Movimiento y vida
Los antiguos mexicanos decían que los dioses se juntaron en Teotihuacán para crear, por quinta vez al mundo. La primera ocasión que lo hicieron, el Sol de Agua pereció ahogado. Su sucesor, el Sol de Tierra, fue devorado por una larga noche sin luz. El tercero se llamó Sol de Fuego y fue destruido por una lluvia de llamas. El cuarto fue el Sol de Viento y terminó por disolverse en la fuerza de un huracán.
Para crear el Quinto Sol, los dioses Nanahuatzin y Tecuciztécatl tras hacer penitencia, se arrojaron a una hoguera y se convirtieron en el sol y la luna. Pero no se movían. Estaban fijos en el cielo lo que podía ocasionar que una nueva parálisis universal acabara con todo lo existente. Ante la inminente catástrofe, los otros dioses decidieron sacrificarse, lo que puso en movimiento al sol, la luna y al universo entero. Pero la profecía no estaba completa sin su final, y éste afirmaba que el Quinto Sol sucumbiría frente al movimiento. Así ocurrió años más tarde cuando en medio de la pólvora y el fuego del conquistador español, el Quinto Sol se apagó para no volverse a encender. Cayó la nación azteca y con ella toda la constelación de naciones mesoamericanas.
Pero ese universo a pesar de haber sido derrotado, no fue destruido. Y así como los primeros cuatro Soles dejaron constancia de su paso por este mundo, el quinto prevaleció hasta nuestros días gracias a un rico legado que afortunadamente hoy podemos admirar.
Jerarquía sin tiempo
Desde su quietud, Teotihuacan aviva la memoria de los orígenes mexicanos. Edificada sobre un suelo arisco que difícilmente admite la compañía de la vegetación, esta zona arqueológica es uno de los lugares más bellos que he visto en mi vida. El cielo diáfano del altiplano teñido de un azul intenso contrasta bellamente con las líneas de unas edificaciones que en su momento de esplendor conformaban una de las ciudades más grandes del mundo entero, sólo por detrás de Constantinopla y Alejandría.
Según arqueólogos e historiadores durante su apogeo, Teotihuacán cubría una superficie de veinte kilómetros cuadrados y era el hogar de cerca de 100 mil habitantes provenientes no sólo del altiplano mexicano sino de varios puntos de la geografía mesoamericana.
Hoy día esos espacios están vacíos, lo que dificulta imaginar lo que debió de haber sido la vida, la muerte y el amor, cuando esas piedras estaban animadas y representaban el papel de muros, templos, patios, palacios y viviendas. Si bien es cierto que Teotihuacán no pudo evitar que sus habitantes la abandonaran hacia el setecientos de nuestra era, la ciudad si fue capaz de conservar su imponencia gracias a una perfecta distribución urbana que permitió erigir templos tan enormes que sin ofender el paisaje, manifiestan perfectamente el poder y la jerarquía que esta urbe ejerció en su tiempo.
Por su parte, la arquitectura de geometría rigurosa gobernada por líneas inflexibles y ángulos rectos, la vastedad de las plazas y los espacios desnudos no sólo fueron una fuente de inspiración para culturas posteriores como la tolteca y la azteca, sino que terminaron por proyectar un halo de misterio que invariablemente se apodera de la mente del observador. Pero los misterios son duales y a la vez que excitan, perturban las mentes de los hombres. De ahí que el misterio teotihuacano -pese a no haber sido resuelto- continúe intrigando y cautivando a miles de visitantes que anualmente recorren el lugar.
La ciudad era la metrópoli más importante durante el periodo clásico, que va de los años 100 al 900 de nuestra era, era el centro ceremonial más visitado, era la “capital” del comercio, ya que tenían vínculos mercantiles con ciudades como El Tajín, en Veracruz y tuvieron alianzas militares con sitios tan lejanos como Kaminaljuyú, ciudad maya localizada en Guatemala.
En la actualidad, aún no se sabe sobre el origen de los fundadores de Teotihuacán, ni su nombre verdadero y la lengua que hablaban, pero lo que sí se sabe con certeza es que fue la ciudad más cosmopolita de toda Mesoamérica durante su periodo de mayor grandeza, y así nos lo hacen saber las magnificas construcciones que nos legaron.
Espacio petrificado
De severidad ceremonial, la Pirámide del Sol es la estructura dominante en Teotihuacán. Alta, poderosa e imponente, esta figura de base cuadrangular. Es el edificio más importante de toda la ciudad y la estructura más grande de toda Mesoamérica, consta de 225 metros aproximadamente por lado y alcanzaba los 75 metros de altura, aunque en la actualidad solo tiene 64 metros.
No se conforma con imitar la figura de una montaña sino que ambiciosamente desea representar el tiempo. Tiene un templo adosado y en ella se han encontrado varios entierros de personas de la clase alta teotihuacana. Construida a fines del Preclásico superior sobre una cueva natural, es un imponente monumento cuyas modificaciones indican que, aún antes de la edificación piramidal, el lugar tenía relevancia religiosa.
Al igual que en otros sitios arqueológicos alrededor del orbe, la pirámide servía para señalar el paso del tiempo: la salida o puesta del sol, los ciclos de los planetas, los movimientos de las estrellas o el ciclo lunar, entre muchos otros eventos cósmicos. De esta forma, la pirámide transformaba el espacio en tiempo y el tiempo en espacio.
Tiempo petrificado que sigue sorprendiendo al saber que la pirámide de Tenayuca, en las cercanías de la ciudad de México, tiene 52 cabezas de serpientes (los 52 años del siglo azteca); la de Kukulcán en Chichen-Itzá tiene nueve terrazas dobles (los 18 meses del año maya) y sus escaleras 364 gradas más una de la plataforma (los 365 días del año solar); la pirámide principal de Tajín cuenta 364 nichos más uno escondido; la pirámide del Sol ostenta dos escaleras de 182 gradas más una de la plataforma (nuevamente los 365 días del calendario solar). La conjunción del tiempo y el espacio representada de forma magistral.
Agua y fertilidad
La Pirámide de la Luna no es tan grande como la del Sol, pero me parece que sus proporciones son más armónicas. A diferencia de la Pirámide del Sol su base es rectangular. Sus lados mayores alcanzan 150 metros, mientras que los menores no superan los 120 metros. La altura se eleva por 42 metros, por lo que resulta de menor altura que la pirámide del Sol, sin embargo al estar ubicada en una parte más alta de la zona, las plataformas de ambos cuerpos están casi al mismo nivel.
Es aquí donde se han realizado lo hallazgos más importantes en Teotihuacán, los denominados entierro-ofrenda que constan de: un esqueleto, que perteneció a un individuo que fue sacrificado para servir como ofrenda enterrado con objetos de jade, obsidiana, concha, cerámica y osamentas de diversos animales; se creé que este sacrificio fue hecho para conmemorar la construcción de la pirámide.
Pero los entierros no solo eran para conmemorar la ampliación de la estructura; tenemos también en entierro, el denominado entierro 5, que consta de tres individuos que se localizaron en posición de flor de loto, lo que indica su elevada posición social, además es un claro ejemplo de los relaciones que Teotihuacán tuvo con Kaminaljuyú, ya que en dicha ciudad maya, los entierros tenían la misma posición.
Es importante saber que aunque los aztecas le dieron el nombre por el que actualmente se le conoce, esta construcción debió haber estado dedicada a la diosa del agua y la fertilidad, como lo sugieren las dos esculturas de Chalchiuhtlicue que se hallaron a sus pies y que actualmente se encuentran en el Museo Nacional de Antropología. A los pies de la pirámide se extiende la Plaza de la Luna, un cadencioso espacio ornado por 13 estructuras que a su vez da inicio a la mítica Calzada de los Muertos. Con una longitud cercana a los 5 kilómetros, esta arteria no sólo es el eje monumental sobre el cual gira la ciudad, sino la línea que equilibra, ordena y organiza al resto de las construcciones teotihuacanas.
Fuerza perenne
Si se caminan un par de kilómetros sobre esta avenida se llega a la Ciudadela, plataforma cuadrangular de 400 metros, rodeada por basamentos piramidales con un adoratorio central que se piensa fue la sede del gobierno. Llena de un vacío que inmoviliza, este monumento forma un cuadrángulo de 400 metros por lado, en cuyo centro se levanta el Templo de Quetzalcoátl, ante el cual resulta imposible cerrar los ojos.
Sin duda es uno de los monumentos que dan mejor idea de la grandiosidad de Teotihuacán, al haber transformado la arquitectura en escultura gracias al genio artístico que cubrió la construcción con una hermosa serie de máscaras que rinde homenaje a Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, y a Tláloc, el Dios de la lluvia. El ritmo que imponen esas cabezas aunado al vigor expresivo de sus facciones, concentra tanta energía que lo mismo asombra, entusiasma u horroriza al observador. No importa si las llamamos figuras mitológicas, demonios, monstruos u obras de arte, su fuerza sigue intacta y ni siquiera más de mil quinientos años de historia han podido borrar su poder.
El Palacio de Quetzalpapalotl es un ejemplo del lugar donde habitaban los sacerdotes y las clases altas. Al parecer fue el aposento de un gran señor o de un supremo sacerdote, sobresalen los pilares del patio interior, adornados con bajorelieves que representan al animal mitológico llamado quetzal-mariposa, enmarcados por símbolos acuáticos.
El Palacio de los Jaguares, así llamado por los vestigios de pinturas murales que se observan en las paredes de las habitaciones que rodean el patio, en su mayoría referidas a ese felino, es otro de los sitios interesantes de Teotihuacán.
El Conjunto de los Animales Mitológicos es una estructura baja de dos cuerpos escalonados; en éste sobresalen pinturas correspondientes a un templo más antiguo, de colores muy vivos y representaciones zoomorfas de serpientes emplumadas, jaguares en diversas posiciones, peces alados y saurios.
Teotihuacán, cuya festividad se celebra el 15 de julio en honor al Divino Redentor con juegos pirotécnicos, música de viento y danza de “moros y cristianos”, cuenta con balnearios, hoteles y restaurantes con especialidades de comida mexicana e internacional para hacer más placentera su estancia.
Dentro de las artesanías que se pueden adquirir en el área comercial de la Zona, están las figurillas realizadas de obsidiana, cuarzo, ónix y malaquita, así como reproducciones de piezas prehispánicas en barro.
A un siglo de haber comenzado las excavaciones, ante las ruinas teotihuacanas nuestra posición recuerda la de aquel individuo que enfrenta un texto en lenguaje desconocido. No importa que se distingan los signos y se adivine que esa escritura encierra una gramática, una sintaxis y toda una visión del mundo. No sabe qué es lo que dicen esos signos y símbolos. Pese a ello, lo que vemos no merece otro adjetivo que el de extraordinario. Estelas, esculturas, murales, urnas, máscaras o edificios nos impiden permanecer estoicos frente a esas formas tan sensibles, originales, refinadas y complejas.
Horarios y ubicación
- El sitio arqueológico se ubica a 50 kilómetros al norte de la ciudad de México.
- El horario de visita a la zona Arqueológica es de 08:00 a 17:00 hrs. los 365 días del año.
- Visita a los museos de la zona y exposiciones temporales: 9:00 a 16:30 hrs. los 365 días del año.
- Se ofrecen servicios de librería, cafetería, sanitarios, visitas guiadas, cursos de verano, departamento de servicios educativos de la zona arqueológica y paquetería.
Costo de ingreso
$90.00 pesos por persona (exija y conserve su boleto porque lo debe mostrar en los museos y demás puertas). Permiso para videocámaras $50.00 para equipo NO profesional. Están exentos de pago: los niños menores de 13 años, estudiantes, maestros y personas mayores (INSEN) con credencial vigente, presentándola en la entrada. Los domingos y días festivos la entrada es gratuita al público nacional o extranjeros que acrediten su residencia en México. presentando credencial del IFE.
Estacionamiento
- Autos: $50.00. Vehículos de 11 a 20 pasajeros: $90.00. Vehículos de más de 20 personas $180.00 Motocicletas: $25.00
- IMPORTANTE: No deje su boleto de estacionamiento en el vehículo, debe portarlo con Usted.
Teotihuacán tiene en la historia de Mesoamérica un papel preponderante, aunque todavía falte muchísima investigación para contestar varias de las interrogantes que encierra, como el por qué fue denominada “la ciudad de los dioses”.
Más información: Teotihuacán | INAH