Colindante con Texas, Mississippi y Arkansas, se encuentra el estado de Luisiana, que fuera nombrado así para honrar a Luis XIV, el Rey Sol, cuando sus exploradores, encabezados por La Salle, navegaron a lo largo del río Mississippi con la intención de establecer una ciudad que atrajera a colonos franceses, para que trabajaran a favor del tesoro real.
Este cálido y húmedo estado posee increíbles tesoros culturales, históricos, culinarios y artísticos. En las antiguas plantaciones, en las ciudades, en los frondosos bosques, en los pantanos, están presentes la herencia francesa, los importantes sucesos de la Guerra Civil Norteamericana, además de una música salida de lo más profundo del alma y las vivencias de la población negra: el jazz y el blues.
En 1718 Jean Baptiste Le Moyne de Bienville explorador canadiense que se convirtió en gobernador de la colonia francesa fundó, a orillas del Río Mississippi, lo que se convertiría en una elegante ciudad. Decidió nombrarla “Nouvelle-Orleáns”, en honor al Duque de Orleáns. Sus pretensiones se vieron frustradas cuando el estado fue cedido a España en 1769, y luego a los Estados Unidos, en 1803.
Mezcla única de la cultura francesa, española y estadounidense, cuna del jazz de Dixieland, centro gastronómico del sur. Famosa por sus increíbles paisajes, por el colorido Carnaval de Mardi Gras, por sus “riverboats” o barcos de vapor que surcan las majestuosas aguas del río, su fabulosa vida nocturna y entretenimiento; por supuesto, Nueva Orleáns es considerada como un destino turístico y una capital del entretenimiento, sin embargo, no debemos desligarla de su historia, pues en ella se encuentra el origen del mosaico de luces y sombras que dan sustancia a esta ciudad.
Nueva Orleáns Hoy
La ciudad es rica en tradiciones, que se disfrutan desde el arribo, vía aérea, al aeropuerto internacional Louis Armstrong, el cual recrea el ambiente bohemio y el sabor a cultura popular de la ciudad; imágenes emblemáticas del jazz, los muelles del Mississippi, los pantanos, son parte de su decoración.
Aunque las actividades de entretenimiento están orientadas en su mayoría al público adulto, Nueva Orleáns ofrece un sinnúmero de actividades familiares, como son: el rancho de lagartos, la réplica del Natchez, vapor de los tiempos en que Mark Twain escribió Tom Sawyer y en el que se puede surcar el río disfrutando de una espléndida cena con música de jazz, los tours que te llevan a conocer el Acuario de las Américas y el Zoológico, entre otras atracciones.
También cuenta con una amplia gama de restaurantes para todos los gustos. Puedes degustar los mejores cortes de carne, por ejemplo en Shula’s, steak-house pertenciente a Don Shula, legendario coach de los Delfines de Miami; o probar la famosa comida regional, llamada cajun, en el Gumbo Shop.
En el área de Bourbon Street, prácticamente encuentras un establecimiento a cada paso, aunque en su mayoría se trata de menús de comida rápida como hot-dogs y hamburguesas, que permanecen abiertos toda la noche, siempre dispuestos a atender a los visitantes.
Romance y diversión al estilo criollo
El Vieux Carré o Barrio Francés, es el alma de la ciudad; uno de los lugares más visitados por propios y extraños. Sin embargo, pese a su nombre, en realidad la arquitectura de esta zona es más bien legado español y no francés, como podrá notar en los edificios Pontalba, el Cabildo, el Presbiterio, o en otras construcciones que más recuerdan a Madrid que a París. Puede pasear en auto por sus calles angostas, admirar sus hermosos edificios antiguos en tonalidades pastel, sus jardines y balcones en una romántica carroza, o en el tranvía St. Charles.
Disfrute del tradicional café con chicoria y beignets después de comprar interesantes souvenirs o antigüedades en el histórico Mercado Francés; contemple las actuaciones de mimos y otros artistas callejeros en Jackson Square o disfrute el atardecer paseando por la ribera en Moon Walk Promenade. En la Catedral de Saint Louis, la segunda más antigua de los Estados Unidos, siempre encontrará una taza de café-au-lait, algún platillo típico, todo condimentado con un poco de jazz. O puede tomar una bebida un poco más fuerte en Old Absinthe House, una taberna del siglo XVIII.
Bourbon Street también tiene su toque histórico en los edificios y museos, pero los cabarets, clubes de jazz, restaurantes y tiendas la hacen alegre y bulliciosa, ideal para divertirse al caer el sol, disfrutando de la vida sureña. Un paseo original e inolvidable por el Río Mississippi a bordo de un barco de paletas, al estilo Mark Twain, puede culminar con vertiginosas emociones nocturnas en los famosos casinos “riverboat”, más al estilo “Maverik”.
Las calles Bourbon Street & The French Quarter en Nueva Orleáns
Debido a la sobrepuesta nacionalidad de esta ciudad, y del estado de Luisiana en general, muchos nombres de calles, avenidas y barrios cuentan con denominaciones hispanas, francas y estadounidenses. En algunos casos, como sucede dentro del French Quarter, las calles principales están identificadas con inscripciones hechas de porcelana de Talavera; en ellas se puede leer, por ejemplo, “Santana Street/Calle de Santa Ana”; o “Bourbon Street / Rue Bourbon”.
En esta última se encuentra el corazón de la ciudad; de día, para visitar tiendas de curiosidades, antigüedades y demás mercancías; de noche para dejarse llevar por una fiesta de luces, licores y música, en una verbena que no tiene fin, aun fuera de la época del Mardi Gras.
Ahí conviven los establecimientos de jazz, como el histórico Maison Bourbon que en un letrero, al centro de su escenario, asume estar “dedicado a la preservación del jazz” con un sin fin de bares para bailar salsa, bandas dedicadas al rock clásico y otros géneros más contemporáneos. Todas en conjunto facilitan la interacción entre los visitantes, sin importar su procedencia.
Mezclados con estos establecimientos, gracias a la libertad de ideas y maneras de hacer negocio, se encuentran bares de table-dance presentes en Nueva Orleáns desde hace décadas, y que han contribuido a mantener su fama como la original Sin City (ciudad del pecado). Aquí se localiza el casi mítico y multi fotografiado Big Daddy’s, con su otrora novedoso anuncio de neón y maniquí en columpio, impensable mezcla de un faro y una sirena que ha atraído marineros por generaciones.
Fuera de Bourbon Street están la Plaza de Armas -ahora llamada Jackson Square-, alrededor de la cual se encuentran los carruajes que te pueden llevar a recorrer el French Quarter y la rivera del Mississippi a la vieja usanza, a trote de caballo. Aquí se levanta la Catedral de San Luis, pintada completamente de blanco, que deslumbra durante el día e ilumina la plaza por las noches. Frente a Jackson Square está el Cafe Du Monde, construido en 1862, que da a Nueva Orleáns un espacio con ambiente netamente europeo y rincón idílico para los enamorados.
A media cuadra se encuentra la estatua dorada de Joan of Arc, que antes estuviera ubicada frente al World Trade Center. Es alrededor de Jackson Square, donde se encuentran.
En un día cualquiera, puedes verte sorprendido por una boda con jazz, que actualmente sólo se puede presenciar en Nueva Orleáns, donde la pareja y sus convidados bailan a través de las calles acompañados por una banda que interpreta este género; una celebración que a solteros, casados y divorciados, hace emocionarse con la idea, aunque sea solamente por unos minutos.
Nueva Orleáns es considerada por algunos viajeros como la ciudad menos americana de los Estados Unidos. Y no porque vacile en sus lealtades, sino debido a la arquitectura, mezcla hispana y francesa y los temas populares del French Qarter. Quizá uno de los que más han contribuido a esta percepción sea su “Haunted History» (historia encantada), que da testimonio de las diferentes culturas que han habitado en la ciudad, así como de sus creencias.
Historia, muñecas y Vudú en Nueva Orleáns
Si le gusta visitar museos, en Nueva Orleáns no se dará abasto para conocer todos los que hay. Por ejemplo, conozca la historia de la colonización de Luisiana, o admire la máscara mortuoria de Napoleón en El Cabildo.
Viva la historia e imagine sus propias aventuras en las casas históricas, como la Beauregard Keyes, la Mansión Elms, la Longue Vue y la Hermann-Grima. La Casa La Laurie es una casa “embrujada” sobre la que corren varias leyendas.
Misterio y magia en el Museo Histórico Vudú o en el Museo de la Farmacia, en donde le revelarán secretos y rituales de las prácticas vudú, originalmente traídas a estas tierras por los esclavos. Después, atrévase a recorrer uno de los antiguos cementerios o saludar a Louis Armstrong u otros personajes legendarios de Luisiana en el Museo de Cera Conti.
Puedes adentrarte en este mundo extraño y tenebroso contratando tours para conocer los cementerios, cuyas tumbas se encuentran en la superficie y no debajo de ella, así como otros recorridos por el mundo del vudú, casas embrujadas, leyendas de fantasmas o aquellos para revivir historias de vampiros reales y literarios.
Para los niños, o para los que conservan sus ilusiones infantiles, el Museo para Niños de Luisiana, el Museo de Trenes de Juguete, Pippen Lane (ropa, muebles, zapatos y juguetes sólo para ellos), la Colección de Muñecas Santa Elizabeth de la escritora Anne Rice (autora de “Entrevista con el Vampiro”) y el Museo Casa de Broel, en donde exhiben una enorme colección de casas de muñecas de todo el mundo, son una buena opción.
Fuera del French Quarter
Saliendo del Barrio Francés, si te gustan los deportes, puedes visitar el estadio Superdome, hogar de los Santos, equipo local de futbol americano, cuyos partidos son motivo de grandes verbenas populares.
Si lo que buscas es hacer shopping, en Nueva Orleáns existen varios centros comerciales entre los que destacan el Riverwalk, sobre la rivera del Mississippi y el Esplanade, en dirección a los suburbios.
La ciudad también cuenta con un enorme centro de apuestas y juegos de azar, el Harrah’s Casino. En él se encuentra todo tipo de máquinas tragamonedas, mesas de naipes y restaurantes.
Por otra parte, como un tributo a los maestros del blues, está The House of Blues, restaurante y sala de conciertos que es visitado por cientos de bandas a lo largo del año, para deleite del público local y de los visitantes.
Nueva Orleáns es un lugar privilegiado en arte y cultura; puede complacer su vista y sus oídos asistiendo a un espectáculo de ballet, ópera o teatro, a una exhibición de arte contemporáneo, al Museo de Arte de Nueva Orleáns (famoso por su colección de cristal, huevos Fabergé y arte renacentista), o bien disfrutar una ejecución musical con la Orquesta Filarmónica de Louisiana. Incluso existen varios espectáculos artísticos especialmente dedicados a los niños.
Para completar toda esta gama de actividades que harán de su viaje una experiencia única, visite algunos de los famosos parques de esta cosmopolita ciudad, como el Parque y Jardín Zoológico Audubon, en el cual conocerá al extraño cocodrilo blanco, exclusivo de Nueva Orleáns. El Acuario de las Américas es un sitio muy especial porque tiene la colección más grande de tiburones y medusas de mar; los más valientes incluso podrán acariciar a un escualo…bebé, claro está.
Si vas a Nueva Orleáns en periodo de carnaval, encontrarás que el clima va de templado a caluroso, con mucha humedad y mucho sol. Por el contrario, toma precauciones y abrígate bien en caso de que sea en otoño o invierno, pues seguramente encontrarás fuertes corrientes de aire, que hielan el ambiente hasta alcanzar temperaturas bajo cero.
El sazón del Bayou
Uno de los platillos tradicionales de Nueva Orleans es la jambalaya, un aromático plato cajún, algo picante, compuesto de arroz con camarones, carne de cangrejo, ostiones, jamón o salchichas, pollo, pavo y tomate.
El gumbo de mariscos, la tarta de langostinos, mariscos en brocheta, la bouillabaisse, la sopa de quimbombó, boudin, el etouffée, los po-boys, el arroz con frijoles rojos; el café con leche, el café brulet, y los beignets para después de la comida, son otros deliciosos manjares que nos ofrece la tradición gastronómica de esta ciudad localizada en las riberas del Mississippi.
“¡Arrojeme algo, señor!“
Este tradicional grito comienza a escucharse en las concurridas calles de Nueva Orleáns el segundo viernes antes del “Martes Gordo” o día de Mardi Gras, señalando el inicio de una de las fiestas más alegres, coloridas y famosas del mundo: el Carnaval de Mardi Gras.
Durante esta celebración, que se realiza a finales de febrero y que dura aproximadamente doce días, se desarrollan cerca de 70 desfiles, cada uno a cargo de un club o “Krewe” diferente, el cual selecciona su propia temática para el diseño y decorado de los fastuosos carros alegóricos.
Mascaradas, personajes fantásticos, carrozas decoradas, “flambeaux” o antorcheros llenan la ciudad de vida, alegría y algo de locura; las calles se impregnan de dorado, verde y púrpura, simbolizando respectivamente el poder, la fe y la justicia.
Aunque esta festividad es principalmente una fiesta para adultos, en el Barrio Francés existen desfiles y celebraciones más enfocadas a la diversión familiar; como es su tradición.
Renovarse… y vivir
Cuando fue creada Nueva Orleáns, se pensó en una ciudad bien conectada con el mar, a través del Mississippi, que se mantuviera segura y alejada de las tempestades que azotan al Golfo de México. Sin embargo, eso no pudo mantener a salvo la ciudad, ni a todo Luisiana, durante 2005, cuando se vio afectada por el huracán Katrina.
En medio de esto, ha prevalecido su espíritu, el de sus autoridades y habitantes, sobreponiéndose como atractivo turístico que hoy ha salido a flote al cien por ciento para brindarnos sus tradiciones y mezclas culturales, sus luces, fiestas y bailes, para gozarla al ritmo del clásico “When the Saints Go Marching In”.
Más información: Visite Nueva Orleáns