Por ser un refugio de paz en el desierto, por la elegancia de sus palacetes y sus coloridas pinturas por doquier, así como por sus fascinantes paisajes, Udaipur merece una visita planeada y tranquila.
Residencias reales de mármol, lagos de mansas aguas, tupidos jardines, reyes que aún viven en la ciudad y un novelesco paisaje de princesas que viajan en elefante, enmarcado en angostas e interminables callecitas teñidas de los más vívidos colores, todo esto podemos encontrar en Udaipur, una pequeña localidad situada al pie de los montes Aravalli, en el estado de Rajastán.
Ausencia de caos
Fundada en el año 1559 a orillas del Lago Pichola, esta hermosa ciudad es fiel reflejo de su pasado aristocrático. La historia cuenta que Maharana Udai Singh estaba de caza cuando fue interrumpido por un asceta, quien lo bendijo y le aconsejo fundar la capital en ese mismo sitio, un valle fértil al pie de las montañas con agradable altitud y temperatura. Así fue entonces como surgió esta atractiva localidad, cuyo nombre significa “ciudad del amanecer”.
Caracterizada por poseer una individualidad notoria aún bajo el período colonial, este pequeño rincón rodeado de desierto es el sitio ideal para comenzar o finalizar un viaje por la India. Debido a su encantador entorno muchos la coronan como la ciudad más romántica que el país tiene para ofrecer. ¿Pero qué es lo que posee Udaipur para ser un lugar tan especial? En realidad podría decirse que su singularidad radica precisamente en aquello que no posee, y que marca la diferencia con el resto de las poblaciones. Carente del estrés y el caos que suele reinar en las demás urbes indias, aquí el tránsito no es tan desordenado ni la contaminación tan notoria. De hecho, esta localidad es una de las más limpias del norte del país. Aunque es común encontrar alguna vaca suelta o un taxi elefante, caminar por sus angostas calles es toda una experiencia que nos conduce no sólo hacia sus principales atractivos, sino también por la vida cotidiana de sus habitantes.
Originalmente amurallada, la población se ha extendido superando los límites alguna vez impuestos. En la actualidad sólo se conservan cinco de las once puertas iniciales, que solían estar adornadas con púas de hierro como protección contra los elefantes de guerra enemigos. No obstante las mismas pasan a un segundo plano cuando de vistas impresionantes se trata: las aguas se roban la atención de todos.
Palacio del Lago
Los espejos que bordean la escena de esta ciudad son dos: el Lago Fareh Sagar, al norte y el Lago Pichola, al sur. Tal vez por ser un oasis en medio de un desierto, estas dos fuentes naturales son el eje principal de las visitas de la ciudad. Lo primero que se distingue al contemplar por primera vez el estuario del sur son las dos edificaciones que se alzan en medio del mismo. El Palacio Jag Mandir, notorio por el color amarillo de su piedra arenisca, solía ser utilizado como refugio en tiempos de conflicto. Actualmente es un sitio muy visitado por sus hermosas vistas, especialmente cuando cae el sol.
La otra edificación presente es el Palacio del Lago, un soberbio edificio cuya construcción abarca la totalidad de la isla, dando el aspecto de un espejismo que se erige sobre el agua. En sus orígenes esta obra sirvió como residencia de verano. Hoy en día funciona como un lujoso hotel cinco estrellas, cuyos tradicionales espectáculos de marionetas se combinan con una excelente comida y un confort de alto rango.
Palacio de la Ciudad
También a orillas del Lago Pichola se encuentra el Palacio de la Ciudad, en donde continúa residiendo la familia real. Afortunadamente buena parte de este impactante edificio funciona como museo, ofreciendo al viajero la oportunidad de pasear por sus intrincados pasillos y jardines. Las habitaciones del interior cuentan la historia de los emperadores, a medida que nos transportan por distintos aspectos de la vida real: desde las batallas contra los mongoles, reflejadas en numerosas y explicativas pinturas, hasta la intimidad de la habitación matrimonial. Las finas decoraciones de sus balcones y techos aún se mantienen impecables, acentuando el carácter fastuoso del palacio. Su exterior también es digno de admiración, destacándose una enorme imagen del sol en una de las entradas. Dado que los habitantes de esta zona se creían descendientes del sol, era imperioso contar con una imagen para el culto, incluso en los días de lluvia, motivo por el cual montaron este icono.
El lago norte, por su parte, se encuentra un tanto alejado del casco histórico de la ciudad y por ello es visitado con menor frecuencia. No obstante, los jardines de Nehru Park, que se alzan en medio del espejo de agua, son una opción ideal para quien desee relajarse en un espacio verde a la vez que goza de sus bellos paisajes.
Fascinante ciudad
Un dato a tener en cuenta cuando se visita Udaipur es la importancia que estos animales tuvieron en su historia. Si bien en la actualidad es posible encontrar más de un ejemplar en sus calles, mucha más curiosidad despertarán las imágenes que se encuentran esparcidas a lo largo de toda la ciudad. Desde frescos bien conservados hasta esculturas en mármol, la cantidad de elefantes presentes en la ciudad no es un dato menor. En primer lugar, estos gigantes eran considerados como portadores de buena fortuna por lo que se les puede descubrir distribuidos a lo largo de los palacios. Además, eran utilizados como medio de transporte tanto por la familia real como por los soldados de guerra. Tal es así, que la entrada al Palacio de la Ciudad cuenta con dos puertas con distintos tipos de escalones: una para quienes iban montando a caballo y otra más amplia para quienes lo hacían sobre los enormes animales. De hecho aún se puede observar el sector que oficiaba como estacionamiento exclusivo para los paquidermos.
Otra actividad que se desarrollaba montando los mismos, eran las famosas peleas, en las que se ubicaban dos contrincantes enfrentados y unidos por sus trompas pero separados por una pequeña pared. De esta manera cada uno debía tirar con todas sus fuerzas hasta que la pata de su oponente tocara el muro y perdieran el juego.
Por ser un refugio de paz en el desierto, por la elegancia de sus palacetes y sus coloridas pinturas por doquier Udaipur merece una visita. Ya sea que acabemos de poner un pie en este exótico destino o que estemos por regresar a casa, no podemos seguir camino sin antes detenernos en esta hermosa ciudad y disfrutar de sus fascinantes paisajes.
Más información: Udaipur, Rajasthan