Este Pueblo Mágico ha sido mágico desde su fundación en 1605 (aproximada), cuando se le conocía como Hototipac y era el resultado del descubrimiento en 1542 de varias minas de plata que están a sus alrededores como La Quiteria, que actualmente se sigue explotando; Santa Gertrudis, que puede ser visitada por los turistas; La Terronera, que es una de las más antiguas, por mencionar algunas de las más de veinte que existieron.
La población de este lugar ubicado en las faldas del Cerro de la Bufa, creció hasta superar los 2,000 habitantes en esa época del auge minero y hoy, con poco más de 5 mil habitantes, es un remanso de espiritualidad que nos hace vivir un viaje a través de la historia, porque en realidad es difícil estar ahí y no sentir que hemos retrocedido en el tiempo.
En San Sebastián hay que visitar el Templo que le da nombre, que data del Siglo XVI, una muestra del estilo arquitectónico romano de gran robustez y exquisitez al mismo tiempo, siendo una joya de la arquitectura agustina de la época.
Se encuentra frente a la plaza conocida como El “Cuadro”, un espacio de forma alargada con un típico quiosco como ombligo que se rodea de jardines y arboledas.
El portal que se encuntra al frente del Cuadro se llama Morelos y le da espacio a la Presidencia Municipal. La primera tienda de raya del pueblo se ubicó en estos portales y aún parecen oírse los gritos y alborots de los mineros en los días de raya.
Para adentrarnos más en su historia podemos conocer el Museo de Doña Conchita Encarnación, que lleva el nombre de un adinerada señora de la época de oro del lugar y exhibe antigüedades y piezas históricas.
Saliendo a caminar por las calles de San Sebastián nos vamos a encontrar irremediablemente con el Puente Grande, que es la entrada principal a San Sebastián. Esta mole de argamasa y cantera cortada data de 1860 y sus 60 metros de largo se basan sobre arcos de hasta 10 metros de altura. Más adelante pasaremos un escenario que bien podría estar sacado de la Europa medioeval: El Puente Curvo, ubicado a tan sólo una cuadra del centro, construido en 1890 y especialmente atractivo por su forma curva con la montaña como marco.
Dicha montaña es el ya nombrado Cerro de la Bufa, una montaña de 2,411 metros de altura sobre el nivel del mar, lo que lo hace un espléndido mirador para ver el pueblo y dicen que cuando el día está claro, lo que no es muy común en este lugar de montañas brumosas, puede verse la Bahía de Banderas, donde se encuentra Puerto Vallarta.
Así, esta cuarteta mágica de Pueblos de mística belleza de Jalisco, son una gran oportunidad para armar un buen viaje ya que ofrecen, además de todas las ofertas turísticas propias de cada uno, la calidez jalisciense, que se vive al pasar por cada asentamiento, ya para descansar, admirar la belleza escénica de los lugares o disfrutar la gastronomía del estado, otra joya que no puedes omitir al visitar Tapalpa, Mazamitla, Tequila y San Sebastián del Oeste.
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