El Estado de Oaxaca, a través de su sierra y su ruta hacia los mares que bañan sus blancas arenas, ha sido históricamente un lugar de enorme importancia en la historia de Mesoamérica; en él, se asentó la cultura mixteco-zapoteca, que nos dejó sitios arqueológicos como Monte Albán, Mitla y Yogul, entre otros.
La región de los Valles de Oaxaca fue ocupada desde la época preclásica hasta la conquista de México por los ejércitos españoles; durante ese tiempo la habitaron dos grupos, que lejos de destruirse unos a otros, coexistieron y lograron formar una cultura que fue reconocida por los mismos mexicas por su grandeza y sus logros militares, pero hagamos un poco de historia.
El primero de estos grupos en tener el poder en Oaxaca fue el de los zapotecos, que fundaron el sitio de San José Mogote entre el 1200 y el 1400 a.C., considerado el primer centro urbano de importancia en la zona. Al ir aumentando el número de habitantes, la agricultura, base de la economía mesoamericana, comenzó a crecer y por consiguiente las tierras cultivables empezaron a escasear, por lo que la guerra fue inevitable.
Así los zapotecos se impusieron a sus vecinos a través de la acción bélica en la ciudad de Monte Albán, construida en lo alto de un cerro, lo que les dio una posición estratégica.
Los pueblos derrotados sirvieron como obreros y sus lideres fueron obligados a pagar tributo para evitar nuevas escaramuzas, las fortificaciones de Monte Albán están justificadas por este motivo.
La grandeza de la ciudad era tal, que en su época de esplendor, fechada del 200 al 700 d.C., controlaba la mayor parte de Oaxaca, incluyendo la mixteca alta, en el norte del estado, hasta tener relaciones comerciales y políticas con Teotihuacan, que se localiza en el centro de México.
Mientras tanto los mixtecos, que comenzaron a sobresalir en Oaxaca para el año 400 a.C., lograron hacer alianzas tanto políticas como matrimoniales y militares con los zapotecos, esto en el año1500 d.C.
Uno de esos sitios con influencia de ambas culturas es el de Zaachila, localizado a 15 km. al sur de la ciudad de Oaxaca, y que es considerado como la última ciudad de importancia de los zapotecos, aunque las fuentes históricas nos mencionan que estaba bajo el dominio de los mixtecos a la llegada de los españoles.
Sabemos que la época de esplendor del sitio es en el año 1100 d.C., pero debido a la poca exploración llevada a cabo en la zona, no se conocen las verdaderas dimensiones del lugar, además algunos de los montículos fueron utilizados por los habitantes del pueblo de Zaachila para elaborar sus viviendas, de hecho, la zona arqueológica se encuentran en el centro del pueblo.
Para llegar a Zaachila se debe seguir la carretera federal número 131, cuenta con servicio de vigilancia, sanitarios y un horario de 8:00 a 17:00 hrs., de lunes a domingo. Además, el pueblo de Zaachila tiene una gran gama de costumbres y tradiciones de gran atractivo para el visitante, como el tianguis de los jueves, su riqueza gastronómica y su cerámica de barro negro.
El nombre Zaachila sigue causando debates entre los estudiosos, ya que unos se inclinan por la idea de que significaría «Primera hija de la tierra» y otros manejan la hipótesis de que su significado es «Dios zapoteca», porque cuando los mexicas llegaron a esta región el lugar se conocía como Teozapotlan, que en náhuatl tiene ése significado.
En la zona arqueológica sobresalen dos tumbas que se encuentran en el Montículo A, mausoleos construidos durante el Período Clásico, comprendido entre el 100 y el 900 d.C. y reutilizadas en el Posclásico a partir del 900 y hasta el 1521 d.C.
El culto a los muertos es una de las características de la región mixteca-zapoteca, prueba de lo cual son las maravillosas tumbas localizadas en Monte Albán, y en el caso que nos ocupa, los sepulcros de Zaachila.
Las tumbas se concibieron como la morada de los señores en el otro mundo, es por eso que varias de ellas se encontraban ubicadas debajo de los palacios y en varias ocasiones exactamente bajo la recámara del rey.
La tumba cuenta con escalera, vestíbulo, antecámara y cámara; en ella se encontraron los restos de un señor, que posiblemente es 9 Flor, además de varias ofrendas como dos vasijas negras llamadas apaxtles, la máscara mortuoria hecha de madera que llevaba colocada el rey y un anillo de oro.
En la antecámara se encontraron los restos de ocho personas que fueron sacrificadas para seguir sirviendo a su señor en la otra vida, práctica muy común en toda Mesoamérica. Además, se localizó la ofrenda de cerámica mixteca más grande que se haya encontrado hasta la fecha, más de cincuenta vasijas.
La decoración de los muros es sobresaliente, puesto que sigue el estilo de los zapotecas, lo que demuestra la participación de las dos culturas en la elaboración de los recintos mortuorios, ya que está decorada con siete figuras elaboradas en estuco, una de ellas, representación del señor de los muertos Mictlantecuhtli y otra, del Señor 9 Flor, posiblemente sepultado en esa tumba.
La tumba 2 sigue los mismos lineamentos arquitectónicos de la anterior, aunque es de menor tamaño y fue ocupada por los mixtecos, ya que se localizaron trece individuos en ella, el señor 9 Esqueleto, quien era el señor principal, fue reconocido por la indumentaria y las ofrendas relacionadas con él, como un pectoral de oro.
Los demás personajes formaban parte de la clase alta mixteca, ya que portaban grandes adornos como: anillos, orejeras, bezotes y tubos para colocar plumas de ave, todos hechos de oro.
Entre la antecámara y la cámara funeraria se localizaron dos platos con soportes en forma de garras de tigre. Este tipo de representaciones es muy común en el arte mixteco.
Se localizaron también imágenes del dios de la muerte, así como de la deidad de la lluvia Tláloc y representaciones de animales como jaguares, cabezas de serpientes y de águilas.
Como podemos observar, aún falta investigación en estas tumbas, pero son una muestra de la importancia que el paso a la otra vida tenía para la cultura mixteco-zapoteca.
De ahí que visitar Zaachila sea como visitar el mundo de los muertos, pero en un entorno de vida como sólo un estado de la riqueza natural de Oaxaca puede ofrecer a sus visitantes.
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