Con una altura de 2,708 m. el volcán Poas es conocido por poseer uno de los géiseres más grandes del mundo, con un cráter de 1,5 km. de diámetro y casi 1000 m. de profundidad.
Desde tiempos antiguos los volcanes han sabido captar nuestra atención, ya sea por su enigmática existencia o su impredecible actividad. La presencia de estas poderosas formaciones no ha pasado inadvertida para el ser humano, quien venciendo sus temores los ha conquistado para convertirlos en atractivos dignos de visitar. En Costa Rica, tierra natural por excelencia, los volcanes forman parte de la oferta turística nacional.
Cinturón de Fuego
Contando con más de 300 ejemplares, este país forma parte del llamado cinturón de Fuego del Pacífico y es uno de los que posee mayor cantidad de volcanes en el mundo. Cinco de ellos aún se encuentran activos: Rincón de la Vieja, Arenal, Irazú, Turrialba y Poas. Sin embargo este factor no es un impedimento para que el turista intrépido se atreva a visitarlos. De hecho, podría decirse que unas vacaciones en esta zona, sin la visita a un volcán no estarían completas.
Sin necesidad de alejarse demasiado, a tan solo hora y media de San José, ciudad capital, en la provincia de Alajuela se encuentra el Parque Nacional Volcán Poas, formando parte de la Cordillera Volcánica Central. Se trata de uno de los más espectaculares del país.
Naturaleza vasta
La derivación del nombre Poas no es certera. Se cree que puede deberse tanto a las púas de varias plantas que crecen en la zona como a pueblos que habitaban el área llamados “Puás”. Con una altura de 2,708 m. esta formación es particularmente conocida por poseer uno de los geiseres más grandes del mundo, con un cráter de 1.5 km. de diámetro y casi 1000 m. de profundidad. Aunque la última erupción de relevancia tuvo lugar en el año 1954, el volcán se encuentra aún activo, generando sismos en forma esporádica, cuyas cenizas pueden vestir al paisaje con otros tonos y modificar incluso el color de su tan famosa Laguna Botos, situada sobre un cráter inactivo del volcán y la cual debe su nombre a otra tribu que vivía en la región. El color verde del agua es consecuencia de la gran concentración de ácido sulfúrico en la misma, impidiendo cualquier tipo de acercamiento pero permitiendo al visitante disfrutar de las maravillosas vistas desde el descanso ubicado en el mirador.
El punto más fuerte de la visita se centra, sin lugar a duda, en la laguna que se ubica junto al cráter principal. Sus matices, que van desde los grises a los verdes azulados, logran extasiar hasta al más viajado de los visitantes, conformando un paisaje de características únicas. Pero este espectáculo no es lo único que el parque tiene para ofrecer. El viajero tendrá también la oportunidad de disfrutar de una gran variedad de vida silvestre.
Distintos hábitats
Dentro de estos ecosistemas se destacan el único bosque enano del país y el bosque nuboso, hogar de musgos, helechos y orquídeas que crecen sobre los troncos de este húmedo ambiente. Dado que el Parque cuenta con distintos tipos de hábitats, se puede observar gran diversidad de fauna, especialmente aves.
Datos de interés:
- Altura: 2,708 m.
- Temperatura media: 11°c.
- Estación seca: De febrero a abril, la más recomendable para su visita.
- Cómo llegar: Existen buses directos desde San José. Servicio diario con partida a las 8:00 am y regreso a las 14:30 pm.
De las casi 80 especies que conviven entre sus bosques, solo una carece de la virtud del canto. Mientas que el trinar del resto baña los senderos con las más exóticas melodías, el rualdo pareciera ser la única ave incapaz de cantar. Según la leyenda, este diminuto animalito ofreció su vigorosa voz como ofrenda al Poas a fin de evitar que se sacrificara a la joven más bella del pueblo. A cambio de tal entrega, el rualdo recibió el más brilloso y colorido plumaje, y consiguió salvar a su amiga de las fauces del hambriento tirano. Se dice también que la laguna son las lágrimas del volcán, que ennoblecido por tal acto de grandeza jamás dejó de llorar. Se cree que los chorros de vapor caliente que de tanto en tanto logran salir a la superficie son sus lamentos tardíos.
Un gigante accesible
A diferencia de otros volcanes que requieren de un buen estado físico para el ascenso, el camino hacia la cima del Poas inicia con carreteras pavimentadas al pie de la montaña. De esta manera el esfuerzo necesario para este paseo es mínimo, pudiendo hacerlo personas de todas las edades. La cuesta por sí misma forma un bello viaje en el que se pueden observar distintas plantaciones de café, que tiñen el paisaje de variados tonos de verde, para dar paso a un bosque nuboso que anticipa lo que será el recorrido dentro del Parque. Allí en el camino se encuentra la Cascada de la Paz, punto que puede ser visitado al regreso.
Para un mayor aprovechamiento de la visita se recomienda hacer el paseo temprano en la mañana. Esto permitirá no sólo evitar la mayor cantidad de turistas sino también disfrutar de una mejor vista panorámica antes de que las nubes cubran el horizonte. Dado el alto grado de humedad que esta región presenta, es aconsejable llevar algún tipo de protección contra el frío y la lluvia. Calzado cómodo es fundamental: los senderos bien señalizados tienen como fin facilitar la totalidad del paseo para que éste pueda ser realizado a pie. La amplitud de sus miradores es ideal para descansar la vista en sus espejos de agua y disfrutar de la posibilidad única de estar ahí.
Más información: Visit Costa Rica