“Toda Luna, todo año, todo día, todo viento, camina y pasa también. También toda sangre llega al lugar de su quietud, como llega a su poder y a su trono… Medido estaba el tiempo en que miran sobre ellos la reja de las estrellas, de donde, velando por ellos, los contemplaban los dioses que están aprisionados en las estrellas… Entonces era bueno todo y entonces”…
Chilam Balam de Chumayel.
Uno de los rituales más místicos y bellos que llevaban a cabo los antiguos mayas, era sin duda la travesía sagrada que llevaban a cabo desde Xcaret a la Isla de Cozumel, la Isla de la Golondrinas, la antigua Cuzamil.
Fue en el postclásico tardío cuando se dieron estas peregrinaciones, que incluían dos razones principales para llevarse a cabo; una comercial, ya que los mayas tenían en la navegación mercante una de sus actividades prioritarias, la otra religiosa, pues Cozumel se consideraba el hogar de la Diosa Ix Chel, diosa maya de la luna, las mareas y la fertilidad.
Para los mayas de aquel entonces, el mar era una autoritaria dualidad, que igual representaba la alimentación y una forma de desplazarse para mercar, como también era la entrada, al igual que los cenotes, a Xibalbá, el inframundo, por lo que también era un símbolo de muerte y devastación, lo que lo hacía un lugar sagrado, imponente y de máximo respeto.
Las travesías a Cozumel salían de Ppolé, hoy X Caret; el nombre de Ppolé viene del maya yucateco P’ole, derivado de la raíz p’ol, que implica «mercadería» y «trato de mercaderes». El nombre de Xcaret proviene de la deformación en el castellano de la palabra «caleta». El prefijo «X» en maya significa «pequeña». Así, una traducción de Xcaret puede ser «pequeña caleta». Y de ella partían las canosas atravesando en mar hacia la que es la isla poblada más grande de México.
Pero la importancia de Ppolé va más allá de las travesías, ya que en el Chilam Balám de Chuyamel se le menciona como el sitio de donde partieron los Itzaes para conquistar la tierra adentro de la península y llegar a conquistarla hasta construir la maravillosa Chichen Itzá, una de las maravillas el mundo moderno.
La travesía hoy…
Hace años, se revivió este ritual de la navegación maya, extrayendo su historia, su importancia y su desarrollo de antiguos glifos, de las narraciones de los cronistas de Indias e interpretada por los estudiosos de la cultura maya; vivirla hoy es toda una aventura y una experiencia sin igual, lo que es posible cada año en X Caret.
Actualmente son más de trescientos canoeros los que realizan la Travesía Sagrada, algo que sólo puede lograrse con disciplina y trabajo en equipo, quizá heredados por los mayas para permitir que futuras generaciones replicaran su viaje, evitando que fuera una tradición extinta o letra muerta.
Para la realización de la travesía, los mayas siguieron siempre un ritual y actualmente, se lleva a cabo un programa con diferentes actividades previas y posteriores a la navegación rumbo al santuario de la diosa Ixchel.
Aún y cuando la llegada de los españoles y el tiempo mismo vieron desaparecer esta sacra manifestación, hoy, después de 500 años, es recreada por Xcaret, con un estricto apego histórico en cuanto a vestimenta, rituales, danzas, música, ofrendas y canoas.
Las ceremonias y rituales, se realizaban para hacer las siguientes peticiones a la diosa Ixchel:
- Fertilidad de la tierra: Frutos y cosechas abundantes, bonanza en la pesca y paisajes exuberantes.
- Buen clima: Tiempo indulgente, vientos favorables, lluvia suficiente y temperaturas adecuadas para poder vivir.
- Salud: Cuerpo, mente y espíritu en armonía.
- Continuidad de la vida: Permanencia armónica de las especies de acuerdo al orden natural del planeta.
Con esto, se recrea cada año una de las más espectaculares aventuras navieras prehispánicas, religiosidad y valor unidos en la sangre de los navegantes mayas.
Para más información de la Travesía Sagrada en Xcaret y programas de actividades visita: Travesía Sagrada | Xcaret