Hermanado con el moderno complejo turístico de Ixtapa, el pintoresco pueblo de Zihuatanejo conforma con él una mancuerna de atractivo inobjetable en el Pacífico mexicano, donde enmarcado por los atardeceres más espectaculares, duerme en una siesta que se interrumpe cada día, en que es visitado por miles de turistas.
Zihuatanejo de Azueta, como es su nombre correcto, se encuentra en la Costa Grande de Guerrero, a 245 Km. al noroeste de Acapulco. Por su ubicación geográfica, la bahía es un refugio natural contra las tormentas, por lo que es preferida por muchos navegantes.
Pero además de guardar un gran número de embarcaciones, desde modestas hasta suntuosas, la población guarda una historia que complementa el atractivo de sus playas, consideradas por muchos como las más bellas del mundo.
En la época prehispánica, se le llamaba Chihuatlanejo, como acentuando la menor importancia que se le adjudicaba, ya que en Jalisco existía Chihuatlán; el nombre de ambos lugares significa “lugar de mujeres”, y eran habitados por los cuicatlecos, hasta que sometidos a tributo por los aztecas, fueron abandonando la zona. Entonces vino la Colonia y uno de los hijos del conquistador Antón Sánchez fue encomendado para la zona, sin que se tuviera muy en cuenta aquel pequeño pueblo de pescadores que unos siglos más tarde sería un destino turístico mundial, ya cuando nadie recordara a Chihuatlán, ni mucho menos otras poblaciones menores de la encomienda, como Pochutla y Tamaloca.
Más tarde, al ser erigido el estado de Guerrero, Zihuatanejo formó parte del municipio de la Unión y Petatlán, así como del distrito de Galeana. El 23 de diciembre de 1953 se constituyó como municipio, perteneciendo al distrito de Montes de Oca.
Comenzaban para este sitio costero lo que pronto serían el desarrollo y la modernidad.
En la década de los setenta, la creación de Ixtapa como centro turístico -parte de un proyecto impulsado a nivel nacional por un fideicomiso del Banco de México, presidido por Don Rodrigo Gómez y la Secretaría de Hacienda-, dio un giro en la vida de Zihuatanejo y sus habitantes; a partir de entonces la economía del lugar sería otra, pero muchas de sus costumbres prevalecerían.
Dos arquitectos se encargaron de darle un diseño urbano al pueblecillo: los hermanos Agustín y Enrique Landa Verdugo, quienes incluyeron en el proyecto una zona hotelera, zonas comerciales y nuevas zonas habitacionales, convirtiéndolo en una ciudad, aunque pequeña, que afortunadamente conserva mucho de su apariencia rústica y su escenografía costeña.
Sus playas, iconos del lugar
Es innegable que aún con toda su historia, excelente gastronomía -basada en los productos del mar-, la tranquilidad de su centro, en el que refrescarse del clima templado sub-húmedo con un agua de coco, resulta relajante, lo más atractivo de Zihuatanejo son sus playas, y entre tantas opciones resulta no muy fácil seleccionar a cual acudir; lo ideal es que en varios días se visiten algunas de ellas y luego regresar… y nuevamente regresar porque si algo tiene este lugar tan fascinante es que su arena y su mar tienen un magnetismo que no deja alejarse por mucho tiempo a quienes prueban sus delicias.
Entre las más bellas y conocidas, están: La Playa del Puerto, también conocida como Playa principal; se encuentra enfrente del centro de Zihuatanejo, junto al muelle, y aunque no se recomienda para nadar (por el tráfico marino constante), tiene el atributo de brindar, viendo hacia el oeste, el azul del océano Pacífico, y hacia el este, la pintoresca plaza. Tiene atractivos extra como el Museo Arqueológico de la Costa Grande y una extensa variedad de restaurantes que se ubican en el llamado “Paseo del pescador”. Como recomendación, unos camarones en El mediterráneo, sin por ello demeritar la cocina de los otros recintos gastronómicos, que en su mayoría, son buenos y agradables.
Otra playa digna de visitarse y dejarse acariciar por sus olas o los rayos atenuados del sol, es la Playa La Ropa, sin duda la mejor para practicar la natación, ya que su oleaje es mínimo, resultando una alberca en el mar, a la que te puedes aventurar sin ser un experimentado nadador, y gozando de todo el esplendor de un mar tranquilo, de un paisaje maravilloso y de las opciones para comer a la orilla del mar, algunas de ellas con terrazas que parecen volar sobre las olas.
Desde luego, como todo en Zihuatanejo, hay para repartir; así, quienes gustan del buceo o el surf, pueden ir a la Playa Las Gatas, a sólo cinco minutos del centro, donde el oleaje es fuerte, aunque suavizado por el arrecife que se encuentra frente a ella. Ahí, buzos de muchas partes del mundo se sumergen, por su bella y diferente conformación. En esta playa se encuentra la entrada a la bahía, llamada Punta del Rey y es de un atractivo especial sentirse abrazado entre el mar y la Sierra Madre, -a uno y otro lados de nosotros-, mientras nos acaricia la brisa.
Al norte de la bahía, está una playa a la que acceder por bote es una experiencia maravillosa: Playa Contramar, que aunque no cuenta con fina arena sino una especie de tierra pedregosa, formada por miles de pequeñas piedritas a las que la erosión causada por el mar ha dado un brillo singular, resulta grata y atractiva por sus formaciones sub-acuáticas.
Playa La Madera es otra con oleajes sutiles y espectaculares vistas; a lo largo de sus dos kilómetros se puede caminar casi metido en el mar sin sentir que la resaca te lleve, sintiendo en os pies la arena blanca que bajo la espuma que dejan las olas no alcanza a percibirse, pero que se siente entre los dedos como si fuera a atraparte, aunque no lo hace.
No nos confundamos cuando nos recomienden visitar Playa Manzanillo, tocaya de otra playa en Colima; aunque aquella es también encantadora, esta se encuentra yendo hacia Playa Larga, frente a otra bahía llamada Potosí. Desde el muelle frente al centro, puede tomarse una lancha para llegar allá y poder disfrutar de la comida del mar, que los mismos lancheros ofrecen para degustar mientras se disfruta también del paisaje. Es un buen lugar para snorkelear frente a los “Morros de Potosí”, islillas donde las gaviotas y pelícanos anidan, y donde muchos años atrás, los corsarios del pacífico acostumbraban a ocultarse para sorprender a los buques mercantes.
La anteriormente mencionada Playa Larga, con sus más de trece kilómetros de arena bañada por el mar, es un sitio increíble para caminar, hacer ejercicio o simplemente sentarse a abstraerse del mundo, meditando, echando fuera todas las vibraciones y el stress de la ciudad y refrescando los pulmones con el aire de mar, siempre revitalizante y con un aroma que se graba en los recuerdos de quienes están ahí, aunque sea por minutos. Visitarla es muy recomendable para entender lo que es la tranquilidad de un pueblo costero.
Pero no todo es sol y mar en Zihuatanejo, en sus alrededores el ecoturismo encuentra un marco excelente para su práctica, con actividades como el campismo, el senderismo y la observación de flora y fauna; en cuanto a esta, los cocodrilos y águilas son característicos, además de nuestras amigas las tortugas Golfina y Carey, desafortunadamente en peligro de extinción.
El Golf, tiene también un escenario en el Club de Golf Palma Real, considerado por muchos como uno de los mejores de México, y por los ecologistas, como un sitio de respeto a la naturaleza.
Así que no lo pienses más y lleva tu cuerpo y alma a Zihuatanejo; viaja en la historia; conoce sus costumbres; aprende a bucear; pesca, come y diviértete, pero sobre todo, aíslate en un pueblo donde la brisa del mar se oye cantar a dueto con sus olas y los viejos trovadores, que de palapa en palapa llevan sus cantos melodiosos ara que te enamores.
