Esta bella ciudad del Estado de Oaxaca, es la ciudad ancla del Istmo de Tehuantepec y resulta un lugar estratégico por hallarse en la unión de los puertos de Coatzacoalcos, el Golfo de México y Salina Cruz en la costa del Pacífico.
La región, como puede apreciarse en cualquier mapa, es la más angosta de la República Mexicana, ubicándose al este del Estado. Es una zona de orografía acentuada hacia el oriente y de plana constitución hacia occidente; su clima es cálido, húmedo y de lluvias abundantes, favoreciendo esto al cultivo de diversa especies vegetales en la zona.
El nombre de Tehuantepec significa en náhuatl «Cerro de las Fieras», lo que revela que la marcada biodiversidad del lugar facilitó el encuentro de los naturales con diversas especies como el jaguar, lo que seguramente motivó su nombre.
La ciudad es de una belleza entre colonial y provinciana, con un dejo de costa. En esta ciudad se encuentran edificios como el Convento de Santo Domingo de Guzmán.
El istmo oaxaqueño estuvo habitado por diferentes etnias que según su periodo de llegada a la región, su capacidad de adaptación y organización social, así como su fortaleza, capacidad de colonización e integración con el variado entorno ecológico, dominaron diferentes áreas de la región. Áreas que conforme fueron llegando los diferentes grupos étnicos al istmo, se fueron replegando a zonas que consideraban con mayor posibilidades de adaptación y ahí establecieron sus principales centros de población y fueron definiendo los territorios históricos que en la actualidad están bajo su control.
La ubicación actual de las etnias que habitan el istmo oaxaqueño muestra los espacios que ha lo largo de su historia han conservado como propios permitiendo una convivencia pacífica entre ellos y la reproducción de su propia cultura en un continente territorial que cada grupo étnico reconoce como propio y que ha determinado a lo largo de su historia.
La diversidad cultural del istmo y de la ciudad de Tehuantepec, permite que por ellos habiten zapotecos, chontales, huaves, zoques, mixes, mixtecos, tzotziles y chinantecos, provocando una mezcla de culturas, donde florecen danzas y bailes que se llevan a cabo en lo que ellos llaman las Velas, grandes fiestas donde se pueden escuchar los populares sones regionales como el «Son Bioxho», que se interpreta con un tambor de doble parche, el caparazón hueco de una tortuga y una flauta de carrizo; “la Tortuga”, que es un son casi ritual en Tehuantepec, representa la recolección de huevos de tortuga por los mareños huaves del Istmo, lo que significa un ritual ecológico y de amor a la naturaleza.
Mención aparte, dentro de la música lugareña, merece la conocidísima Sandunga, considerada el himno de los tehuanos. Esta obra musical fue presentada en el Teatro Nacional de México el 3 de diciembre de 1850, pasó por Oaxaca como música de salón y 3 años después el Sr. Máximo Ramón Ortiz la escuchó en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, le compuso la letra con que se conoce en la actualidad y la llevó a Tehuantepec. En el año 2003 cumplió 150 años como la música más representativa en el Istmo.
De hecho, la Vela más importante es la «Vela Sandunga» en Santo Domingo Tehuantepec, que se celebra desde 1953, el último sábado de mayo; se organizan muestras gastronómicas, exposiciones, mesas redondas, desfiles de carros alegóricos, actos folklóricos y quema de fuegos artificiales.
Pero la mayor fiesta folklórica se celebra el 22 de marzo, llamada «Guendaliza’a». Es la gran fiesta de unión indígena. Es así como se le conoce ya que en el siglo XVI estos grupos milenarios compartían el despojo, la humillación y la explotación de los europeos que robaron sus teocallis y saquearon sus riquezas.
Fue el 22 de marzo de 1660 cuando este grupo sometido hizo justicia y nombraron a sus propias autoridades, a este suceso se le conoce como: «La rebelión de Tehuantepec». Para celebrar este acontecimiento histórico se presentan bailes y danzas zapotecos, mixtecos, triques, mexicas, etc. en una de las riberas del Río Tehuantepec.
Como podemos ver Tehuantepec es una historia desconocida y fascinante, uno de los reductos culturales de nuestro México que se conservan casi desconocidos, ya sea por falta de promoción, por el acceso que no es el todo fácil o por desconocimiento del viajero, que tiene en este sitio un mosaico de atractivos que va desde la arquitectura colonial del pueblo hasta sus tradiciones religiosas, su gran diversidad cultural y su sobresaliente riqueza natural.
También, para complementar la oferta turística de la zona en general y de Tehuantepec en particular, está muy cerca la zona arqueológica zapoteca de Guiengola, toda una experiencia para conocer esta cultura centenaria, ricos alfareros del barro negro y excelentes artistas en otros giros, lo que pude constatarse en las muestras y restos que existen en esta zona.
La zona arqueológica descansa sobre las lomas y faldas del lado este del cerro de «Guiengola», lo que le da su nombre, ubicada al oeste del pueblo de Tehuantepec. A diferencia de otros sitios arqueológicos, las ruinas no están bajo la tierra, sino que se levantan a muchos metros a flor de tierra. La arquitectura de Guiengola no se compara a la arquitectura de otros lugares arqueológicos en Mesoamérica. Dos son sus estructuras principales: la Tumba No. 1, ubicada en el patio 12 del Palacio de Guiengola, un lugar lujoso que representa el centro administrativo de la fortaleza zapoteca. Y la Tumba No. 2, dentro del Palacio también, pero debajo de un pequeño templo particular, lo que hace suponer que fue destinada para ser utilizada por el principalísimo del lugar o por sus familiares o íntimos. Según el historiador oaxaqueño padre Francisco de Burgoa, la entrada o primera cámara, de las tumbas zapotecas fue un santuario para los ídolos y las demás cámaras sirvieron para el entierro de guerreros o líderes importantes.
Un momento de gran importancia para Tehuantepec fue la construcción de la carretera transístmica, en los años cincuentas, que puso la región al alcance de más visitantes y que abrió la puerta para el desarrollo económico. Gracias a ello, aunque el 50% del Istmo se encuentra incomunicado, principalmente las zonas huave, zoque, chontal y mixe bajo, la zona zapoteca está totalmente integrada al desarrollo y la actividad nacional, por lo que Tehuantepec, además de su belleza conservada a través de los siglos, es cada día una ciudad con mayor crecimiento y actualmente un destino turístico novedoso qué descubrir.
Al visitar Oaxaca, no omitas pasar por Tehuantepec y vivir la calidez istmeña, bañarte de sus costumbres que son todo un caleidoscopio de ideas y cosmovisiones, baila la Sandunga, degusta un mole negro y paséate por las calles que suben y bajan, llevando el agua de lluvia como ríos, de este lugar tehuano que te abraza al llegar.
Más información: Oaxaca Travel