de numeración posicional vigesimal con el uso del cero, se desarrolló por cerca de dos mil años y desplegó su cultura en un territorio de casi 400 mil kilómetros cuadrados.
Códices, mascaras mortuorias como la del Rey Pacal, cerámica, estalas y códices, es lo que el aficionado a esta cultura encontrará aquí.
La sala de las Culturas del Norte, ofrece al visitante un completo muestrario de los pueblos que coexistieron en esta parte semiárida de México, en los actuales estados de Baja California, Baja California Sur, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Sinaloa, Durango, Zacatecas, Aguascalientes, San Luis Potosí y partes de los estados de Sonora, Chihuahua, Guanajuato, Hidalgo y Querétaro, destacando entre ellos, los Tarahumaras o Rarámuris, mismos que se cree, crearon la ciudad de Paquimé.
La región del Occidente, que ocupa una sala, abarca los estados de Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Colima, Michoacán, y se ha dividido en temas: Tradición de tumbas de tiro; Chupícuaro; Desarrollos locales de Jalisco, Colima, Nayarit y Sinaloa; Especializaciones del occidente, Guerrero y Tarascos de Michoacán.
Una visión a la etnografía
La planta alta del Museo de Antropología e Historia, está dedicada a comprender a los pueblos indígenas que en la actualidad coexisten en el territorio nacional, mismos que resguardan una forma de vestir muy particular, así como algunas tradiciones que han pasado de generación en generación, su economía y organización social.
Esta es sólo una probadita de lo que hay en el Museo Nacional de Antropología, recinto que es guardián de buena parte de lo que ha dado identidad al México de hoy…
Más información: INAH – Museo Nacional de Antropología