Un halo de misterio envuelve la atmósfera de este pequeño tesoro del Cono Sur. Atrapado entre íconos turísticos como Argentina y Brasil, pocos han notado el sutil encanto de la tierra guaraní.
Desde la huérfana majestad de las ruinas jesuíticas en el sur del país, hasta el impenetrable Chaco en el oeste, se despliega un tapiz de calmos pueblos adoquinados, cascadas y mariposas. Como eje central, el caudaloso río Paraguay abre una senda hacia una de las áreas naturales más inexploradas de la región: el Pantanal. Y en el centro de este abanico resplandece Asunción, cuyo carácter capitalino no ha logrado corromper su aire colonial ni su sagrada siesta. Aquí una crónica de los tesoros que Paraguay depara para quien se aventure a descubrirlos.
Ciudad Madre
El punto de partida de este mapa del tesoro es naturalmente Asunción, fundada en 1537. Aunque ante ojos desprevenidos esta capital se asemeja a cualquier ciudad, basta con detener un instante la mirada para encontrar en ella los tintes propios que la hacen única. En sus afueras árboles cargados de frutas decoran las veredas y los patios mientras que en el centro la historia se convierte en calles que invitan a recorrerse. Y como punto de unión entre ambos extremos el tereré, infusión tradicional que se ha convertido en culto. Preparada con agua fresca, yerba mate y hierbas medicinales la bebida está fuertemente arraigada a la identidad nacional, y es normal ver a oficinistas, estudiantes y hasta policías desplazarse por la calle con enormes termos bajo el brazo.
Siendo la población más antigua de la zona, Asunción es aún conocida como la «Madre de las Ciudades». Su aire histórico se encuentra presente en sus fachadas, sus construcciones y en el nombre de sus calles que evocan héroes patrios. Cuenta, como toda ciudad capital, con una amplia variedad de edificios cuya belleza e historia se conjugan en un paseo central que invita a ser recorrido a pie. Partiendo de la Plaza de los Héroes, en donde se halla un mausoleo inspirado en Les Invalides de París se puede seguir rumbo norte para conocer la Catedral Metropolitana, la misma que casi en ruinas en mayo de 1811 anunció con campanadas la independencia de la naciente nación. A pocos metros de allí se encuentra El Cabildo.
No obstante la obra maestra del recorrido es, sin dudas, el Palacio de Gobierno. Inspirado en Versalles fue terminado en 1869 como residencia de Francisco Solano López, presidente de una época dorada en la que el país hacía gala de los primeros trenes de pasajeros de Sudamérica y de un índice de analfabetismo menor al de la propia Europa. Pero un suceso clave truncaría este apogeo. La Guerra de la Triple Alianza que enfrentó al país ni más ni menos que con Argentina, Brasil y Uruguay a la vez (1864-1870) dio un giro inesperado en la historia, pasando de ser el país más próspero de la región a uno de los más devastados en un corto período de tiempo. Y pese a que han ya transcurrido más de ciento cincuenta años aún hoy es posible vislumbrar esa transición que se presenta como un contraste entre edificios opulentos y viejos testigos mudos que yacen a la espera de un nuevo esplendor. Frente a este mismo Palacio se encuentra la Manzana de la Rivera, una pintoresca concentración de antiguas casonas del siglo XVIII, algunas transformadas en centros culturales o en exquisitos cafés con hermosas vistas.
Pero si de compras se trata, en cambio, conviene recorrer la céntrica Calle Palma, eje de la oferta gastronómica y hotelera, que combina venta de delicadas artesanías típicas con las más importantes marcas internacionales.
Pueblos con historia
Un amplio cinturón de localidades históricas rodea la ciudad capital y pueden ser visitados en tours de uno o dos días. En Yaguarón, centro de la Misión Franciscana, la Iglesia de San Buenaventura luce aún hoy intricados grabados en madera. Construida en el año 1755 en estilo barroco e hispano guaraní, sorprenden los rasgos aborígenes de los ángeles, cincelados por los propios indígenas. Cerca de allí, el pueblo de Sapucai alberga un interesante cementerio de trenes. En lo que antaño fueron los talleres ferroviarios, hoy el viajero puede curiosear como un niño entre locomotoras a vapor elegantemente abandonadas.
Otro pueblo emblemático y orgulloso de su linaje español es Villarica. Al pie de la cordillera del Ybytyruzú sus habitantes debieron trasladarla siete veces debido a los insistentes embates de los bandeirantes portugueses en busca de esclavos y por ello se la conoce como “La Andariega”. Villarica es la cuna del arpa, el instrumento musical por excelencia del país. Todos los años en el mes de septiembre se realiza una maratón de 24 horas. de ejecución ininterrumpida.
Misiones Jesuíticas
Sin embargo, la joya histórica que se luce aguarda más al sur. Se trata de las misiones jesuíticas, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Las mismas fueron establecidas en el año 1610 con el fin de convertir a los guaraníes a la cristiandad. San Ignacio Guazú fue la primera en establecerse. Su antiguo taller de arte es el edificio civil más antiguo del país, donde actualmente funciona un museo dedicado al arte guaraní de ese período. Por su parte, San Cosme y Damián cuentan con una única arquitectura de dos pisos que conserva el cielo raso con sus pinturas originales. Esta reducción fue el principal observatorio de astronomía de Sudamérica, donde los jesuitas instalaban sus telescopios y cuadrantes. Sin embargo, Santísima Trinidad del Paraná es la más representativa. Su iglesia es la más grande de todas, con un impresionante altar totalmente tallado en maciza piedra rosada. Cuenta también con un Museo Jesuítico situado en la antigua sacristía en donde se pueden apreciar esculturas y una maqueta de la misión.
Naturaleza única
Por último, como el tesoro mejor conservado: el Pantanal. Esta misma zona que el país comparte con Brasil y Bolivia constituye el mayor sistema de humedales del mundo. Año a año las aguas crecen inundando su territorio para luego retroceder y dar paso a un escenario de características naturales únicas, en donde habitan gran cantidad de peces, reptiles, aves y mamíferos. Si bien es posible acceder a esta área por vía terrestre la mejor alternativa es hacerlo remontando el Río Paraguay en un viaje apacible y en pleno contacto con la naturaleza. Una de las alternativas más interesantes es realizar el recorrido a bordo del “Paraguay” una embarcación antigua que ha sido remodelada y que dispone en su interior de todos los lujos. Con capacidad para cincuenta pasajeros, cuenta con bar, restaurante, piscina y hasta sala de cine. En un itinerario de cinco días de duración se atraviesa el impenetrable Chaco hasta llegar al Pantanal. En el recorrido se realizan excursiones en pequeñas lanchas con el fin de observar gran variedad de especies autóctonas, siempre con el acompañamiento de guías especializados. Y una vez en el destino, las alternativas varían entre cabalgatas, trekkings o visitas a comunidades originarias. No obstante, la opción más fructuosa se centra en los safaris fotográficos, gracias a la riqueza faunística. Allí es posible apreciar una amplia variedad de animales silvestres como yacarés, boas, monos e iguanas.
Historia, naturaleza y cultura se conjugan con gracia en este cofre del tesoro de Sudamérica. Una interesante alternativa para quienes disfruten de descubrir las maravillas de esos destinos que aún no han sido saturados por la actividad turística.
¿Qué comprar?
La artesanía típica son los tejidos diversos como el ñandutí o el Ao poí y la delicada filigrana. Se recomienda chequear la calidad antes de comprar y no quedarse con el primer precio.
Más información: Visit Paraguay