Hasta hace poco la zona oriental de la costa de Marruecos estaba fuera de los circuitos turísticos, sin hoteles, sin infraestructuras, por supuesto sin visitantes y casi sin población. Ello, pese a ser uno de los lugares más atractivos de la costa mediterránea africana. Hoy, sin embargo, Saidia es un destino con encanto, sin masificar y donde es posible encontrar playas kilométricas de dorada y fina arena, dunas que evocan el comienzo del desierto, montañas atravesadas por ríos, un animado y elegante puerto deportivo y hoteles de lujo. Todo eso, además, sin aglomeraciones, con estilo y con un clima templado durante todo el año.
Saidia y la Ciudadela feliz
Durante siglos sólo algunas tribus nómadas habitaron estas tierras, viviendo en gourbis o en tiendas bereberes. Sólo a partir de 1883, cuando el sultán Hassan I mandó construir la ciudadela y dos mezquitas, comenzó el desarrollo de Saïdia (Assaïdia) que significa la ciudadela feliz. Durante mucho tiempo fue una especie de población fantasma, sin apenas habitantes, con una función administrativa y judicial. A partir del protectorado francés (1912), comienza a ser utilizada como lugar de veraneo por algunos de los colonos franceses. Hay que esperar hasta el siglo XXI cuando, en el marco del proyecto gubernamental Plan Azur, encaminado al desarrollo turístico de Marruecos, se crea el complejo turístico llamado Mediterránea-Saidia, inaugurado en junio de 2009.
Este complejo turístico se encuentra cerca de uno de los lugares con mayor biodiversidad de Marruecos, la reserva natural del estuario del Río Muluya, una especie de oasis entre el Mediterráneo y los montes de Beni Snassen. Saidia, llamada la «Perla Azul del Mediterráneo Marroquí», se encuentra justo al lado, en ese espacio de costa de unos catorce kilómetros que antecede el territorio argelino.
Alojamientos de lujo
Dos empresas españolas, Barceló e Iberostar ofrecen instalaciones de lujo en este lugar privilegiado. El Barceló Mediterránea Saidia cuenta con 614 habitaciones en un enclave natural de gran belleza. También ofrece al turista un campo de golf de 18 hoyos, un puerto deportivo con más de 800 amarres, un centro de spa y talasoterapia, incluso un helipuerto. Las actividades y el ocio también están garantizados gracias a sus varias pistas deportivas de tenis, pádel, tiro, voleibol y multifunción y su conjunto de seis piscinas. Tiene cuatro restaurantes y varios bares. Opera con el sistema de todo incluido.
Por su parte el hotel Iberostar Saidia cuenta con 484 habitaciones distribuidas en tres edificios de dos pisos de altura. Tiene cinco piscinas, una de ellas interior climatizada, y una variada oferta culinaria tanto en sus buffets, como en sus dos restaurantes: el japonés de estilo teppanyaki para los amantes de la comida oriental y el restaurante de cocina mediterránea. Desde las ventanas de sus habitaciones se extiende una playa de 14 kilómetros y a un paso están cordilleras majestuosas, ciudades con encanto e incluso un oasis de palmeras en pleno corazón sahariano.
Explorando los alrededores de Saidia
Aunque pueda suponer un esfuerzo alejarse de estos palacios de lujo, de la tranquilidad de la playa, el hammam, las comidas al borde de la piscina, los paseos por la vecina Corniche y el trato amable del personal marroquí, vale la pena dedicar algún momento a lanzarse a la aventura. Se pueden hacer excursiones por la costa, acercándose hacia las islas Chafarinas, o en el interior, acercándose hasta Oujda, uno de los lugares más atractivos de Marruecos. Pero sobre todo adentrándose en los montes Beni Snassen donde se esconden maravillas como la garganta de Zegzel, un vergel cuajado de fuentes, cascadas y cuevas donde se han encontrado los restos humanos más antiguos de esta parte de África.
No muy lejos está la Mar Chica, un mar menor prácticamente virgen y más adelante Ras el Ma o Cabo del Agua, un promontorio rocoso desde el que se divisa un espectacular panorama y donde se puede practicar submarinismo, ya que es el mejor lugar de esta parte del Mediterráneo o darse un baño en su playa salvaje.
También vale la pena perderse por el casco viejo de Saïdia, con sus calles estrechas, las plazas y terrazas, las tiendas y los cafés que conforman el ambiente de una medina tradicional. Ideal para pasear y hacer compras. Se debe visitar la Casbah (o Alcazaba), una fortaleza del siglo XIX, mandada construir por el sultán Hassan I con el objetivo de vigilar la frontera con Argelia y controlar el movimiento de personas hacia y desde Argelia, que se encontraba en aquel momento bajo soberanía francesa.
Más información: Viajes a Saidia