Si piensas realmente tomar unas vacaciones placenteras y tranquilas, donde puedas disfrutar tanto de la naturaleza como conocer una mínima parte de la historia nacional, el Estado de Nayarit ofrece a los viajeros muchas alternativas, y la que sobresale por encima de otras es, sin duda, el Puerto de San Blas.
Sitio elegido por muchas parejas de recién casados para disfrutar de su “luna de miel”, al grado de que permanecen en el lugar más tiempo del proyectado.
Aseguran quienes han decidido ampliar su estancia, que se requieren semanas para conocer sus vastos y magníficos paisajes, pues además de su historia, San Blas está rodeado por manglares, esteros, lagunas y bahías que bien vale la pena recorrer, sobre todo para observar diversas especies de aves y reptiles que viven en este paraíso tropical.
Playas vírgenes y deportes acuáticos
San Blas es mucho más, ya que además de ecología, bellezas naturales, historia, cultura y gastronomía, ofrece actividades deportivas como la pesca de marlín, dorado o pez vela. Año con año se llevan a cabo torneos nacionales e internacionales. También el surf es una actividad destacada, ya que se dice que San Blas cuenta con la ola más larga del mundo.
De sus playas vírgenes podemos citar: Las Islitas, El Rey, Los Cocos, Borrego, Atícama, Santa Cruz, Miramar y Platanitos. Cada una de ellas ofrece el entorno ideal para descansar bajo los deliciosos rayos del sol.
Para aquellos que gustan de conocer lugares tranquilos, rumbo hacia éste lugar de la costa, encontraran la playa La Manzanilla, desde donde se aprecia una panorámica inigualable de las distintas costas del puerto.
La primera en avistarse es la de El Borrego, a escasos 2 kilómetros del centro de San Blas. Este sitio es considerado ideal para el desempeño de ejercicios de meditación, debido a lo apacible del lugar, ya que en él únicamente se ubican unas pequeñas casas de pescadores.
Cerca de aquí también se localiza la bahía de Matanchén, espléndida ensenada de unos 7 kilómetros de longitud por 30 metros de ancho en promedio, donde se puede nadar y descansar en sus arenas suaves, refrescándose con agua de coco, especialmente cortado para los visitantes.
Un kilómetro adelante está Playa Las Islitas, formada por tres pequeñas bahías separadas por un peñasco, lo que da forma a pequeños islotes llamados: San Francisco, San José, Tres Mogotes, Guadalupe y San Juan.
De acuerdo a la historia, estos fueron refugios de piratas y bucaneros, pero actualmente son rincones y ensenadas donde la flora y la fauna se muestran en esplendoroso ecosistema.
Pero las maravillas naturales no terminan aquí, sino que también destacan las playas de San Blas llamadas Chacala, Miramar y la del Rey; de esta última, no se sabe si el nombre es alusivo al monarca español Carlos III o bien, al Gran Nayar, guerrero cora, señor de aquella región que gobernaba antes de la llegada de los españoles.
Pero sea como fuere, esta es una playa muy hermosa y, aunque no lo parezca, poco frecuentada.
San Blas, reconocido como Estación Naval
Al caminar por las empedradas y pintorescas calles de San Blas, serás recibido por gente sencilla y amable, de manera ineludible te verás envuelto en un ambiente tropical y lleno de colorido al admirar las fachadas de las construcciones, coloreadas por la extraordinaria vegetación multicolor de las bugambilias y tulipanes en sus diferentes tonalidades.
La historia señala que a finales del siglo XVIII, San Blas fue reconocido como la más importante estación naval de la Nueva España, en las costas del Pacífico. Es el puerto más antiguo de Nayarit y las menciones datan del siglo XVI y se deben al colonizador Nuño Beltrán de Guzmán. En sus crónicas alude al lugar como pródigo en riquezas culturales y abundantes recursos naturales.
Desde el reinado de Carlos III y en su afán de consolidar la colonización de las Californias, España consideró importante establecer un enclave portuario permanente para explorar esas tierras, razón por la que fue escogido San Blas, esencialmente porque está protegido por montañas y porque en la región existían bosques de maderas tropicales idóneas, tanto en calidad como en cantidad, para la fabricación de embarcaciones.
Es así que se inició la construcción del puerto y un astillero en la segunda mitad del siglo XVII; y fue en octubre de 1767 cuando fueron botados al mar los primeros navíos.
Las principales edificaciones fueron en el Centro de Basilio, donde aún se aprecian los restos del Fuerte de la Contaduría y el Templo de la Virgen del Rosario. El puerto fue inaugurado el 22 de febrero de 1768, con lo que se dio impulso a la organización portuaria basada en su valor estratégico y en la exportación de oro, maderas finas y la codiciada sal.
La actividad comercial del lugar tuvo gran importancia y en corto tiempo se establecieron aduanas para el control del flujo de mercancías que llegaban de diferentes partes del mundo, principalmente en las famosas Naos de China.
Durante esa época, también salieron las primeras misiones para evangelizar la península de Baja California, bajo la directriz del padre Kino y de fray Junípero Serra, quienes regresaron a San Blas cuatro años más tarde, en 1772.
Al iniciar el siglo XVIII se prohibió el comercio de México con Filipinas y países del oriente a través del puerto de Acapulco, lo que provocó el mercado negro por San Blas, hasta que el Virrey Félix María Calleja ordenó cerrarlo, aunque su actividad permaneció durante muchos años.
Cuenta la historia que el padre José María Mercado encabezó en la región el movimiento de independencia. Con un ejército de pescadores armados con lo que tenían a su alcance, tomó el fuerte para los insurgentes sin un solo disparo, hizo rendirse a la población criolla y a la guarnición española.
En la actualidad el fuerte San Basilio funge como atractivo turístico; desde ahí es posible apreciar su espectacular vista al acantilado y al mar, en sus antiguos muros se ha colocado un letrero con la leyenda «favor de no aventarse».
En el Fuerte de la Contaduría se llevaban los asuntos fiscales, aunque también se aprovechó como almacén de mercancías procedentes de navíos comerciales.
Se construyó en 1760 y tardaron medio año para poner en pie los muros de piedra, los almacenes y el cuarto para resguardo de municiones, rifles y pólvora.
A unos cuantos metros del fuerte se ubica el templo de la Virgen del Rosario, construido entre 1769 y 1788. Tanto la fachada como los muros se apoyan en gruesas columnas y a la virgen que ahí veneran se le llamó durante un tiempo “La Marinera”, al ser la patrona de los que acudían a ella para pedirle su bendición en tierra y sobre todo en altamar, data de 1769. En esta iglesia estuvieron las famosas campanas de bronce que Henry W. Longfellow inmortalizara en su poema «Las Campanas de San Blas». Camino adentro es posible apreciar las diversas especies de aves que ahí habitan en diferentes temporadas del año.
Aventura en la Tovara y Camalota
A unos minutos de San Blas está el embarcadero de Matachén, en el cual los pescadores nativos ofrecen sus pangas para el recorrido por La Tovara y la laguna Camalota, que dura aproximadamente tres horas y es de costo económico. Una vez a bordo, descubrimos que el camino está enmarcado por diversas plantas como los helechos gigantes, lirios y mangles..
Las especies de aves que habitan la región son más de 200, entre ellas: garza blanca, pelícanos, chachalacas, cuervos marinos, canoras, etc. sobresalen 43 clases diferentes de garzas como la canela. También nos acercamos sigilosamente a un nido de cocodrilos que tendrían aproximadamente tres semanas de haber sido paridos, y cerca a unos cuantos metros estaba la madre. Alrededor del bote se podían ver las burbujas y a veces los saltos de los peces de la laguna como mojarritas y robalos, además de algunas serpientes de agua e iguanas merodeando por las varas de los árboles, hay nidos de termitas que asemejan panales gigantescos.
Para concluir un día agitado
Frente al mar, con una suave brisa marina, además de la suculenta oferta gastronómica regional, existen algunos restaurantes que hacen el deleite de los visitantes, con exquisitos platillos preparados básicamente con productos del mar, como es la sabrosa “lisa tatemada” o el pescado zarandeado, entre infinidad de platos fuertes, cocteles, sopas… y hasta una buena copa o una cerveza bien fría.
Así es como se disfruta la vida en este puerto comercial y añejo, que ha sido el rincón favorito de matrimonios, quienes debido a sus magníficas playas de suave arena y tranquilo oleaje, han decidido regresar para festejar un aniversario más de sus bodas.
Cómo llegar a San Blas
Para llegar a San Blas, si se sale desde Tepic, la capital nayarita, se toma la carretera federal 15 con dirección al norte, rumbo a Mazatlán.
Una vez que se está en el crucero de San Blas, se sigue al oeste por la carretera federal 74 que lo llevará, tras recorrer 35 kilómetros, directamente al puerto, donde te garantizamos que tu estancia será más que placentera.
Hoy día San Blas es un pueblo mágico, con diez mil habitantes que se dedican a la pesca, agricultura y turismo. Es una tierra de amigos y de gente cálida que recibe con los brazos abiertos a todos sus visitantes.
Más información: San Blas, Riviera Nayarit