Taxco, proveniente del vocablo náhuatl “tlachtlico”, significa “lugar del juego de pelota” y tiene fama a nivel mundial de productor de plata desde la época de la colonia, al descubrirse en sus alrededores, ricos yacimientos de este mineral que durante mucho tiempo, posicionaron a nuestro país como el principal exportador en el mundo.
Al caminar por sus calles, se pueden admirar miles de productos elaborados a base de este maleable metal: anillos, dijes, cadenas, aretes, medallas, pisacorbatas… sería interminable la lista para describir las maravillas artesanales de los productores de plata.
Originalmente Tetelcingo
Hasta antes de la llegada de los españoles por estas latitudes, Taxco era conocido como Tetelcingo, que en náhuatl significa «Cerro Pequeño». Cerca, a 10 kilómetros, se ubicaba el original Taxco, el cual fue el asiento más importante en toda la comarca y que hoy se le conoce como Taxco el Viejo.
Según cuentan las crónicas del Códice Mendocino, aquí residía un gobernador designado por el imperio Azteca, quien asentó la cabecera de una de 7 provincias bajo el dominio mexica, mismas que tributaban con miel de abeja, jícaras, incienso, armas y tilmas labradas.
Esta ciudad, fundada en 1534 como pueblo minero, es donde los españoles empezaron a construir sus primeras casas y con ello una ley que hasta la fecha se conserva y que reza que todas las edificaciones deben tener una fachada tipo colonial, lo que la convierte hoy en día en un lugar mágico y al mismo tiempo muy romántico.
En 1742, José de la Borda llegó a Taxco e inmediatamente explotó las minas de Pedregal, el Coyote, San Ignacio y Cerro Perdido.
Con la conformación política de la Nueva España en el siglo XVII, las alcaldías mayores se convirtieron en partidos bajo el sistema administrativo llamado de intendencias, de tal manera que el partido de Taxco pasó a depender de la intendencia de México.
Con el descubrimiento de ricos yacimientos de plata en la localidad, se dio origen a la expansión del poblado minero que se creo a partir de las minas.
Durante la Guerra de Independencia, Taxco fue testigo de importantes actos, entre los que destaca la redacción del Plan de Iguala en el convento de San Agustín de Iturbide y que tuvo como resultado la unión de las fuerzas realistas con los insurgentes, a cargo de don Vicente Guerrero.
En 1850 fue constituido legalmente como municipio, siendo uno de los 38 que integraron al estado de Guerrero, cuando éste fue creado.
Santa Prisca
Sentenciada con reiteración por adjetivos que no dejan de alabar su figura, la Parroquia de Santa Prisca se erige como la soberana del lugar. Con su desgarrado perfil de cantera rosa y su cúpula revestida por coloridos mosaicos, el templo ejerce la omnipresencia sobre un poblado donde predominan las sencillas construcciones de muros blancos y techos bermejos. Construida en 1751, la edificación de esta fantasía churrigueresca y barroca no duró más de siete años y no hubiera sido posible sin las generosas aportaciones económicas de un minero de origen francés llamado José de la Borda, quien sin duda alguna fue uno de los grandes beneficiarios de la riqueza argentífera de Taxco a fin de que su hijo Manuel, quien era sacerdote, oficiara ahí su primera homilía y pudiera tener un templo de su alto ministerio. Mención especial merece el hermoso altar mayor de la iglesia, emblema del sublime trabajo de artesanos mexicanos que en el caso taxqueño honra con sus brillos dorados a la Inmaculada Concepción.
Cuenta una leyenda que un buen día en que el señor de la Borda había salido de Taxco a tramitar la compra de una mina en Guanajuato, la parroquia (que estaba en construcción), quedó a cargo del maestro de obras, del jefe de albañiles y los escultores que tallaban la piedra. De pronto, el cielo se llenó de nubes negras y un viento frío empezó a azotar las calles, silbando sobre las torres.
En un momento, todo quedó en tinieblas al acercarse más la tormenta. De repente, un estruendoso relámpago dibujó una silueta negra que se abalanzó sobre la parroquia e hizo brillar la cúpula.
Toda la talavera se iluminó con luces desconocidas, dejando ver la leyenda siguiente «Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad».
Toda la población que presenció este acontecimiento se puso a rezar, temerosa de que los demonios furiosos destruyeran el templo; de súbito y flotando entre hermosos resplandores, apareció sobre el templo una bellísima dama, sonriente y de mirada serena, quien sujetó entre sus suaves manos, a los relámpagos destructores…
Plazas con sabor a plata
El complemento ideal a esas calles son las incontables plazas taxqueñas. A la Plaza Principal ornada con hermosos laureles de la India, habrá que sumar la pequeña Plaza Veracruz que a falta de espacio donde ubicar colosales árboles, optó por la esbeltez y elegancia de los cipreses italianos.
Los espacios culturales se extienden con el Museo de Arte Virreinal de Taxco ubicado en la casa donde el naturalista Alexander Von Humboldt vivió durante su visita a México en 1803. Tras una hermosa fachada barroca, el edificio presume 14 salas de exhibición donde se alinean objetos -religiosos en su mayoría- que permiten desentrañar la historia de la ciudad.
El Museo Guillermo Spratling instalado en una casa de dos pisos, constituye una escala obligatoria en la visita a la ciudad. Como es bien sabido, Taxco mantiene un vínculo especial la plata. Tuvo su origen en tiempos prehispánicos y durante la época colonial se consolidó a la sombra de San Eloy, patrono de los orfebres. Si bien es cierto que desde hace tiempo Taxco dejó de ser productor de este metal, la platería como arte popular ha continuado hasta nuestros días gracias en gran medida a la figura del artista norteamericano William Spratling (1900–1967). Este «taxqueño nacido en Nueva York» es un protagonista indiscutible en la industria platera mexicana del siglo XX. Escritor, arquitecto, caricaturista, aviador, horticultor, coleccionista de piezas prehispánicas y por supuesto platero, se estableció en Taxco en 1929 por considerar a este poblado como «una representación real del México que había imaginado». Desde ese momento consagró su vida a la platería llegando a obtener un éxito que dio pie a una leyenda que decía «joven arquitecto estadounidense inicia el renacimiento de la platería en Taxco». Sus hermosas creaciones que fueron plasmadas en joyería, objetos ornamentales y cuchillería si bien no jubilaron los antiguos diseños prehispánicos, si rechazaron la uniformidad de la industrialización, al tiempo que devolvían la singularidad y originalidad a la artesanía mexicana en plata.
Armonía y sentimiento
La herencia de Spratling revive diariamente tanto en pequeños talleres familiares como en grandes consorcios exportadores. En estos lugares, pacientes y minuciosos orfebres cincelan, abrillantan, pulen y engarzan crucifijos, aretes, brazaletes, pulseras, mancuernillas, botones, collares, dijes, charolas, cubertería, servilleteros, cajas, joyeros, esculturas, candelabros y hasta balas, que sin excepción, seducen al observador gracias a su luminosa intensidad. La habilidad que estos artistas han desarrollado, les permite obtener diseños armoniosos donde el carácter de la plata se conjuga con el sentimiento del orfebre. A su vez, el color blanco de estos objetos, que lo mismo nos hace recordar el de los materiales que alcanzan el máximo calor o el máximo frío, genera una serenidad interior que ni la madera, la piedra o algún otro metal consigue proporcionar. Por su parte, la relación familiar de la plata con los espejos, exige a la joya o a la escultura no sólo reflejar en su piel la luz, sino a generar una realidad distorsionada que bien puede ser -en palabras del célebre taxqueño Juan Ruiz de Alarcón– una verdad sospechosa.
Ante este panorama no resulta difícil imaginar a Taxco como la meca de la platería. Cada calle parece tener su tienda de platería lo que dificulta la elección del lugar de compra. Las mejores piezas se encuentran en los comercios situados en la Plaza Borda, aunque las pequeñas tiendas también reservan sus sorpresas. Es importante saber que la plata se vende por kilogramo, por lo que no debe ser raro pedirle al vendedor que pese el objeto (las tiendas serias cuentan con balanzas electrónicas). Por lo general los comerciantes están dispuestos a dar una rebaja cuando se supera el primer kilogramo, aunque es importante saber que el trabajo artesanal se vende aparte y las piezas excepcionales no pueden ser regateadas. Hay que tener en cuenta que si el objeto es ofrecido en un valor menor al de su peso seguramente no es plata o es plata de baja calidad. Por último, hay que revisar el objeto y buscar la leyenda .925 (esta cifra indica que el objeto en cuestión fue fundido con el 92.5% de plata y el resto en cobre o zinc). Si la pieza es muy pequeña para imprimirle este número conviene pedir un certificado que demuestre su pureza.
Pero no todo es adquirir plata y artesanías relacionadas con ella; existen artesanos que venden sus trabajos de mimbre y madera en la Plaza principal, de forma tal que encontrará también bellas ensaladeras, cucharas y figuras de madera, al igual que cestos, tapetes y sombreros. Son útiles para un almuerzo en el jardín o para mantener protegidos algunos alimentos.
Atractivos coloniales
La actividad turística es la más importante en el municipio. Durante sus recorridos, el visitante puede entrar a la iglesia del ex-convento de San Bernardino de Siena, construida en 1592 por frailes franciscanos y que resguarda al Cristo de los Plateros, mismo al que se le pueden apreciar incrustaciones de plata en los clavos, la corona y el manto. Este sitio, además de formar parte importante de lo religioso, también influye en lo histórico, ya que se dice que aquí se desarrollaron las primeras reuniones entre Vicente Guerrero e Iturbide para conformar el Plan de Iguala.
En el ángulo opuesto de la plaza central, encontramos la casa que de la Borda se mandó construir en 1759. Austera pero no carente de hospitalidad, el edificio alberga actualmente la Casa de la Cultura de Taxco, lugar donde se han llevado a cabo varios eventos y exposiciones. Si eres observador notarás, al ver la fachada, que la construcción presenta dos pisos, mientras que en la parte posterior alcanza cuatro niveles. Arriba de ellos se encuentra un restaurante que además de la comida típica, ofrece un excelente panorama del pueblo. Hay que recordar que Taxco se extiende sobre una superficie ondulada, misma que da origen a su urbanismo de serpenteantes calles -más bien rampas- que caprichosamente suben, bajan y zigzaguean.
Esa sinuosidad, además de darle a Taxco uno de sus rasgos esenciales, permite que el visitante se deleite, al tiempo que descubre la serie de calles, callejuelas y callejones que invariablemente seducen por ser dueños de un encanto o guardianes de una leyenda. Una de éstas últimas asegura que Doña Elena de Anorga, acaudalada dueña de una mina, durante la época colonial, ordenó que la calle donde se levantaba su casa fuera cubierta con lingotes de plata cuando ella visitaba la ciudad.
El Mirador ofrece una excelente panorámica de la ciudad en su conjunto, al igual que el Cristo Monumental.
Otros atractivos son la casa de Juan Ruiz de Alarcón, casa Figueroa, el Templo de San Miguel, el Templo de San Bernardino, el de Santa Veracruz, la ex-hacienda del Chorrillo, la ex-hacienda de San Juan Bautista, ubicada en la localidad de Taxco el Viejo, entre otros.
Una visión distinta la brinda el teleférico de la ciudad, mismo que en alguna ocasión sirviera para transportar a los mineros hasta la punta del cerro donde se asienta Taxco.
Alegría cotidiana
Durante todo el año Taxco ofrece actividades y festividades. Las Jornadas Alarconianas -celebradas durante los meses estivales- resultan ideales ya que-ofrecen la posibilidad de conocer no sólo la vida de Juan Ruiz de Alarcón sino de acudir a representaciones teatrales y conciertos que se llevan a cabo para recordar a este hijo predilecto de Taxco. Para recrearse con la gastronomía habrá que estar el Día del Jumil -primer lunes después del Día de Muertos-. Durante esa jornada muchas familias se despliegan por el Cerro del Huixteco con la finalidad de buscar a este escarabajo de apenas un centímetro de longitud, y disfrutarlo en tacos. Según dicen, las altas concentraciones de nutrientes que el animalito contiene, otorgan a quien lo ingiera, la energía necesaria para resistir otro año de vida.
Sus fiestas religiosas no son menos atractivas, el año comienza el 18 de enero con la denominada bendición de animales, la fiesta de Santa Prisca y San Sebastián. La Semana Santa también constituye un buen pretexto para darse una vuelta por Taxco y presenciar las procesiones que se realizan para celebrar la Pascua y del 27 de noviembre al 5 de diciembre, la Feria Internacional de la Plata.
Los alrededores
Asimismo, a unos cuantos minutos del lugar se encuentra Vida en el Lago, zona natural muy conservada. Dicho lago en su parte más profunda tiene 30 metros y se pueden encontrar langostinos y mojarras de agua dulce. Ahí también se encuentra bajo el agua, un pueblito que existió hace muchos años.
Así como estos atractivos, hay otros más que ameritan quedarse un fin de semana, como ir de excursión a las Grutas de Cacahuamilpa. Estas cuevas subterráneas muestran un interminable festín prehistórico de estalactitas y estalagmitas.
En fin, Taxco es otro mundo que se le debe de admirar en toda su magnitud y disfrutar cada minuto que vive uno en este sitio netamente minero, con calles empedradas y pendientes muy pronunciadas.
Para complementar la diversión de fin de semana, en el lugar se dispone de excelente infraestructura hotelera. De igual forma, encontrará algunas posadas en donde pasar la noche, para continuar su camino, si lo prefiere, al cercano Chilpancingo o bien hasta las doradas playas de Acapulco.
Sin duda hay mucho más, ya que la fama de Taxco no es inmerecida.
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