Ría Celestún es una entrada de agua que fluye hacia el interior de Yucatán, por donde entró no sólo el mar, sino los primeros arietes contra culturales de nuestro enfrentamiento ante el viejo mundo, hasta entonces desconocido.
La península de Yucatán fue sede de los grandes asentamientos de la cultura maya del post clásico, en ella se encuentran vestigios de las majestuosas ciudades de aquella época que evidencian la grandeza de esta civilización.
También, es una zona geológica interesantísima; de geografía sorprendente y biodiversidad abundante; de nula orografía y carente de ríos, es una plataforma caliza formada de rocas sedimentarias en la que no existen corrientes superficiales y el agua se filtra, formando un manto freático de poca profundidad compuesto por grutas, corrientes subterráneas, cenotes y aguadas, con una vegetación exuberante en partes y hasta rala en otras.
Se puede hablar de varias teorías acerca de su formación, de que es la zona probable de impacto del asteroide que teóricamente terminó con los dinosaurios y gran parte de la demás vida terrestre, pero lo que es cierto y está comprobado, es que al visitarla la realidad supera a toda fantasía y su belleza nos deja boquiabiertos, y entonces entendemos la sorpresa de los navegantes hispanos al contactarla en su trayecto desde Cuba e ir descubriendo sus mil y un atractivos.
Como ya mencionamos, Yucatán no tiene ríos, más sí entradas de agua de mar que se incrustan en su territorio entre manglares y petenes, a través de delgados brazos de tierra que le dan de momento la apariencia de una formación fluvial. Estas entradas son conocidas como Rías, apelativo derivado de Río, que trata de describirlas como eso: pequeños ríos simulados a la orilla del mar, aunque de agua salada.
Ría Celestún
Es una formación marina entrante en tierra que se encuentra en la frontera que entre Yucatán y Campeche, en el Golfo de México. Su nombre lo debe al poblado costero en que se encuentra, cuyo significado es “piedra pintada”, peculiar por guardar aún muchas de las características y técnicas de los antiguos pescadores mayas, por lo que deja un buen sabor de boca saber que, aún cuando su distancia a la capital del estado es de apenas 80 km., se ha mantenido como una población no alterada dramáticamente en sus costumbres, además de que el área natural no ha visto perturbadas sus múltiples riquezas biológicas.
De los primitivos pobladores no se tienen datos precisos, pero en Punta Cambalam se han encontrado vestigios prehispánicos mayas, que establecen la existencia de un centro de abastecimiento de productos marinos que perteneció a la provincia de Ah-Canul.
Ya como un pueblo, Celestún fue fundado en 1718, siendo una localidad dependiente de Sisal, sin embargo, por ser una región pantanosa, el lugar permaneció casi despoblado. Posteriormente, al suprimirse el Partido de Sisal en 1872, pasó a formar parte de Maxcanú hasta el año de 1918, en que la población se erigió como cabecera del municipio de Celestún. Por esas fechas se estableció la hacienda salinera de Real de Salinas, lo que originó que el sitio y sus comunidades aledañas se poblaran por la migración de pescadores que llegaron de otros sitios y se avecindaron para explotar la sal y practicar la pesca.
Fue así que, a raíz de la explotación de las salinas, en los primeros meses de 1927 se produjo un auge económico de gran importancia para la región, que se truncó diez años más tarde a causa de un temporal que asoló el puerto de Celestún e inundó totalmente las charcas de secado de sal, lo que causó el desplome total de la producción salinera, que tuvo un resurgimiento a mediados de 1939, para decaer definitivamente en 1942, año que es considerado como el punto final de la industria salinera de Celestún.
Los pobladores continuaron con su dedicación tradicional a la pesquería, a grado tal que con la pesca de escama, convirtieron a Celestún en el segundo puerto en importancia del estado, al contribuir con alrededor del cincuenta por ciento de la pesca de pulpo que abastece tanto al mercado nacional como al internacional. Asimismo, aunque muy disminuida y en un nivel artesanal, la producción de sal continuó.
La economía del pueblo de Celestún ha cambiado al irse desarrollando el interés por el ecoturismo. Los servicios de tipo turístico como guías, restaurantes y pequeños hoteles, le han dado un giro al desarrollo de este bonito lugar.
La gastronomía, sobra decirlo, es especializada en mariscos del día, verdaderamente frescos y sabrosos, ya que la pesca es abundante.
Un gran atractivo de Ría Celestún y de toda la costa norte de Yucatán, por lo menos en sus humedales, es el Flamenco Rosado, enorme ave acuática gregaria de una belleza singular, que es característica de las Rías del Estado y que en ellas se encuentra protegida para su conservación.
Otras especies que viven en Ría Celestún, además del flamenco, son el cocodrilo, algunos murciélagos, búhos y una gran cantidad de aves residentes y migrantes, que permiten que la observación de aves en el sitio sea una experiencia incomparable.
Coincidencias
Como un mismo ecosistema, Ría Celestún tiene similitudes con Ría Lagartos, al norte de Yucatán, propias de los humedales; estas no sólo se dan en su clima o en su vegetación y fauna, sino en el tipo de actividades que pueden realizarse en ellas y la belleza escénica que ofrecen, que en momentos pareciera que confunde entre una y otra.
De hecho, ambas son Reservas de la Biosfera, aunque designadas en diferentes fechas; mayo de 1979 Lagartos y febrero de 2000 Celestún.
Ambas son reconocidas como santuarios del flamenco rosado y están en el estado de Yucatán, aunque Celestún comparta en parte su territorio con Campeche, pero sobre todo, ambas son dos lugares no sólo de gran belleza para visitar, sino que guardan entre la algarabía de sus aves y la tranquilidad de sus aguas y mangles, fragmentos de historia, antigua y reciente; mientras que la primera se encuentra en los libros, esta última puede ser rescatada en la plática coloquial con sus moradores, gente de mar, con la alegría de la gente yucateca y con el orgullo de su origen maya, que son excelentes narradores de historias inimaginables, que podríamos contarles, pero que no saben igual que en un recorrido por el estero, con los efectos de sonido naturales, con el acento del sureste del interlocutor y sintiendo en la piel esas vivencias contadas, haciéndolas parte de nuestra propia historia.